Apasionante resulta, ciertamente, seguir el rastro de este desarrollo intelectual de Batteux, pero operativamente –aquí y ahora–sería aconsejable revisar, al menos de forma resumida, algunos de los puntos más relevantes y didácticamente explicativos de la posición histórica y académica que va defiendo en torno a la elaboración de su Sistema de las Bellas Artes.
1.- El principio unificador del sistema será, por tanto, la imitación de la naturaleza, perfeccionada por el arte, es decir entendida como «belle nature», fruto del ejercicio del genio humano. (De ahí la diferencia que establece entre mímesis icástica , en cuanto proceso de imitación de una naturaleza concreta, empírica y real, frente a la mímesis perfectiva , idealizada y siempre en proceso de optimización.) Arte, pues, como imitación de la «bella naturaleza», pero siempre, llevada a cabo tal mimesis, en el estudio operativo de una modalidad artística tras otra, según sus medios respectivos y fines propios. Ahí radicarán sus especificidades.
2.- La clave estimativa del resultado artístico obtenido, en su perfección mimética y constructiva, vendría posibilitada por la facultad del gusto , directamente vinculada al sentimiento del placer , como finalidad subjetiva de la experiencia propiciada. Si el genio trabaja para el gusto, a su vez el gusto guía al genio.
3.- El «Sistema de las Artes» se alza, pues, fundamentado en ese encuentro entre mímesis perfectiva de la naturaleza y el estrecho diálogo establecido entre el arte y la belleza, junto, además, con el sentimiento de placer desarrollado ante las diferentes tipologías artísticas, elaboradas siempre con sus propios medios, lenguajes y procedimientos. La nómina oficial propuesta de las Bellas Artes será: Poesía / Elocuencia (Literatura), Pintura, Escultura, Música, Danza y Arquitectura.
4.- Si la finalidad es siempre la clave metodológica explicativa del proceso artístico –la Estética sería, en ese sentido, una disciplina esencialmente teleológica, es decir vinculada a la elucidación de determinados fines–, habría que diferenciar entre una finalidad objetiva interna o de perfección de la propia obra elaborada, de una finalidad objetiva externa o de utilidad del objeto; y a su vez de una finalidad subjetiva , vinculada directamente a la naturaleza de la fruición, experimentada por el sujeto ante la obra.
Dejada, pues, por Batteux, a un lado, la vertiente utilitaria, adscrita a las artes mecánicas o serviles, las «Bellas Artes» se fundamentarán justamente en el placer de su recepción y en la perfección de la naturaleza de su construcción. Sin duda estuvo fuertemente influido por una conocida obra del XVII francés. Recordemos simplemente uno de sus más conocidos principios: Id generatim, pulchrum est tum ipsius naturae, tum nostra convenit . Perfección del objeto, en el primer caso y ejercitación del placer receptivo, en el segundo (Escuela de Port Royal, 1659. De vera et falsa pulchritudine , colección de epigramas).
5.- El problema surge cuando Batteux sopesa la naturaleza de la Arquitectura y de la Elocuencia (esta última como parte de la Literatura), híbridamente conectadas ambas tanto a la utilidad como al placer. ¿Cómo inscribirlas, pues, estrictamente entre las Bellas Artes sin justificar tal rasgo bifronte y heterogéneo en sus correspondientes teleologías? La justificación empleada será que la necesidad, el uso y la utilidad las motiva, mientras que la finalidad del placer las perfecciona y legitima. Por eso conforman, para él, un subgrupo muy especial.
6.- A su vez, el estudio del Sistema de las Artes, de cara a su estructuración, demuestra que las artes no sólo se ordenan en relación a sus fines (es decir las Artes Mecánicas, implican a la naturaleza por su uso / las Bellas Artes suponen el placer como meta básica / artes híbridas entre la necesidad y el placer en las que coadyuvan tanto el uso utilitario como la fruición) sino que también pueden clasificarse y dividirse según la naturaleza de sus medios. De ahí que tanto la imitación como proceso básico y las diferencias particulares existentes entre las artes sean ordenadas, ya en una segunda opción, según los sentidos implicados, en cada caso, con la radical prioridad concedida al mundo tanto de la vista (Pintura, Escultura, Arquitectura y Danza) como del oído (Música y Poesía). De hecho, la relevancia del medio, de la fuente natural empleada pasará a primer plano, atendiendo a los sonidos, silencios, formas, volúmenes y colores
7.- Por último, el inquieto Batteux también intenta ordenar y dividir las artes según las estrategias expresivas a las que apelan en sus procesos de comunicación. Tal ocurre especialmente en su estudio de la música y la danza sin olvidar nunca sus correspondientes enlaces con la palabra, hasta arribar, por este camino, a una visión unitaria de las artes en el contexto del teatro, postulando tanto la representación / expresión de acciones y pasiones humanas como la reconstrucción de los lugares, ambientes y escenas del espectáculo en su globalidad.
De hecho, el abate Batteux pasa así sutilmente, en una clara evolución de sus teorías, de aplicar determinantemente el principio de la mímesis a proponer, en paralelo, el principio de la expresión , con lo que altera evidentemente el contenido de la obra, que ya en su propio título apela a la reconducción de las Bellas Artes a un único y mismo principio. Y en ese salto, de la representación a la expresión , abre un camino inesperado y fundamental a la propia práctica y teorización artísticas posteriores. O dicho de otro modo, al final de la obra, abre un sistema expresivo-comunicativo , en el estudio paralelo de la música, la poesía lírica y la danza, dentro del sistema mimético propuesto inicialmente.
Sin duda, la perplejidad debió invadirle. Pero no se atrevió a replantear, de nuevo, todo el conjunto. No obstante, en ediciones posteriores de la obra, revisó y añadió incluso algunos apartados acerca de la expresión mimética de las acciones y las pasiones humanas en las artes. Lo hizo especialmente en la sección tercera y última, donde se centran sus planteamientos a cerca de la música, la danza y la poesía y donde explicita sus particulares capacidades para recurrir y forzar, si cabe, la unidad sistemática del conjunto expresivo-mimético-comunicativo de las artes.
Sólo para finalizar nuestras reflexiones, quisiéramos apuntar un dato más, a menudo olvidado o desconocido, que coloca en primer plano el interés de la fortuna receptiva de esta obra de Charles Batteux, en la historia del pensamiento estético. Si nos detenemos en el estudio de la Kritik der Urteilskraft , obra fundamental del filósofo Immanuel Kant (1724-1804), escrita en 1790, y abordamos analíticamente el epígrafe 51 de la obra, donde se subraya precisamente el principio de la expresión, relacionándolo directamente con la división de las artes, constataremos, con sorpresa, que Kant ha tomado, en su Crítica de la Facultad de Juzgar / Crítica del Juicio , puntualmente de Charles Batteux las claves del desarrollo de este apartado, sin citar en ningún momento su fuente.
Otro tanto podemos rastrear asimismo en la manera de formular Kant su famosa distinción entre pulchritudo pura y pulchritudo adhaerens , para salir, en este caso, con mayor sutileza, claro está, de la misma paradoja en la que se vio envuelto también Batteux, al tratar el problemático caso de la arquitectura y de la elocuencia, a caballo entre las artes mecánicas, sometidas a la utilidad, y las bellas artes, sujetas a la estricta autonomía del placer.
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