Todo acto, propósito o decisión de la nobleza iba envuelto sagazmente por unas copiosas manifestaciones altruistas, generosas, moralizadoras y repletas de estudiados capítulos de reforma, destinados más que a engañar a unos pocos incautos, a conformar a los demás, impotentes para contener y discutir aquella avalancha hábil y oportunista. 53
En su conjunto, la Carta y la Exhortación constituyen dos buenas muestras para la segunda mitad del siglo XV del papel protagonista de las ideas —y, en concreto, de la teoría moral y política— en el desarrollo de las estrategias de representación dentro del conflicto político. Ideas capaces de apuntalar ideológicamente las iniciativas militares y políticas —basadas en las victorias militares y en la consecución de apoyos políticos— impulsadas desde el bando alfonsino, sobre las que, como señalaba el propio Alfonso XII en octubre de 1465, se había asentado su poder durante los primeros meses de su reinado:
Después que de la noble villa de Valladolid vos enbié notificar el estado de los fechos de acá e de cómo yo mandaba allegar toda la gente de cavallo e de pie que en aquellas partes yo tenía e tengo mía e de los perlados e cavalleros e ricos omes que están en mi corte e servicio para ir a dar la batalla a don Enrrique, mi antecesor, e a sus parciales, con confiança muy grande que yo tenía e tengo en nuestro señor Dios e en el apóstol Santiago, mi patrón e defensor, e en la justicia e verdad de mi cabsa e en el buen esfuerço de los grandes e cavalleros e gentes que conmigo han estado e están que yo avería vencimiento contra mis deservidores. 54
De esta forma, los meses que discurrirían entre junio de 1465 y julio de 1468 se hubieron de caracterizar políticamente, en palabras de José Manuel Nieto Soria, por el «despliegue propagandístico», manifestado en un conjunto de «iniciativas dirigidas a conformar opinión», que «tuvieron un protagonismo muy acusado». 55Dichas estrategias buscaban no solo dar forma a un conjunto de imágenes políticas y religiosas favorables a Alfonso XII de Castilla. También pretendían ofrecer visiones desfavorables sobre Enrique IV, ya en el campo político, en torno a la imagen del rex inutilis , ya en el moral y religioso, a partir de la pretendida homosexualidad o de la impiedad del monarca, 56que acabaría por definir esa «aborrecible servidunbre e tirano regimiento del dicho don Enrrique», al que se refería Alfonso XII en octubre de 1465, cuyo fin habría de tener lugar con «el loable e santo propósito» que él y los grandes del reino tenían para proceder a la «refo[rma] e hemienda de los males e injusticias pasados». 57Imágenes que, en una dirección u otra, poco tenían de extraño en un contexto en el que el poder temporal carecía de una autonomía propia con respecto al campo de lo religioso.
En todos estos procesos de creación de imágenes morales y religiosas del príncipe, tendrá, a lo largo del siglo XV, una progresiva importancia la figura del letrado, de la cual Pedro de Chinchilla (§ II) es un buen ejemplo: divulgador en vulgar romance de las altas doctrinas filosóficas y religiosas, y muestra, a fines de la Edad Media, de la capacidad para amalgamar un conjunto de materiales muy diversos de la Antigüedad que, moldeados a través de la tradición escolástica medieval e insertados en una concepción cristiana del devenir humano, adquirirán una nueva personalidad en torno a la composición de una suerte de tratado dúplice de vicios y virtudes destinado a la figura genérica del príncipe (§ VI.2). Ello con el objetivo de asegurar la fama y el gobierno duradero en la tierra y la vida eterna en el cielo, siguiendo el hado que la futura Isabel I había dirigido tiernamente en Arévalo a su hermano, el rey niño Alfonso, con motivo de su mayoría de edad, en los citados momos escritos por Gómez Manrique:
Eçelente rey dozeno | de los Alfonsos llamados, | en este año catorzeno | te faga Dios tanto bueno | que pases a los pasados | en trïunfos e vitorias, | en grandeza tenporales, | e sean tus fechos tales | que merescas amas glorias | terrenas e çelestiales. 58
II. Pedro de Chinchilla, un letrado al servicio del conde de Benavente y de Alfonso XII de Castilla
Los perfiles biográficos de Pedro de Chinchilla son conocidos fundamentalmente gracias a las informaciones incluidas por el propio autor en sus obras. 59Así, Pedro de Chinchilla hubo de nacer en una fecha indeterminada, que quizá habría que situar no después de la década de los veinte del siglo XV, si atendemos al hecho de que este aparezca ya ejerciendo como testigo en una cesión en 1436. 60Pudo nacer quizá en el área de la Mancha de Montearagón, si atendemos a su apellido «de Chinchilla», alusivo a la actual villa de Chinchilla de Montearagón (Albacete), y al hecho de que lo encontremos en la no muy lejana Alcaraz (Albacete) a lo largo de los años 1466 y 1467. A su vez, es posible suponerle, atendiendo a la denominación de nuestro autor como «Pedro de Chinchilla de Valladolid», 61una especial vinculación con esta última, en cuyo entorno no cabría descartar que Chinchilla pudiera haber entrado en contacto con el II conde de Benavente. En cualquier caso, Pedro de Chinchilla hubo de ser uno de los letrados ligados, en su condición de «criado», 62al entorno de la casa de Benavente durante los gobiernos de Rodrigo Alfonso Pimentel (segunda mitad s. XIV-1440), II conde de Benavente (1420-1440), 63Alfonso Pimentel ( ca . 1413-1461), III conde de Benavente (1440-1461) 64y el citado Rodrigo Alfonso Pimentel, IV conde y I duque de Benavente. 65Su asociación a dicha casa, en tanto que «criado», está documentada, por primera vez, en relación con la referida actuación como testigo en la cesión, realizada en Madrid el 13 de agosto de 1436, por parte de Rodrigo Alfonso Pimentel al concejo de Benavente de los lugares de Ferreras de Yuso, Nuez, Figueruela, Manzanal y Folgoso. 66
Chinchilla se presenta así, a la altura de 1466, como un letrado estrechamente vinculado al II y III conde de Benavente en virtud de la pertenencia a su casa, donde hubo de conocer, antes de acceder a la titularidad de la misma, a Rodrigo Alfonso Pimentel, a quien ahora dirige sus tratados; lo hace atendiendo de una manera especial al vínculo con su padre y abuelo (1 r b, 36 v a, 37 r a) y, en un sentido retórico, «porque por fama» ha sido «certificado de la calidad e noble condición» del IV conde (36 v a). Sin duda, es llamativa la referencia que la rúbrica inicial hará de Rodrigo Alonso Pimentel como «legítimo sucesor de los muy excelentes e magníficos señores don Rodrigo Alonso Pimentel, su ahuelo, y de don Alfonso Pimentel, su padre» (36 r a). También el hecho de que el III conde de Benavente sea puesto como ejemplo de apartamiento de la gula, en una alusión que probablemente pretendería, ante todo, poner de relieve la vieja relación entre Chinchilla y el fallecido conde (47 r b). Aunque entra en el campo de la mera conjetura, quizá cabría pensar que, a la altura de 1465, Pedro de Chinchilla, ya en una edad madura, se encontrara retirado en Alcaraz, 67al margen de los movimientos de la corte condal y lejos de los dominios patrimoniales de la casa de Benavente, en Zamora, es decir, sin un contacto ni relación directa con el conde de Benavente. Relación que sería ahora retomada, evocando el «amor e actoridad que tove en la casa de los ya nombrados señores vuestros antecesores, de lo cual es buen testigo vuestra señoría» (37 r a)», en el contexto de los nuevos cambios políticos, especialmente tras la conquista de Alcaraz por parte de los alfonsinos a fines de junio de 1465. 68
Sea como fuere, a lo largo de la guerra civil, Pedro de Chinchilla, mantendría un estrecho contacto con la corte del conde de Benavente y, aunque hubo de permanecer buena parte de este período en Alcaraz, lo veremos itinerando con la corte condal, pues, como el propio Chinchilla indica, en la Semana Santa de 1467 se encontraba en la villa toledana de Torrijos, en compañía de Alfonso XII y de Rodrigo Alonso Pimentel (33 v b-34 r a). En cualquier caso, Pedro de Chinchilla continuaría vinculado a Rodrigo Alfonso Pimentel todavía en 1475, momento en el que tendrá lugar, durante la guerra de sucesión al trono castellano, la batalla de Baltanás (Palencia), durante la cual el conde de Benavente hubo de caer preso a manos de las tropas de Alfonso V de Portugal. 69En 1499, los herederos de Chinchilla, fallecido ya en esa altura, recibirían, atendiendo a las disposiciones testamentarias del conde, una cantidad de 5.000 mrs. como indemnización por las pérdidas sufridas por este en la citada batalla, pudiéndose, de esta manera, fijar el momento de la muerte de Chinchilla en una fecha indeterminada entre 1475 y 1499. 70
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