Todo esto, así como decenas de obras no menos importantes pero a las que no podemos hacer referencia aquí, acredita a Paul Preston como el mejor continuador del hispanismo historiográfico británico y seguramente como el hispanista de mayor proyección entre los existentes. Por su obra, como decimos, por supuesto, pero también por otras dos facetas cuya relevancia debe subrayarse. En primer lugar, por su capacidad para proporcionar el entorno adecuado para el trabajo y, en su caso, la formación de nuevas generaciones de hispanistas sobresalientes, entre los que cabe mencionar a Sebastian Balfour, Adrian Shubert, Hellen Grahan, Mary Vincent, Michel Richards, Chris Ealham, Francisco Romero y un largo etcétera. En segundo lugar, el profesor Preston ha convertido los cargos académicos, las cátedras que ha ostentado, en auténticos foros de encuentro y debate entre los historiadores británicos y españoles. Así, en el Queen Mary College encontraron un espacio de trabajo, debate y cooperación historiadores como Ángel Viñas, Julián Casanova, Enrique Moradiellos o el que, modestamente, les habla. Y por los seminarios desde allí organizados en el Institute of Historical Researh de la Universidad de Londres pasó lo mejor de la historiografía contemporaneísta española, dedicada al siglo XX.
La llegada de Paul Preston en 1991 a la London School of Economics and Political Science, una de las mejores universidades del mundo, extenderá y profundizará estas dinámicas. Allí ostenta la Cátedra Príncipe de Asturias y allí es director de la Cañada Blanch Centre for Contemporary Spanish Studies. Un centro que bajo su dirección se ha convertido en un punto de encuentro formidable entre dos sociedades y dos culturas, la británica y la española. Y se ha configurado al mismo tiempo como el principal foco del hispanismo internacional y un polo de intercambio con la historiografía española en la línea antes señalada. En este contexto, jóvenes investigadores españoles, buen número de ellos procedentes del Departamento de Historia Contemporánea, y más ampliamente de nuestra Universidad, han podido desarrollar estancias de investigación en uno de los mayores centros de referencia internacional en el terreno de las ciencias sociales.
Es precisamente en el marco de la Fundación Cañada Blanch y en relación con ella, donde se producen, amplían y profundizan los lazos del Profesor Preston con nuestra universidad. Así es, en efecto, porque la Cátedra Cañada Blanch tiene su correlato en la Universitat de València a través de la Cátedra de Pensamiento Contemporáneo, en la cual han dictado cursos destacados profesores en historia y ciencias sociales (Ernest Lluch, Sami Naïr, Enzo Traverso, Carlos Serrano, Pamela Radcliff, Jon Juaristi, Juan José Carreras, Edgar Morin o Alda Blanco, por mencionar solo a unos pocos). El propio Preston impartió uno de dichos cursos y forma parte del Consejo Asesor de la revista Pasajes , dirigida por el Dr. Ruiz Torres y vinculada en origen a estas iniciativas. También en ese marco de colaboración hay que situar el volumen sobre Valencia – De la revolución liberal a la democracia parlamentaria. Valencia (1808-1975) – que, con el patrocinio de la Fundación Cañada Blanch, tuve la ocasión de coordinar con Paul Preston y en la que participaron 15 profesores de nuestra Universidad.
Debo ir terminando y lo haré refiriéndome a las dimensiones personal y cívica de las que hablaba al principio. En el primer sentido, no es ocioso recordar que el profesor Preston vino a nacer en «la obrera» Liverpool, en una familia modesta en la que hubo de afrontar muy pronto la dura enfermedad y fallecimiento de su madre. No fue una infancia fácil la de Paul Preston que tuvo, incluso, que realizar sus primeros estudios en condiciones dificilísimas, debiendo recorrer no pocas distancias para poder asistir al colegio. No estamos pues ante la figura del buen hispanista de origen más o menos aristocrático. Pero entiendo que los duros inicios de un joven nacido en el Liverpool de la posguerra, en 1946, contribuyeron a modelar una personalidad en la que la capacidad de trabajo, la extraordinaria generosidad y la no menos gratificante capacidad de relación y bonhomía van de la mano.
Y hablo de generosidad, en efecto, porque la del profesor Preston ha estado presente en todas y cada una de las iniciativas, actividades y relaciones a las que me he referido. Pero en lo que quiero insistir ahora es en la profunda coherencia de la labor investigadora, académica y cívica, tres dimensiones profundamente interrelacionadas en su persona. Por mencionar solo algunos aspectos, habrá que decir que en el formidable impulso adquirido por la Fundación Cañada Blanch a principios de los años 90, tuvo mucho que ver la amistad entre Paul Preston y el presidente de la Fundación, el valenciano Pepe Coll. Una amistad surgida, conviene subrayarlo, década y media antes en el marco de la colaboración de ambos con la Junta Democrática y otras instancias unitarias de la oposición antifranquista. Este compromiso con la España democrática se ha venido reiterando en el marco de distintas incidencias de nuestra historia reciente. Obras suyas como la biografía de Franco o El Holocausto español , construidas desde el más absoluto rigor, constituyen, a su vez, poderosos diques frente a los siempre reiterados intentos de extender patinas benevolentes a la figura del dictador o arrojar nuevas capas de insidia y oscurecimiento de la memoria histórica. Comprometido con la democracia y nuestra historia actual, Paul Preston es también un ejemplo de reconocimiento de la España plural, la única en la que, como estudiosos británicos o como estudiosos y ciudadanos valencianos y europeos podemos sentirnos a gusto.
Y termino. Creo haber resumido a grandes rasgos los méritos del Dr. Paul Preston, las muchas razones que justifican su nombramiento como doctor honoris causa por nuestra universidad. Como miembro de la misma no puedo ocultar mi satisfacción, como tampoco dejar de felicitar al doctorando y a nuestra Universidad.
ISMAEL SAZ CAMPOS
Universitat de València
Lectio pronunciada por el Doctor Paul Preston
Excel·lentíssim i Magnífic Senyor Rector de la Universitat de València,
Autoritats,
Distingits professors,
Estudiants,
Senyores i senyors,
En primer lloc, vull manifestar el meu reconeixement per aquesta distinció en aquesta universitat, en aquesta ciutat, en aquesta regió i a Espanya, uns llocs que, com intentaré demostrar, tenen una gran rellevància en la meua vida, tant acadèmica com personal. A continuació, he d’expressar el meu agraïment als meus dos padrins, els professors Pedro Ruiz i Ismael Saz. La laudatio immerescuda que ha pronunciat el professor Saz fa tornar a la meua ment les col·laboracions que vam tenir en l’època en què jo iniciava a Londres la primera edició del Centro de Estudios sobre la España Contemporánea a la darreria dels anys vuitanta. En aquell temps, ell era un dels primers historiadors que van venir a treballar amb mi i va ser el començament d’una col·laboració fructífera que ja dura un quart de segle.
Fa uns moments he dit que Espanya, el País Valencià i la ciutat de València tenen molta importància en la meua vida. Tanmateix, encara que la meua relació amb Espanya va començar a la fi dels anys seixanta, no vaig conèixer València fins al 1976. Va ser conseqüència d’haver fet amistat a Londres amb José María Coll Comín, tota una fita en la meua vida. Gràcies a aquesta amistat i a la generositat il·limitada de Pepe Coll, en els anys següents vaig tenir la sort de conèixer les tres províncies valencianes.
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