Desde el punto de vista genérico, el contacto de la Carta con los tratados sobre vicios es claro (§ VI.2). No obstante, su conexión con los problemas morales y religiosos inherentes a la práctica gubernativa y la propia temática de los exempla históricos a los que atiende Chinchilla, centrados en los casos de fortuna de distintos gobernantes desde Nembrot hasta Redagaiso (§ V.1), permiten insertar esta obra dentro de la literatura de espejos de príncipes, atendiendo a aspectos como: su destinatario, el interés por la formación moral del príncipe en el ejercicio de sus funciones de gobierno, su orientación didáctica, y su dimensión sapiencial y doctrinal. Espejo que, en este caso, adquiría, por su dirección al conde de Benavente, un perfil particular aristocrático, habiendo sido, por ello, definido por Gómez Redondo como «regimiento nobiliario». 92
3. Fuentes
Pedro de Chinchilla fundamentó su tratado sobre una fuente principal: De casibus virorum illustrum del italiano Giovanni Boccaccio, 93cuyos nueve libros, en palabras de Carlo Muscetta:
furono stesi in una prima redazone tra il 1356 e il ‘60 e in una seconda, più amplia e stilisticamente riveduta nel 1373, quando l’opera venne dedicata all’amico e benefattore Mainardo Cavalcanti, alto funzionario del regno di Napoli […] Boccaccio immagina che gli si presentino a raccontare le proprie sventure le ombre di illustri vittime della fortuna. Secondo un ordine cronologico (da Adamo fino ai contemporanei) si dispongono così le tragiche vicende biografiche di uomini e di donne che la fortuna ha sollevato a un notevole grado di potenza, di ricchezza e di felicità, prima di abbandonarli a un rovinoso destino. Questa serie di exempla negativi è pertanto como inserita in una cornice didattica epico-drammatica […], per comporre il tutto di un’opera tan delectabile quam utile . 94
Este tratado, era, por lo tanto, una fuente de inestimable interés para Pedro de Chinchilla, no solo por su temática, centrada en la presentación, en palabras de Eric W. Naylor, de una galería de figuras históricas que «alcanzaron o heredaron un alto mando pero terminaron de una manera desastrosa», sino por la inserción de sus avatares históricos dentro de un esquema moral, en el que «la mayoría de los desafortunados han terminado tristemente a causa de algún que otro defecto de personalidad, de los cuales los más comunes son la soberbia, que muchas veces se mostraba como crueldad, y la lujuria, muchas veces en combinación con la gula u otro pecado capital». 95
Así, dicha obra habría de servir como vía indirecta de acceso a aquellos «auténticos istoriadores» a los que hace referencia Chinchilla (36 r b), gracias al amplio repertorio de fuentes utilizadas por Boccaccio para la redacción de De casibus , entre las que se podrían citar, sin deseo alguno de exhaustividad, historiadores latinos como Lucano, Valerio Máximo, Suetonio, Tito Livio, Flavio Josefo o Tácito, o tardoantiguos, como Paulo Orosio, Eusebio de Cesarea, Gregorio de Tours o Paulo Diácono. 96De esta forma, De casibus se presentaría como un tratado especialmente valioso para Pedro de Chinchilla, gracias a su capacidad para proporcionar ejemplos de la Antigüedad, fruto de la condición de Boccaccio, en palabras de su traductor francés, Laurent de Premierfait, de «homme moult excellent et expert en anciennes hystoires et toutes sciences humainnes et divines». 97Pero también debido a la particular orientación moralizadora de dichos ejemplos, que recogían «las caídas e los abaxamientos que ovieron de sus estados en este mundo muchos e nobles e grandes cavalleros, por que los ombres non se ensobervezcan con los abondamientos de la fortuna», 98aspecto que hubo de consolidar en Castilla, en línea con lo sucedido en Francia o Inglaterra, la imagen de un Boccaccio docto y moralista, cuya autoridad se entremezclaba con los libros sagrados, los Padres de la Iglesia o los filósofos de la Antigüedad. 99
Pero esta atención hacia De casibus venía impuesta no solo por la temática y orientación de la obra, sino también probablemente por el interés que hacia esta, de una forma muy particular, existía en el entorno de Alfonso XII (§ VII). Un interés que no era, en modo alguno, privativo de este entorno, pues cabe recordar que esta obra formaba parte del canon de lecturas, ya no solo de las élites políticas castellanas, sino también occidentales, de fines de la Edad Media. 100
Para la redacción de la Carta , Pedro de Chinchilla hubo de contar particularmente con la traducción castellana —al igual que harían el Arcipreste de Talavera en su aproximación a De casibus o Fernando de Rojas en su acercamiento a Fiammetta — 101de De casibus virorum illustrium , realizada por Pero López de Ayala y Alonso de Cartagena, con el título de Caída de príncipes . 102Así lo permiten sugerir la escasa difusión de la versión latina en Castilla; 103algunos giros literales presentes en la Caída de príncipes y en la Carta ; o el hecho de que Chinchilla cite pasajes de la redacción B de De casibus , 104realizada por Boccaccio hacia 1373 ó 1374, la misma redacción seguida por López de Ayala para realizar su traducción. 105
A modo de muestra, podemos observar la aproximación que al romanceamiento de De casibus (columna de la izquierda) hace la Carta (columna de la derecha), en lo que se refiere al tratamiento de la lujuria (cap. IV):
Aunque quiera, non puedo refrenarme que non fable e diga los males quede la luxuria vienen, espeçialmente açerca los principes, los quales asý son sueltos e quebrantadores de la castidat comunalmente, que sy todas las mugeres syn vergueña a ellos se allegasen, tienen que non podrían abastar a fartar la luxuria. Ca lo tales, siguiendo sus voluntades desordenadas en tal caso, abriendo los ojos andan catando los templos, los mercados, las plasças e quales quier otros lugares do saben que se pueden ayuntar mugeres afeytadas, e por quanto aquel malo e desordenado apetito en ellos está apoderado, todas las judgan ser sufiçientes e todas ygualmente e malamente las cobdiçian.
E asý dellas se pagando, las unas con falagos e las otras con amanazas, las otras con dones, otras con prometimientos falsos e mintrosos cobran, e sy todas las cosas para esto non abastan, allá ordenan unas fiestas locas e con cantos e danças conbidando las traen e tienen, que muy grant cosa además acaban quando qualquier thálamo ageno corrompen e ensuzian. E sy acaesçe que de esta obra mala e suzia alguno tachando dize palabras, non tan solamente non las toman para se castigar, mas a los que así fablan e castigan por enemigos señalados los cuentan.
E luego, en aquella hora con un desvergonzamiento se levantan e dizen unas razones frías e syn provecho, las quales por muy santas e muy buenas las cuentan, poniendo enxemplo del adulterio de David con Bersabé, de Sansón con la mala muger, de Salamón con la muger ydolátrica e de otros tales; aun añadiendo, demás desto dizen que la luxuria de la mançebía non es ál salvo jugar e que la hedat lo escusa su pecado, ca es obra de natura e non maliçia, e que non podrían ellos refrenar nin estorvar los movimientos que son naturales; otrosý dizen que sy algo fazen, que en lo suyo lo fazen e sin fuerça alguna, e que en esto non fazen ynjuria a alguno; que después que Dios los llegare a la madurez de la vejez, que estonçe que ellos guardarán continençia como deven. ¡O linaje sandío e de poco comedimiento de los omnes, todo escarnio e sobervia! Non pudo negar aquellos que suso se dixo, que los santos omnes David e Salamón erraron; enpero después que pecó, David llorólo amargosamente e nunca de las lágrimas se partió fasta que amansó la yra e saña de Dios. Sansón, sy pecó, çiego e en luengo captiverio fue penado. Otrosý, Salamón pprivado fue del spíritu divino e conosçió su pecado e partióse dello. Mas estos adulterios, de los quales he fecho mençión, nin lloran los pecados nin se parten dellos nin temen el juizio de Dios. E si tú me dizes como David, Sansón e Salamón pecaron, otórgolo, pero querría que fiziesess tú como fizieron ellos, ca se arrepintieron. Es verdat que ellos fueron luxuriosos e mal fizieron, mas así fueron otrosí muy nobles en sus batallas e en guardar la justiçia en ser libres, largos a los que bien servieron. Otrosí fuero muy devotos en los sacrefiçios e serviçio de Dios. Pues, ¿por qué me niegan éstos, de quien digo, que non parescan a David e Sansón e a Salamón en las virtudes e quiérenles paresçer en los pecados? López de Ayala (1993: 151-152, lib. III, cap. V {IV} ). 106
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