EN LA BOCA DEL COCODRILO
En la boca del cocodrilo
D.R. © Libros del Marqués, 2020.
D.R. © Ana Goffin, 2020.
D.R. © Diseño interiores y forros: Textofilia S.C., 2019.
Libros del Marqués
Limas No. 8, Int. 301
Col. Tlacoquemecatl del Valle,
Del. Benito Juárez, Ciudad de México.
C.P. 03200
Tel. (52 55) 55 75 89 64
librosdelmarques@gmail.com
Primera edición.
ISBN edición impresa: 978-607-8713-27-1
ISBN edición digital: 978-607-8713-34-9
Diagramación digital: ebooks Patagonia
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EN LA BOCA DEL COCODRILO
ANA GOFFIN
Para todas las personas
que han sido víctimas de violencia
en cualquiera de sus formas,
desde las más sutiles
hasta las más escalofriantes.
A mi linaje femenino,
mi madre,
mis abuelas, “las tías”,
mis hijas: Ana y María.
A mi nieta Camila.
Con todo mi amor.
Al mejor compañero de vida, Leandro, por
ser un hombre cálido, amoroso, incondicional y divertido.
Índice
Agradecimientos AGRADECIMIENTOS Este libro no existiría sin los testimonios y las cartas que me enviaron tantas mujeres. Nace a raíz de un recuerdo de mi infancia: yo tuve un padre violento. Hice un llamado en redes sociales a mujeres y hombres para compartir una parte de su vida, un pedazo de su corazón y algunas de sus heridas. Recibí más de cuarenta cartas de mujeres que han sido víctimas de abuso o violencia. Gracias a todas ustedes por regalarme su experiencia. Espero algún día los hombres nos compartan las suyas. Todo mi agradecimiento a mis pacientes, por permitirme acompañarlos hacia un nuevo camino y por acceder a contar sus vivencias. Las historias y los casos aparecen bajo nombres ficticios, sus experiencias fueron editadas para proteger su identidad y seguridad. Todos mis comentarios y retroalimentaciones vienen desde la empatía y sin intención alguna de hacer un juicio. Es una invitación para sanar, para recuperarse. Desde el corazón, gracias por abrirme las puertas de su alma y por enseñarle a otras mujeres que sí se puede ser feliz, cuando trabajamos en nosotras mismas, tomamos decisiones y pedimos ayuda, a tiempo…
I. Introducción
II. Feliz Año Nuevo
III. El cerebro es una orquesta
IV. No hay ninguna estación cómo el verano
V. Un día a la vez
VI. El mundo de los cocodrilos codependientes y las adicciones
VII. Razones para temer y motivos para sanar
VIII. Visualizar a tus padres y su historia
IX. También me duele a mí
X. El Contagio
XI. Dame agua y te daré flores
XII. Sé una niña buena
XIII. Este sufrimiento no es mío
XIV. Más vale llevar los tacones bien puestos
XV. Poquita cosa
XVI. Lluvia en el alma y lágrimas en los ojos
XVII. Terrorismo íntimo
XVIII. El maestro de anatomía
XIX. Viaje a tu niña interior
XX. Una noche de copas
XXI. No me persigas más
XXII. Cambia lo incambiable
Epílogo
Anexos
Referencias
AGRADECIMIENTOS
Este libro no existiría sin los testimonios y las cartas que me enviaron tantas mujeres. Nace a raíz de un recuerdo de mi infancia: yo tuve un padre violento.
Hice un llamado en redes sociales a mujeres y hombres para compartir una parte de su vida, un pedazo de su corazón y algunas de sus heridas.
Recibí más de cuarenta cartas de mujeres que han sido víctimas de abuso o violencia. Gracias a todas ustedes por regalarme su experiencia. Espero algún día los hombres nos compartan las suyas.
Todo mi agradecimiento a mis pacientes, por permitirme acompañarlos hacia un nuevo camino y por acceder a contar sus vivencias.
Las historias y los casos aparecen bajo nombres ficticios, sus experiencias fueron editadas para proteger su identidad y seguridad. Todos mis comentarios y retroalimentaciones vienen desde la empatía y sin intención alguna de hacer un juicio. Es una invitación para sanar, para recuperarse.
Desde el corazón, gracias por abrirme las puertas de su alma y por enseñarle a otras mujeres que sí se puede ser feliz, cuando trabajamos en nosotras mismas, tomamos decisiones y pedimos ayuda, a tiempo…
I. INTRODUCCIÓN
La corteza había crecido
alrededor del cerebro límbico,
que permaneció inalterado,
recubierto totalmente por la nueva corteza.
Esta corteza, que podía sentir el amor
y preocuparse por
la ética y escribir poesías,
tenía que convivir en frágil equilibrio
con el cerebro de cocodrilo que
albergaba en su seno.
A veces… este equilibrio se rompía,
y el cerebro de cocodrilo
tomaba el mando intermitentemente.
Michael Crichton
Imagina una ciudad habitada por cocodrilos. Tú eres uno de ellos. Está sobrepoblada, no es segura, hay desempleo, la situación económica se tambalea. Desde que sales de casa por la mañana, para trabajar o dejar a tus hijos en la escuela, luchas con el transporte público deficiente, el tráfico y la posibilidad de ser asaltado para quitarte el celular, la cartera o la bolsa. Llegas a la escuela de tus hijos, hay una larga fila para la revisión de mochilas. Los niños cocodrilo llevan armas a clases. Al llegar a tu oficina, tu jefe está furioso porque le quitaron un nuevo contrato, te grita y tú te quedas petrificado frente a él. ¡No es momento de perder el trabajo! Unos instantes después, recibes una llamada de tu mamá, está preocupada, tu hermana menor no llegó a dormir. No contesta su celular… Te preguntas si estará viva o no. Sientes una angustia muy profunda.
Así va sucediendo un evento tras otro en esa ciudad. Para completar el cuadro. Una pandemia cae sobre sus habitantes, desestabilizando todos los modos familiares y conocidos de vivir e interactuar. El aislamiento, la enfermedad y la muerte se suman al escenario, incrementando aun más la agresión y la violencia. El miedo al contacto humano, a la intimidad.
Los cocodrilos responden a su entorno cómo pueden: usando su cerebro de reptil dotado para huir, escapar o atacar. Ese cerebro no está entrenado para conectarse con las sensaciones corporales, los sentimientos y el pensamiento. De ahí se deriva su conducta tan “animal”.
Es una desilusión no obtener lo que deseamos, en especial cuando se trata de nuestras relaciones personales, ya sea con nuestra pareja, hijos, jefe, amigos o empleados. Y lo más frustrante de ese infortunio es que eso suceda ¡por el cocodrilo que vive dentro de nosotros! Sí, leíste bien. En tu mente hay un reptil y te pone en “modo cocodrilo”: reactivo, impulsivo y fuera de control, violento incluso. O te lleva al otro extremo: te congela, te lanza a las garras de la sumisión, paralizándote por completo.
No puedes controlar las reacciones de los demás, pero sí puedes elegir cómo responder ante ellas. Con esto quiero decir que solamente tú estás a cargo de ti. A ti te corresponde elegir, dejar atrás al reptil que te mete en tantos problemas y te aleja de tus capacidades humanas de alto nivel. Ese reptil debería funcionar como un aliado en tu vida, no actuar en tu contra.
El cocodrilo interno se encarga de las reacciones de lucha y huida. Se relaciona con la supervivencia
En “modo cocodrilo desconectado” de tus sensaciones, emociones y pensamiento, no eres productivo, se te dificulta colaborar, te puedes sentir aislado, ser violento, primitivo, explosivo y ciego para encontrar una salida a tus problemas, porque las “lágrimas de cocodrilo” nublarán tus habilidades para luchar o huir, según sea el caso.
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