El terapeuta debe permanecer atento y reconocer las conductas del niño/a para facilitar que sea él/ella quien realice sus propias reflexiones y pueda desarrollar su propia autoconciencia.
El terapeuta se apoya, cuando sea posible, en la capacidad del niño para encontrar soluciones a sus propios problemas, y entiende que es el niño/a el único responsable de las decisiones de transformación que él/ella hace o no hace.
El terapeuta actúa como alguien que acompaña el proceso del niño/a, permitiendo que sea este/a quien dirija el camino terapéutico a través de su propio diálogo y sus acciones.
El terapeuta reconoce que el proceso se establece y debe progresar al ritmo del niño/a, no al ritmo marcado por el terapeuta.
Las únicas limitaciones y los límites que se establecen son aquellos que garantizan que el proceso terapéutico del niño/a sea auténtico y que este/a permanezca en el terreno de la realidad, consciente de su propósito y rol en la terapia.
Leí el libro de un tirón desde su primera hasta la última página porque no podía parar, entusiasmada tanto por la increíble experiencia humana que describe, como por el trabajo terapéutico que Axline y Dibs habían llevado a cabo juntos. Ella misma expresa con gran precisión el impacto que este libro puede llegar a producir en aquellas personas que lo leen:
… Debido a que Dibs habla en un lenguaje que desafía las creencias de muchos de nosotros, y debido a que anhela alcanzar una individualidad que le permita reconocer con orgullo su nombre y su lugar en el mundo, su historia se ha convertido en la historia de cada uno de todos nosotros. A través de sus experiencias en la sala de juegos, en su casa y en el colegio, su personalidad sufre un desarrollo, permitiendo desarrollar también gradualmente, de un modo amable, las vidas de otros que han tenido el privilegio de poder saber acerca de él.
Tanto la profesora Remedios González como yo decidimos traducirlo al castellano para poder facilitar su acceso a los que quisieran leerlo: madres, padres, abuelas, abuelos, educadores o cualesquiera otras personas interesadas en la psicología infantil. Decidimos traducirlo también con el propósito de utilizarlo en nuestras clases y prácticas con los estudiantes de Clínica Infantil y Psicoterapia de la Facultat de Psicologia de la Universitat de València. Queremos señalar que existen otras traducciones anteriores de Dibs y de Play Therapy , publicadas ambas por la editorial Diana, pero su lectura no nos resultó fácil, aunque probablemente les resulte más fluida a lectores de otras áreas geográficas de habla hispana.
Desde entonces hasta hoy, ambas hemos perdido la cuenta del número de veces que lo hemos leído. Traducir y revisar con rigurosidad conlleva necesariamente la lectura y relectura, una y otra vez, de aquello que está siendo traducido. En ocasiones esto puede convertirse en una tarea tediosa y pesada. Para nada ha sido este nuestro caso, todo lo contrario, porque para nuestro asombro cada lectura nos descubría nuevos temas y matices de interés. Resulta increíble la cantidad de aspectos relacionados con la terapia y la clínica infantil que este libro, aparentemente sencillo, que nos habla con un lenguaje casi cotidiano, de lectura fácil e incluso intrigante, muestra a través de sus páginas.
A veces, sin que pueda estar segura de si sirve o no de algo en estos tiempos de tantas prisas y aparente eficacia, trato de trasmitirles a mis estudiantes –a pesar de las protestas de algunos de ellos– que para trabajar profesionalmente, es decir para poder captar y profundizar en el conocimiento que trasmiten ciertos libros o ciertos vídeos de especial interés, es necesaria su lectura y relectura, visionarlos una y otra vez. Como por ejemplo el vídeo de Toshiro Kanamori, 1 que aprovecho también la ocasión para recomendarlo encarecidamente a los lectores interesados en la utilización de recursos terapéuticos aplicados al trabajo de las relaciones y las emociones en el aula. Leer y releer libros como el Dibs, visionar una y otra vez vídeos como el de Toshiro Kanamori, crea las condiciones que permiten poder profundizar en el conocimiento sutil, al tiempo que complejo, que estos transmiten. Incluso poder superar viejos prejuicios, identificar las creencias a las que Dibs reta o poder entender mejor viejas experiencias personales de nuestra propia infancia. Solo la repetición –con los intervalos de tiempo necesarios para la asimilación de lo trabajado hasta ese momento– hace posible ver algo nuevo que no es posible ver con un único intento. Dicho de otro modo, la aparición de nuevos aspectos solo se hace visible a medida que vamos avanzando, poco a poco. Es como si solo el descubrimiento y la elaboración de ciertos aspectos primero posibilitara el descubrimiento de otros nuevos en los siguientes intentos.
Se trata de una manera de trabajar que permite la creación de un proceso de descubrimiento, reflexión y elaboración. Un proceso que permite captar una visión más amplia, profunda, de un modo complejo y encarnado, del conocimiento que los autores tratan de transmitir. Muchos serían los ejemplos que podríamos citar, en los que invitaríamos a los lectores a implicarse en este modo de leer el libro: el proceso como Dibs se va reconstruyendo a sí mismo, el proceso como evoluciona la actitud de la madre y el padre, u otros. Aunque no lo seguiremos haciendo porque, congruentemente con los planteamientos no directivos de Axline, no queremos privar a los lectores de la increíble experiencia de elegir aquellos aspectos que más les interesen y descubrir por sí mismos.
A lo largo de sus páginas este libro nos habla de dificultades que nos «tocan» a todas/os de un modo no crítico, sensible, sin adjetivos ni etiquetas, juicios ni condenas, basado en la comprensión y el respeto hacia todos sus protagonistas. Dificultades que muchos podríamos reconocer en nuestra propia experiencia familiar o cotidiana, ya sea como hijos/as, hermanos/as, madres/padres, abuelas/os, o como profesionales. Y esto es así porque este libro nos habla –con el lenguaje de un niño de cinco años– de la repercusión que tienen en Dibs las relaciones y la convivencia del día a día. Relaciones con figuras tan fundamentales para todos como son la madre, el padre, la hermana, la abuela, las profesoras, los compañeros de clase, la terapeuta, e incluso algunas personas cercanas al entorno familiar.
Es posible que a lo largo de su lectura a algunos los asalte la duda de si otros niños podrían llevar a cabo una hazaña parecida a la de Dibs: el reencuentro y la reconstrucción de su sí mismo a través de un proceso terapéutico en ocasiones doloroso, al tiempo que liberador. Quizá estas personas podrían llegar a pensar que esto ha sido solo posible porque se trata de un niño ¿poco frecuente?, ¿diferente?, ¿demasiado especial?, ¿muy inteligente?, ¿excepcional? Incluso es posible que algunos puedan sentirse tentados de explicar sus logros basándose en sus características personales que quizá etiqueten como genéticas. Sin embargo, nos gustaría hacer un llamamiento a la reflexión y poder ir más allá de la vieja dualidad o división planteada como enfrentamiento entre dos polos diferentes: genética o ambiente. Al fin y al cabo, como apuntan algunos, dividir y enfrentar, 2 o quedarnos atascados en discusiones sobre el peso superior de cualquiera de los dos polos, da lugar a una falsa falacia poco útil para la educación de los niños/as. La realidad es que somos un todo integrado, somos el resultado de la interacción de ambos polos de la dualidad. Partir de teorías o construcciones mentales en las que se aísla un polo del otro, o se le adjudica a uno un peso superior al otro, da lugar a la búsqueda de soluciones parciales que han demostrado históricamente su ineficacia. Lo que mejor resultados ha aportado, como también se ha podido comprobar históricamente, es que ambos polos pueden ser utilizados de manera más saludable cuando los integramos. Cuando observamos los modos como interactúan y aprendemos sobre cómo extraer los beneficios que ambos pueden aportar, entonces descubrimos las formas de desarrollar las inmensas potencialidades y plasticidad que en realidad posee el ser humano, especialmente el niño/a.
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