Para el primer matrimonio de Carlos II, la miniatura con su efigie la realizó Carreño de Miranda, pintor de Cámara, entregada a María Luisa de Orleans por el duque de Pastrana, 9 que la reina muestra con una mano en un grabado de Jacobus Harrewyn (1660-1727), en la que aparece vestida y peinada a la española con la característica onda sobre la frente [fig. 3]. 10 Asimismo, para el primer matrimonio de Felipe V, Ruiz de la Iglesia, su pintor de Cámara, realizó la miniatura para la joya, según su propia declaración, 11 que podemos ver como la joven reina María Luisa de Saboya la muestra en un grabado francés [fig. 4], 12 así como en un cuadro del Museo del Prado del autor anónimo, 13 representada de cuerpo entero delante de una balaustrada. Sin embargo, para el segundo matrimonio de Carlos II con María Ana de Neoburgo, la miniatura no la pintó Claudio Coello, en esas fechas su pintor de Cámara, sino el flamenco Jan van Kessel (1654-1708), según su propio testimonio, 14 quien, llegado a la corte en 1680, su habilidad y gusto como retratista le llevó a pintar a María Luisa de Orleans y ser nombrado pintor de la Reina, título ratificado por su sucesora. Un aderezo de treinta diamantes de gran tamaño formaba la joya con la miniatura en el reverso, valorada en 150.000 ducados, que el marqués de Leganés debía haber entregado a María Ana para su boda el 28 de agosto de 1689, pero que por motivos de seguridad dejó en España, haciéndolo el marqués de Benavente el 28 de marzo de 1690, dos días después de su accidentada llegada a El Ferrol. 15 Dos retratos de la reina atribuidos al pintor flamenco nos permiten conocer la miniatura, montada en magníficos broches: uno de cuerpo entero del Museo de Bellas Artes de Bilbao [fig. 5] 16 y otro de tres cuartos de fecha posterior, ovalado, de colección particular. 17
Fig. 3. Jacobus Harrewyn, María Luisa de Orleans . Bibliothèque Nationale de France.
Fig. 4. Claude Duflos, Maria Luisa Gabriela de Saboya . Madrid, Biblioteca Nacional de España.
La realización de la miniatura iba pareja a la de un retrato de cuerpo entero del monarca, destinado igualmente a la nueva reina, del que hay que suponer que se tomaría de modelo para la miniatura. Con motivo de las bodas de Carlos II con María Luisa de Orleans, Carreño pintó también un retrato del monarca con armadura para enviar a Francia cuando comenzaron las negociaciones matrimoniales, 18 que llevaría a París el embajador extraordinario marqués de los Balbases, 19 hasta el momento sin identificar, del que últimamennte se considera la primera réplica al que se conserva en el Museo del Prado, firmado en 1681. 20 Para su segunda esposa María Ana de Neoburgo, Van Kessel pintó igualmente el retrato del monarca, 21 que el conde de Mansfeld llevó a Alemania. Si como parece, el envío del cuadro y de la miniatura con el retrato del monarca a la futura esposa formaba parte del protocolo de las bodas reales, los ejemplos anteriores nos podrían llevar a pensar que Velázquez realizaría también un retrato de Felipe IV, que el marqués de Lumiares transportaría a Viena, aunque de momento ninguno de sus retratos conocidos se puede relacionar con esta fecha.
Fig. 5. Jan van Kessel, María Ana de Neoburgo . Bilbao, Museo de Bellas Artes de Bilbao.
1. Mascareñas, 1649: 8-9.
2. El imperativo de que la candidata debía ser una princesa real y católica limitaba las opciones a Francia y Austria. Desechada Francia por razones políticas, sólo quedaba la rama austriaca de la Casa de Austria.
3. BNM, Ms. 11.027, ff: 337-338.
4. Museo del Prado, P01267.
5. Mascareñas, 1649: 11.
6. Mascareñas, 1649: 13-14.
7. Para la boda de María Luisa de Orleans, en vez del embajador, el marqués de los Balbases, Carlos II nombró expresamente al duque de Pastrana, quien, aunque no llegó para la boda, haciendo gala de su prodigalidad, efectuó una entrada espectacular en Fontainebleau el 14 de septiembre de 1679. En la de María Ana de Neoburgo, el monarca favoreció con ese honor al marqués de Leganés, mientras que el conde de Mansfeld hizo las veces de embajador extraordinario.
8. Sobre la faceta de Velázquez miniaturista, véase Colomer, 2002: 67-71.
9. Zapata, 2000: 37. En el Museo Lázaro Galdiano se conserva una miniatura del monarca atribuida a Carreño.
10. Magne, 1930: 54.
11. AGP, Reinado de Felipe V , leg. 311/30. La boda por poderes se celebró en Figueras el 2-11-1701.
12. De Claude Dulfos (1665-1737) (Páez, I-H, 5383-3).
13. Núm. inv. PO5393, depositado en la Universidad de Zaragoza ( Boletín del Prado , 1995: 81, t XVI, núm. 34).
14. Sánchez del Peral, 2001: 70-71.
15. El largo y peligroso viaje desde Madrid hasta Neoburgo, lo mismo que el retorno, a causa de la guerra entre el Imperio y sus aliados y Francia, decidieron al conde dejar la joya en España (Maura, 1990: 360-361; Zapata, 1993: 779-784).
16. Pérez Sánchez, 1990: 151; Galilea, 1994: 7-42, fg. 39; Pascual, 2007: 812. Ninguno se refiere a la « Joya ».
17. Sánchez del Peral, 2001: 70.
18. Palomino, 1947: 1029. Carreño fue obsequiado con un traje valorado en 3.344 rs., «que se le entregaría en casa del Mercader de su magestad» (Pérez Sánchez, 1985: 232), cuya explicación habría que buscar en el hecho de que Carreño seguiría cobrando como pintor de Cámara de Mariana, aunque la reina había sido desterrada a Toledo por don Juan José de Austria.
19. El marqués hizo su entrada en París el 11 de junio de 1679.
20. PO7101, García-Frías, 2010: 224-227 (antes depositado en la Casa y Museo del Greco, Toledo). Otros ejemplares, en el Museo de Guadalupe, enviado en 1683, y en la Hispanic Sociaty, New York.
21. Sánchez del Peral, 2001: 71.
2
FIESTAS EN LA CORTE POR LA CELEBRACIÓN DEL NUEVO MATRIMONIO
La noticia de la celebración del matrimonio por poderes en el Palacio Real de Viena, el 8 de noviembre de 1648, llegó a manos del embajador extraordinario del Imperio austriaco en Madrid el 15 de diciembre, quien al día siguiente acudió al palacio a comunicárselo de forma oficial a Felipe IV. Después de recibir la noticia y la felicitación de embajadores, grandes y nobles de la corte, el monarca ordenó tres noches de luminarias y cohetes, y «aunque no les obligaba precepto, todos los vecinos lo hicieron», 1 así como un castillo de fuegos artificiales enfrente del Palacio «con invenciones curiosas y nuevas, dignas de ser vistas», que se ejecutaron los días 17, 18 y 19 de diciembre, a cargo del ayuntamiento.
Por su parte, el embajador de Viena ofreció una comida a la que asistieron el monarca y la infanta María Teresa, mientras que corrían dos fuentes de vino desde una ventana de la casa a la calle y se tiraban monedas de plata durante cinco horas seguidas con gran alborozo de la gente. «Todos intentaban cogerlas –relata Dávila– y muchos recibían mojicones en vez de dinero, provocando astucias y pendencias de gran entretenimiento para quien lo miraba.».
Tres días después, coincidiendo con la fecha del cumpleaños de la futura reina, 22 de diciembre, la infanta María Teresa, las meninas y las damas de palacio representaron una obra de teatro y una máscara en el Salón Dorado para festejar los 14 años de Mariana, que el monarca había encargado al contador de resulta de la Contaduría Real, cronista real y dramaturgo Gabriel de Bocángel y Unzueta. El autor escribió El Nuevo Olimpo , 2 en la que contaba cómo Júpiter, reconociendo las virtudes de la futura reina, reunía a los dioses del Olimpo en el Palacio Real de Madrid para festejar su cumpleaños, presidido, no por su suprema deidad, sino por el Genio de la infanta, a quien había dotado de su Mente divina. Apolo y Venus eran los encargados de reunir a los demás dioses que, cuando llegaban al Salón Dorado, ofrecían sus dones a Mariana en relación con las siete letras que formaban su nombre. Apolo prometía que la diosa ganadora sería la que se mostrara más bizarra en la máscara, a quien la Mente divina le entregaría el laurel, dando pie a la máscara, con la que finalizaría la fiesta. 3
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