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© Del texto: Román de la Calle, 2015
© De esta edición: Universitat de València, 2015
Coordinación editorial: Maite Simón
Maquetación: Inmaculada Mesa
Corrección: Communico C. B.
Diseño de cubierta: Maite Simón y Celso Hernández de la Figuera
ISBN: 978-84-370-9765-7
A quienes participaron, durante el sexenio inolvidable que nos marcó, en el proyecto museográfico y en la estrategia sociocultural común, de cara a la exitosa construcción de aquella historia intensa del MuVIM, que sin duda se convirtió en irrepetible a través de nuestras compartidas experiencias. Unos y otras hicimos gala de aquel entusiasmo sostenido, inusual y colectivo, que nos fue contagiando sorpresivamente, hasta transformarse en coherencia, constancia y generosidad ejemplares. De hecho, entre la memoria y la desmemoria públicas, siempre anida, resistentemente, la necesidad personal de ser fieles a nuestros recuerdos y a nuestras amistades, sin olvidar el resto.
ROMÁN DE LA CALLE.
ÍNDICE
PRESENTACIÓN RETROSPECTIVA
PRIMERA PARTE
DOCUMENTO ACERCA DE LAS «NUEVAS LÍNEAS PROGRAMÁTICAS DEL MUVIM»
GESTIÓN CULTURAL Y CRÍTICA DE ARTE
Reflexiones en torno a una trayectoria personal
UN FILÓSOFO EN EL MUSEO
Nuevas experiencias museísticas
DISEÑO, CENTRO DE DOCUMENTACIÓN Y MUSEO
Notas sobre el valor y la valoración asignados al Centro de Documentación de Diseño Gráfico del MuVIM
SIC. OTRA VUELTA DE TUERCA DEL ARTE SOCIOLÓGICO
CARTA ABIERTA DE DIMISIÓN, DIRIGIDA AL DIPUTADO DE CULTURA
CARTA DE LA UNIÓ DE PERIODISTES VALENCIANS
SEGUNDA PARTE
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
Reflexiones sobre el «caso Caturla»
CULTURA DE LA COTIDIANIDAD Y MUSEO DE PATRIMONIO INMATERIAL
La trayectoria del MuVIM
FILOSOFÍA, POESÍA Y DRAMA EN EL MUSEO
INDEX IMAGINUM PROHIBITARUM
Extraños diálogos entre cultura y política
EN TORNO A MODELOS DE GESTIÓN, PRODUCCIÓN Y DIFUSIÓN DEL ARTE
APÉNDICE GRÁFICO
PROCEDENCIA DE LOS TEXTOS
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA SOBRE EL MuVIM
ÍNDICE ANTROPONÍMICO
ÍNDICE ONOMÁSTICO GENERAL
PRESENTACIÓN RETROSPECTIVA
Festinatio improvida est et caeca Titus Livius, Ab urbe condita 22, 39, 22
A punto de cumplirse un lustro de aquella tensa coyuntura, he vuelto a enfrentarme con la carpeta de documentos que se fueron archivando, por motivos y criterios diferentes, y que hacen referencia, en cualquier caso, a la intensa vida del Museo Valenciano de la Ilustración y de la Modernidad (MuVIM) en aquel periodo concreto de su compartida existencia.
La verdad es que durante los seis años en los que dirigí el MuVIM (2004-2010) siempre tuve muy claro el convencimiento de que aquel reducido equipo de colaboradores estaba dispuesto a escribir plenamente su propia historia y, a la vez, también sentí, por ello, la necesidad de archivar cuidadosamente cuantos materiales documentales íbamos generando o recibiendo, a través de nuestras actuaciones, intercambios y proyectos museográficos articulados.
Desde el primer momento, tuve la especial sensación de estar disfrutando y viviendo una experiencia distinta, provisional pero apasionante. Para mí, única.
Me sentía plenamente responsable en la coordinación de aquella aventura colectiva, que sabíamos diferente , puesto que no teníamos modelos previos, arriesgada ya que nos considerábamos decididamente coautores de sus posibles resultados, y valiosa , en la medida en que la sorpresa de sus positivos efectos iba mucho más allá de lo, en principio, por todos nosotros calculado.
No me es fácil hablar en primera y/o en tercera persona, de manera fija, sin saltar de una fórmula lingüística a la otra, ya que constantemente, durante aquel sexenio, era consciente de formar parte del grupo, sintiéndome plenamente arropado por él, sin tampoco dejar jamás de experimentar, como entre paréntesis, el peso y el relativo sentimiento de máxima responsabilidad, vecino intermitente de una soledad meditada. Curiosa paradoja –la del arropamiento y de la soledad–, que luego y a la larga se acabó confirmando en extraña lejanía.
Recordando ahora aquellas circunstancias iniciales, debo aceptar que fuimos –todos los implicados en la cadena de proyectos–sumamente generosos en la puesta a punto de tal aventura exploradora. Delante de nosotros –manteniéndonos bien informados respecto a lo ocurrido–solo se habían desgranado decepciones e inestabilidades en los primeros intentos de poner en marcha aquel museo, desde el 2001, con su inicial equipo, sumamente complejo ya incluso en la estabilización de su propio nombre. Fue lo primero que aprendimos: saber mirar hacia el pasado , para no volvernos a equivocar. Y de inmediato movimos la siguiente ficha: todo estaba por hacer , porque nada en principio nos era ajeno respecto al posible proyecto si sabíamos jugar adecuadamente nuestras cartas.
Había que saltar de la política a la cultura, para regresar de nuevo a ella intermitentemente, como funámbulos sin red. Arenas movedizas –unas y otras– que tampoco nos sorprendían en exceso. Incluso me llegué a sentir privilegiado porque sencillamente nos dejaban hacer , de momento, sin excesivas interferencias sobrevenidas. Pero todo llegaría a su debido tiempo. Cuestión de que decidieran unas personas u otras y también, claro está, de mezquindades diferidas, llamadas a ser satisfechas, en su momento, arteramente. El poder puede ser irracional y creerse tan omnipotente como ignorante, según grados y circunstancias de irresponsabilidad efectiva.
Es curioso cómo se puede saltar, sin red –decíamos–, del estudio de la teoría y de la historia, asumidas en la docencia filosófica, a la práctica inmediata, con sus descarnadas urgencias. Y así tuve que vivir, en propias carnes, ese reto que nunca antes me había llegado a platear, de hecho, en mi contexto profesional. Tras más de tres décadas de profesor –en el dominio de la estética y la teoría del arte, en el ejercicio de la crítica y en la diversa atención al marco patrimonial y museográfico–, de pronto se vislumbra el ofrecimiento insospechado y me encuentro con el guante sobre la mesa: la dirección del MuVIM , sin condiciones.
El currículum, sin duda, puede funcionar, llegado el caso, como aval suficiente, y el primer paso protocolario consiste, ya de entrada, como contrastada prueba de fuego, en la presentación del programa concebido en su globalidad, junto con el calendario pormenorizado de su aplicación inmediata. Tras el rechazo inicial y la reiterada insistencia, solicité –como mínima compensación estratégica–una semana de obligada reflexión. Finales de enero del 2004. Fueron necesarias diversas visitas privadas –mezclado anónimamente entre el público– al museo, en sus diferentes secciones y vertientes.
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