4Número de nacimientos por cada mil habitantes.
5Número de defunciones por cada mil habitantes.
6Indica el número de defunciones por cada mil habitantes.
7Indica el número medio de hijos por cada mujer en edad fecunda, convencionalmente de 15 a 49 años.
8Cambios en el nivel, es decir, en el número de hijos.
9Cambios en las edades a las que se tienen los hijos.
10No analizamos aquí la evolución de los índices de nupcialidad, ya que en un capítulo posterior se tratan con detalle los procesos de constitución de unidades familiares.
11Número de inmigraciones (entradas) por cada mil habitantes.
12Número de mujeres por cada 100 hombres.
13Población con más de 64 años por cada 100 menores de 16.
14Población menor de 16 años o mayor de 64 por cada 10 personas en edad laboral, esto es, entre 16 y 64 años.
15Población con más de 74 años (o con más de 84 años) por cada 100 con más de 64.
16Población con una edad entre 16 y 39 años por cada 100 con una edad entre 40 y 64.
17Población con una edad entre 16 y 24 años por cada 100 con una edad entre 55 y 64.
18Población con una edad entre 0 y 4 años por cada 100 con una entre 5 y 9.
19Población con una edad entre 3 y 5 años por cada 100 con una entre 6 y 8.
20Aun cuando se iniciara una tendencia al incremento de la fecundidad, la magnitud del incremento necesario para compensar la pérdida de población femenina en edad fértil es tal que es poco probable que ocurra.
21Asociación Europea de Libre Comercio, integrada por Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza.
2. EL MODELO TERRITORIAL
Julia Salom (coord.)
Juan M. Albertos
M. Dolores Pitarch-Garrido
Juan Romero
Universitat de València
INTRODUCCIÓN
Julia Salom
A partir de los años ochenta, el territorio valenciano ha experimentado importantes cambios como consecuencia de las transformaciones que se han producido en el entorno socioeconómico. La distribución de la población y la actividad económica en la Comunitat Valenciana se caracterizan por fuertes contrastes espaciales sobradamente conocidos y conformados a lo largo de procesos históricos de largo recorrido (Salom y Albertos, 2001; Burriel y Salom, 2001; Salom, Albertos y Pitarch, 2001). Sin embargo, procesos en curso muy potentes están contribuyendo, en las últimas décadas, a la transformación del modelo territorial.
Un modelo territorial se conforma a través de un proceso dialéctico en el que la fuerte inercia de situaciones pasadas se ve permanentemente contrarrestada por nuevas dinámicas de revalorización/desvalorización del espacio que modifican la distribución de la población y de la actividad económica. Este proceso tiene, además, un fuerte componente acumulativo, dependiente de la trayectoria anterior seguida por cada espacio regional, dado que son las estructuras y condiciones creadas en etapas anteriores las que explican en buena medida la capacidad de adaptación y las nuevas dinámicas actuales.
La sucesión en el territorio de dinámicas de poblamiento, despoblación y repoblación pone de manifiesto la cambiante naturaleza del espacio en tanto que recurso económico y como contenedor de actividades. Así, la distribución espacial de la población y de las ciudades que observamos en un momento determinado se explica, en parte, en virtud de las condiciones económicas pasadas que han contribuido a conformarla, mientras que los cambios que esta va experimentado pueden interpretarse como una adaptación paulatina a las nuevas exigencias del sistema económico que desvalorizan o revalorizan de forma desigual las diferentes partes del espacio regional. Por otra parte, hay que tener en cuenta que el desigual y cambiante atractivo económico o residencial de los diferentes espacios regionales no es solo función de sus características físicas o condiciones naturales, sino también de sus características como espacio socialmente construido a lo largo de una peculiar trayectoria histórica y del que dependen variables tan relevantes como la accesibilidad exterior, la consecución de economías de aglomeración o el grado de diversidad de las estructuras socioeconómicas.
En las páginas siguientes, presentamos las modificaciones que ha experimentado el modelo territorial de la Comunitat Valenciana desde la década de los ochenta, así como los procesos y las tendencias actuales que pueden transformarlo a medio y largo plazo. Una parte sustancial de estos procesos está asociada de forma indisoluble a los cambios experimentados por el modelo de urbanización y el hecho urbano y/o metropolitano. A lo largo de los últimos cuarenta años, las ciudades valencianas, siguiendo la pauta marcada por las tendencias dominantes a escalas europea y global, han cambiado su carácter y patrón territorial, las funciones que ejercen y sus características internas. Por tanto, en primer lugar, describiremos los cambios experimentados por el patrón territorial general de la Comunitat Valenciana a lo largo del periodo 1980-2017, para, a renglón seguido, desgranar las diferentes dimensiones y procesos subyacentes: cambios en las características del proceso de urbanización que han llevado a la consolidación de un nuevo concepto de ciudad, cambios en la funcionalidad y jerarquía urbanas que han llevado a un cierto reequilibrio territorial y cambios en el contexto socioeconómico que han llevado a algunas ciudades a ejercer nuevas funciones en el entorno global. Finalizaremos con una reflexión sobre las implicaciones de estos cambios en la necesidad de articular una nueva gobernanza territorial.
1. LOS CAMBIOS EN LA ESTRUCTURA TERRITORIAL VALENCIANA 1981-2016: ESTABILIDAD GENERAL Y BASCULACIÓN HACIA EL SURESTE
Julia Salom, Juan M. Albertos y M.ª Dolores Pitarch-Garrido
El modelo territorial de la Comunitat Valenciana se ha caracterizado tradicionalmente por la existencia de un fuerte contraste entre, por un lado, los espacios litorales de elevada densidad y nivel de urbanización y, por otro, los espacios interiores y de montaña con menores densidades y un carácter más rural. El mapa de densidades de población en 2016 con un detalle municipal ( mapa 2.1) muestra claramente esta situación: la despoblación del interior de las provincias de Castellón y Valencia con densidades por debajo de 25 e incluso de 10 hab./km 2contrasta marcadamente con las densidades de los municipios litorales, casi siempre por encima de 100 hab./km 2, o muy superiores en los entornos de los principales núcleos urbano-metropolitanos. Esta dicotomía entre espacios litorales e interiores está matizada, no obstante, por una segunda estructura territorial, en este caso norte-sur, tomando como divisoria una línea imaginaria que uniera Xàtiva y Gandia. Así, al norte de esta línea las áreas interiores muestran una marcada despoblación (els Ports, el Maestrat, el Alto Palancia, la Serranía del Turia, la Canal de Navarrés o el Valle de Ayora), mientras que al sur las comarcas interiores (la Costera, la Vall d’Albaida, el Comtat, l’Alcoià o el Vinalopó) muestran unas superiores densidades apoyadas en la presencia de una notable y densa red de ciudades medias (Xátiva, Ontinyent, Alcoi, Ibi, Villena, Elda, Petrer, etc.), de forma que aquí la extrema despoblación solo se observa en la estricta montaña alicantina del Comtat y la Marina Alta y Baixa.
Estos contrastes territoriales tienen su origen más directo en los desiguales impactos que el proceso de modernización agraria y desarrollo económico tuvo sobre el territorio valenciano desde mediados del siglo XIX. Las diferencias en cuanto a accesibilidad y a la posibilidad de introducir cultivos comerciales y regadío desataron procesos de diferenciación territorial entre: i ) los espacios litorales bien comunicados y donde es posible introducir y expandir el cultivo de regadío; ii ) las áreas de secano bien comunicadas, y iii ) los espacios marginales interiores y de montaña (Salom, 1992). Sin alternativas económicas viables, estos espacios marginales (el interior de Castellón, buena parte del de Valencia y la montaña alicantina) experimentaron un proceso de emigración, despoblación y envejecimiento secular que se ha prolongado hasta nuestros días. Otros espacios de secano interiores, relativamente bien comunicados, fueron consolidando en diferentes momentos de su trayectoria procesos endógenos de desarrollo basados en industrias intensivas en trabajo, de bienes de consumo, que permitieron la fijación y el crecimiento de la población y la consolidación de una densa malla de ciudades pequeñas y medias. Este desarrollo industrial eclosiona en los años sesenta a partir de la ampliación y el desarrollo de la base artesanal e industrial preexistente (Lluch, 1976), para conformar auténticos clústeres sectoriales o distritos industriales (textil en l’Alcoià-el Comtat y la Vall d’Albaida, juguete en la Foia de Castalla o calzado en el Vinalopó). Finalmente, los espacios litorales mejor comunicados, donde la agricultura de regadío dirigida a la exportación proporcionó un primer impulso modernizador, conocieron posterior-mente un fuerte desarrollo industrial y de servicios que ha contribuido a crear las principales aglomeraciones urbanas y metropolitanas de la región en un proceso que se consolida y expande a partir de los años sesenta. En este momento también se unen a esta dinámica demográficamente expansiva otros espacios litorales que, antes, por su inaccesibilidad o su escasez de recursos, no habían participado de estos procesos, caso fundamentalmente del litoral de la Marina alicantina.
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