El carácter racional de la gestión dominical no aparece solo en las cuestiones de población, sino también en las de la organización económica general y en las políticas de adquisición e inversión.
En el siglo IX, los señores de los dominios procuran desarrollar un sector de servicios con el objetivo de revalorizar su producción y crear un nuevo mecanismo de sustracción de la producción campesina multiplicando la construcción de molinos e instalaciones para la elaboración de cerveza. No se trata de algo muy sistemático y evidentemente no estamos en presencia de una política de planificación de construcción de infraestructuras. Sin embargo el resultado final es considerable. El número de molinos puede ser importante como lo es en Saint-Germain-des-Prés (84 molinos o sea 17 molinos por cada 1.000 ha) o en Saint-Pierre-de-Lobbes (12 molinos por cada 1.000 ha). En los dos casos esta densidad es extraordinariamente elevada. Cuando se puede calcular, lo más habitual es que se sitúe alrededor de la mitad. Naturalmente todos estos molinos no fueron construidos por los monjes que a menudo los consiguen a través de donaciones, aunque fuese para devolverlos en precario al donador. Pero incluso si no se trata de una auténtica política de inversión el resultado es que la reserva dispone de molinos en cantidad suficiente y sobretodo accesibles, es decir no muy alejados centro dominical, desde donde se gobierna el dominio. Lo mismo ocurre con las tenencias, ya que los cultivadores directos, a menudo, disponen de una de estas instalaciones cerca de su explotación.
No cabe duda que por parte de los señores existe una clara capacidad de comprender la necesidad de las inversiones y el interés en aceptarlas o de sacar provecho de las inversiones realizadas por otros en el caso de las adquisiciones por donación. A menudo, en las donaciones de villae encontramos molinos entre sus elementos productivos. Pero el políptico de Saint-Germain atribuye la construcción de siete molinos, en activo a principios del siglo IX, al abad Irminón que habría mandado restaurar algunos más. Las políticas de adquisición, a través de donaciones, compras o intercambios, enriquecen la dotación de molinos a disposición de los monjes. 39
Los gestores del patrimonio son pues capaces de tomar las decisiones necesarias para aumentar los ingresos del señor. De este modo mejoran las condiciones materiales de la explotación para el conjunto de los trabajadores de la tierra: ¿cuántas veces desde Marc Bloch no se ha subrayado la liberación que representa el molino? El tiempo y la energía que ya no se destinan a moler a mano pueden emplearse mejor en las tierras. Por otra parte, la voluntad de crear nuevos sectores de beneficios donde y cuándo sea posible no es ajeno a la mentalidad señorial. 40 Los estatutos de Adalhard de Corbie, escritos en 822, destinan una atención muy especial a los molinos, de los que esperan una renta en especie de 2.000 modios, es decir entre 800 y 1.100 hectolitros anuales que permiten cubrir las considerables necesidades alimentarias de una comunidad que oscila entre los 350 y los 400 monjes. 41 Según todos los indicios, hay 15 molinos que funcionan casi exclusivamente al servicio de la abadía. Otros parecen representar un sector de beneficio puro que permite drenar una parte suplementaria de los excedentes de la producción campesina, simplemente haciendo pagar por el servicio de la molienda. En Italia del Norte encontramos desde fines del siglo IX, contratos agrarios que muestran la importancia que toma el molino en la constitución de la renta señorial.
UN MOLINO ITALIANO A FINES DEL SIGLO IX 42
El 6 de enero del 890, el arcipreste de la catedral de Plasencia, concede a un libre, por un periodo de veinte años, un molino situado fuera de las murallas de Plasencia, con las tierras que le están vinculadas así como su canalización. El alquiler previsto es muy gravoso: el tomador se compromete a dar cada semana 4 modios de trigo mezclado, un modio de trigo de la mejor calidad y 4 sextarios pro fugacies (¿hogazas?). Estas cantidades deben ser entregadas al agente del señor. Se precisa de todos modos que los días de helada o en caso de sequía, si no se muele, el tomador no entrega nada. El propietario proporciona el equipamiento y, en particular, subraya que la muela cuyo valor es de 5 sueldos debe seguir siendo de su propiedad si el tomador se va. Además, los hierros indispensables para el funcionamiento del molino no son considerados como propiedad del molinero, incluso si ha debe remplazarlos. En este caso nos hallamos ante un auténtico artesano, un molinero especializado en su actividad, que es considerada como remuneradora para él y para el propietario. La clientela lo es realmente porque no hay en este momento ningún mecanismo que pueda forzar los detentores del cereal a llevarlos a un molino en concreto. Estamos en el contexto más comercial que se pueda imaginar para el siglo IX.
Las condiciones generales de la economía dominical no son pues tan primitivas como se había dicho hasta los años 1980. Los grupos dirigentes no están desprovistos de recursos ni de medios de acción con una eficacia real. La misma organización del gran dominio es lo más racional posible. Como se ha observado está en condiciones de promover un crecimiento real. La posibilidad de dar y de manifestar su generosidad –sea esta a través del don o a través de los intercambios no mercantiles que utilizan contrapartidas no monetarias o parcialmente monetarias– se articula sobre una conocimiento en materia de producción de riquezas y aparentemente también de comercialización.
1.Ver Devroey 2004, p. 55.
2.Duby 1973ª, pp. 94-97. Para Duby, el periodo carolingio es un periodo de estancamiento demográfico y, de manera general, un periodo de no-crecimiento económico. Dossier 1981.
3.Toubert 1984.
4.Sigo aquí la exposición de P. Toubert en Toubert 1986.
5.Existe una traducción al italiano acompañada de comentario: B. Fois Ennas, Il «capitulare de Villis» , Milán, 1981.
6.Toubert 2004, p. 40 sq . Algunas indicaciones relativas al trabajo de mineros que podrían aplicarse a las minas de plata de Melle, en la región de Poitiers, parecen sugerir un origen geográfico en el sudoeste de Francia.
7. Brevium exempla ad describendas res ecclesiasticas et fiscales , ed. A. Boretius, MGH, Leges, Capitularia Regum Francorum , I, 1881, pp. 251-252.
8.Duby 1962, pp. 85-86.
9.J. Durliat 1990; Goffart 1972; Magnou-Nortier 1994; crítica en Wickham 1993.
10.Wickham 1993; Devroey 2004, p. 231-214 constituye la presentación más simple y más práctica.
11.Devroey 1992.
12.Capítulo 8 para el vino, capítulo 23 para el grano excedente, capítulo 62 para los mercados dominicales y otros.
13.Wickham 2005 p. 289 sq . C. Wickham, habiendo citado las ciudades, que experimentan entonces una fase de desarrollo, sugiere que las necesidades de abastecimiento de los ejércitos en campaña, que no están garantizada por el soberano, pueden explicar en parte la intensificación de la producción y la multiplicación de los mercados para la venta de cereales que los soldados deben obtener en sus desplazamientos o antes de partir.
14.Toubert 1973 b ; véase también Devroey 1985.
15.Del Treppo 1995.
16.Verhulst 1966.
17.Sobre la distribución del suelo en la Île-de-France, véase últimamente, Wickham 2005, pp. 398-406.
18.Rippe 2003; Wickham 1988.
19.Toubert 1987.
20. Chronicon Sanctae Sophiae (= CSS ), CSS , p. 471 n. II, 20 (a. 747); p. 464 n. II, 16 (a. 820).
21. CSS , n. II, 5, p. 43, p. 460, n. II, 15.
22.En francés chasés , es el nombre que se da a los esclavos o libres dotados de una tenencia para diferenciarlos de los esclavos clásicos que siguen siendo alimentados y vestidos por su dueño. (N. del t.)
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