Pese a que esta retribución no se había modificado desde el siglo anterior, la Corona no quiso cargar a la Hacienda Real con el aumento, por lo que intentó que recayera en las propias ciudades solicitantes. 205 Alicante aprobó una dotación suplementaria de 200 libras anuales mediante la ayuda de costa, 206 mientras que Orihuela rehusó cargar con más gastos al consistorio. El aumento de 200 libras aprobado por Alicante, y ratificado por la reina el 16 de febrero de 1668, se efectuó «sin que sirva de exemplar para los demás Governadores» como después ocurrió, pues el marqués de la Casta percibió este suplemento en su segundo mandato y a su sucesor le fue retirado. 207 Esta acción puede interpretarse como un indicio de la aprobación de la Ciudad de Alicante a la gestión de don Baltasar. De todas formas, con una Corona en permanente bancarrota, tampoco le resultó fácil cobrar su salario. 208
De la gestión del marqués como gobernador dan referencia las cartas enviadas a la reina por la Ciudad de Alicante en 1667 para solicitar su prórroga en el cargo. En ellas se exponía que «el Marqués de la Casta ha procedido y procede con tanto acierto en este Govierno que haziéndosse temer y amar a un mismo tiempo, tiene con toda veneración la autoridad de la justicia, la tierra en paz y los ánimos de todos tan gustosos que quisieran velle perpetuar en el oficio». 209 Su mandato como gobernador terminó en 1671. Un año después, el marqués de la Casta ejerció como arrendador de los derechos de la Generalitat 210 y, a continuación, fue elegido baile de Valencia.
• El afianzamiento de su carrera: la Bailía General de la Ciudad y Reino de Valencia
El 26 de julio de 1673, don Baltasar fue nombrado baile general de la Ciudad y Reino de Valencia, 211 cargo que ocuparía hasta 1691. Durante ese periodo, tuvo una participación directa en los asuntos de la Bailía salvo en los dos periodos en los que se hizo cargo del virreinato de Mallorca. Ya en 1690, pidió poder renunciar en favor de su hijo don Pedro, 212 deseo que vio cumplido un año después. 213
Como baile general de la Ciudad y Reino de Valencia, don Baltasar tenía como función principal la administración y defensa del Real Patrimonio, lo que suponía tratar sobre el arrendamiento de los bienes y derechos reales y la supervisión y control de los bailes locales de los lugares de realengo. Una de las primeras actuaciones del marqués en este sentido fue la publicación de un bando, en 1674, encaminado a la recuperación del Real Patrimonio mediante la obligación de presentar los títulos justificativos de la posesión de tercios-diezmos. 214 Asimismo, el 9 de octubre de 1674, escribió una carta a la reina, doña Mariana de Austria, para informarle de la situación de la Real Hacienda en el Reino de Valencia. 215 En ella, le explicaba que «está tan alcanzada, como es notorio», y le exponía que, entre las acciones llevadas a cabo en su mandato como baile, se encontraban el inicio de un cabreo general y el cobro de los quindenios; demostraba su preocupación por los arrendamientos de los tercios-diezmos «como una de las causas principales del menoscabo de la Real Hacienda», y le informaba de que, tras la publicación del bando anteriormente comentado, solo tres o cuatro particulares habían justificado sus títulos. Aparte de que los arrendamientos bajaban cada vez más su precio, también la cantidad de tierra se veía mermada en cada cambio de arrendamiento por la invasión de sus linderos. Los desvelos del marqués por el cobro de los tercios-diezmos estaban justificados, puesto que los ingresos percibidos gracias a este impuesto podían llegar a alcanzar el 40% de todo lo ingresado por el Real Patrimonio. 216
En su vertiente judicial, el baile trataba de discernir entre el fisco y los particulares y entendía en los casos relacionados con los negocios de agua y pesca, de los delitos cometidos en el mar, en las autorizaciones de armar barcos y de practicar el comercio exterior. 217 En este aspecto, encontramos un episodio, ocurrido en 1684, en el que intervino don Baltasar para defender la competencia del tribunal de la Bailía sobre el de la Capitanía. Los hechos ocurrieron en julio, cuando el alguacil y los verguetas del tribunal de la Bailía General aprehendieron en una barraca de la huerta de Ruzafa un fardo con unos lienzos que no llevaban albarán ni despachos de los derechos reales. Este fardo fue llevado a casa de un asesor del baile y, estando allí, el auditor de la Capitanía envió a dos mercaderes peritos a reconocer los tejidos. Estos determinaron que seis piezas eran de fábrica francesa prohibida. Al día siguiente intervino el virrey, conde de Cifuentes, para intentar decidir qué tribunal entendía de esta causa, si el de la Bailía o el de la Capitanía, que aplicaría el fisco del contrabando. Finalmente, el virrey se decantó por este segundo, con lo que discrepó el marqués de la Casta, quien pensaba que se vulneraba la jurisdicción del baile y remitió un largo y argumentado memorial al rey. 218
• La culminación de una ascendente trayectoria política: el virreinato de Mallorca
La labor de don Baltasar al frente de la Bailía sería continuada por el lugarteniente de baile mientras él cumplía un nuevo cometido: el virreinato de Mallorca. Se abría para el marqués una nueva etapa ejerciendo un cargo de la mayor confianza regia fuera de la Corte. Además, como novedad, se vio obligado a residir fuera de las fronteras del Reino de Valencia. Fue nombrado virrey de Mallorca en dos ocasiones, de 1675 a 1678 y de 1688 a 1691. 219
La primera designación de virrey y capitán general tuvo lugar el 20 de febrero de 1675, llegando el marqués a Mallorca en mayo de ese año. 220 Uno de los primeros asuntos que hubo de gestionar el marqués de la Casta fue el reclutamiento de tropas mallorquinas para contribuir a sofocar la revuelta de Mesina, iniciada en julio de 1674, durante el anterior virreinato. La organización de levas era un tema muy habitual en la historia del Reino de Mallorca durante las campañas exteriores de los Austrias y los hombres reclutados durante el siglo xvii solían ser destinados a Cataluña o a Italia. En este caso, la contribución mallorquina al resto de fuerzas españolas debía consistir en la leva de un tercio de 500 plazas liderado por don Nicolás de Santacilia y pagado por el rey, para el que existía una dotación de ochenta mil reales. En un principio, y como se había hecho en otras ocasiones, don Baltasar intentó completar el reclutamiento con bandidos y vagabundos, pero problemas con Santacilia le instaron a prohibirle la leva de bandidos. 221 La dificultad para encontrar voluntarios retrasaba el reclutamiento, por lo que la reina regente le apremió a «ajustar la leva tanto de bandidos, presos de las cárceles y vagabundos hasta poner el tercio en las quinientas plazas señaladas, siendo la solución impedir que saliesen más barcos corsarios de Mallorca hasta que no se consiguiese el refuerzo para el ejército hispano de Mesina». Finalmente, el tercio del maestre de campo Nicolás de Santacilia partió de Mallorca en octubre de 1675 con alrededor de 300 plazas. 222 En los dos años siguientes, se enviaron también nuevos refuerzos a Sicilia: cuatro compañías en 1676, de las que casi la mitad de sus componentes se encontraban cumpliendo penas, y otra leva de 53 hombres más en 1677, de los cuales 23 fueron condenados el mismo día de su embarque. 223 Otro de los puntos de la Monarquía hispánica al que hubo de acudir la fuerza naval mallorquina fue la plaza de Orán, que sufrió uno de los múltiples asedios de berberiscos en 1677, y a cuya ayuda se aportaron cinco navíos de la escuadra de Mallorca. 224
En el terreno religioso, durante el virreinato del marqués de la Casta se vio intensificada la persecución inquisitorial contra los xuetes o criptojudíos mallorquines. Este colectivo había vivido en una relativa calma durante más de un siglo, pero en el último tercio del siglo xvii, con el envío de un segundo inquisidor a Mallorca en 1675, se inició una escalada de detenciones que culminaría con la confiscación de los abundantes bienes de los más de doscientos acusados en 1679. 225
Читать дальше