En este caso, como la superficie de tierra destinada a sembrar se mantiene estable (36 modios), es preciso que se hayan producido roturaciones algo que los monjes no esconden, a pesar de que parecen lamentar haber tenido que sacrificar los árboles. Las nuevas tenencias, en este caso, no se han desgajado de la reserva sino que por el contrario se han formado a costa del yermo. No tenemos informaciones sobre este dominio, sobre las cantidades de trabajo que se obtienen de la corvea. De todos modos, es evidente que existen las corveas, el aumento del número de tenencias ha permitido el del número de jornadas de trabajo disponibles para una reserva que se mantiene estable. El trabajo más intenso en la reserva puede dar lugar a una producción mayor, en igualdad de condiciones técnicas. 34
Por otra parte, si se calcula la media aritmética se hace patente que la presión ejercida sobre el grupo de los massari ha disminuido sensiblemente, mientras la que se ejerce sobre los livellarii se ha vuelto mucho más dura. Por último, las rentas medias exigibles para cada uno de los dos tipos de tenencia tienden a igualarse, como si los monjes ya no hiciesen distinciones entre las dos categorías. Pero, sobretodo, como las rentas de los tenentes que se benefician de un livello , son proporcionales a la cosecha, cabe deducir un aumento de la productividad de las tenencias algo nada sorprendente tratándose de tierras recientemente desbrozadas. Este aumento compensa, y de largo, la disminución de las exigencias que pesan sobre los massari .
Por lo tanto, poner a disposición de los monjes nuevas superficies de tierra ha tenido tres efectos: el aumento de su renta, un relativo aligeramiento de las exigencias que pesan sobre los que al principio están peor provistos de tierras y por último la igualación de las condiciones de sustracción sobre las dos categorías de tierras. Esto hace posible la intensificación del trabajo en la reserva, si las tenencias son explotadas en condiciones estables. La operación de poner en cultivo el yermo tiene resultados importantes y parece poco probable que, al menos en parte, los gestores no los hayan previsto. En este caso al haber espacio disponible, no ha sido imprescindible sacrificar la reserva parcelándola para repartirla entre las nuevas explotaciones autónomas. Los efectos inducidos por la puesta en cultivo de nuevas superficies van más allá del simple crecimiento de la producción. La roturación tiene consecuencias en la distribución de las tierras y comporta una mejora relativa de la situación de los campesinos: el número de explotaciones ha crecido y la población también. Probablemente, nos hallamos ante uno de los mecanismos que han hecho posible poner en marcha y dar continuidad al crecimiento agrícola desde la alta Edad Media. Durante la Edad Media central, los mecanismos económicos y sociales no son distintos.
• Santa Cristina de Corteolona
Si no hay yermo disponible y los gestores quieren preservar sus bosques, la parcelación de la reserva es una alternativa. Durante el siglo X o a principios del XI los monjes de Santa Cristina di Corteolona en el norte de Italia, por ejemplo, toman la decisión de sacrificar las zonas centrales de su propiedad. El políptico compilado en Santa Cristina entre fines del siglo IX y 1010 no abunda en detalles. Sin embargo, una interesante anotación nos indica que la reserva se encuentra en fase de subdivisión a fin de aumentar el número de tenencias: describiendo una tierra de una sola pieza, los autores del inventario la describen como «amplia y espaciosa» y precisan que a partir de ella se pueden crear 12 mansos. 35 Se ha escogido una opción, la de movilizar las superficies insuficientemente aprovechadas confiándolas a cultivadores de parcelas colocados bajo la dirección del monasterio al que deben trabajo, productos y dinero. Por último, estas decisiones muestran un interés por los movimientos de población: la administración del dominio es receptiva al crecimiento demográfico y a la presión sobre la tierra que de él se deriva.
Generalizaciones
La mayor dificultad afecta la cuestión demográfica. Ch.-E. Perrin constataba en 1945 el considerable agolpamiento de población en los mansos pertenecientes a los dominios de Saint-Germain-des-Prés, en la región parisina. 36 De ello se ha deducido una falta de gestión de la mano de obra por parte de unos señores indiferentes a las realidades humanas de sus explotaciones. Acabamos de ver que el señorío carolingio se muestra capaz de sacar provecho del crecimiento de la población en el norte de Italia. ¿Qué sucede en otras partes?
En la medida que los espacios vacantes estaban disponibles, la gestión de la población –nosotros diríamos de los recursos humanos– se tradujo en roturaciones que implican la organización de migraciones. Durante la alta Edad Media estas se producen en distancias muy cortas: estamos muy lejos de las grandes empresas de repoblación que, en el siglo XII, comportan el desplazamiento de grupos importantes a centenares de kilómetros.
Sin embargo sabemos que los traslados de población existen en el siglo IX. Se efectúan de manera individual, en el interior del dominio, mediante la constitución de nuevos mansos a expensas de la reserva (se trata de los mansi absi , vacantes porque están en proceso de formación); también se producen de manera más sistemática a partir de las zonas cultivadas y pobladas hacia los confines del territorio. Los polípticos y las listas de tenentes nos ofrecen indicios congruentes con la constitución de apéndices de los dominios ya existentes con la ayuda de los excedentes de mano de obra: en este aspecto la gestión es mucho más dinámica de lo que se piensa tradicionalmente, los señores están atentos a como sacar el mayor provecho posible de la coyuntura demográfica.
MANSI ABSI 37
El ejemplo de la locución mansi absi , que se puede traducir por mansos vacantes es, desde este punto de vista, revelador. Hasta los años 1970 esta expresión se interpretaba de manera negativa. Los mansos vacíos eran el signo de una crisis del dominio y el abandono era considerado como la hipótesis más plausible, producido como consecuencia de una operación militar o epidemias. Se veía en ello la prueba de las dificultades del estado carolingio y el señorío –incapaces de retener y proteger las poblaciones– o de la economía dominical incapaz de producir lo suficiente para asegurar un sustento estable. También sabemos que hay tenencias vacías porque sus ocupantes han huido, tal como sucede en los dominios del monasterio de Farfa en los Abruzos donde se dice que diversos tenentes han huido hacia la vecina región de la Sabina. Desde los años 1970, J.-P. Devroey ha demostrado que los mansi absi , en realidad estaban vacíos porque estaban en curso de constitución. Administrativamente, estaban unidos a la reserva y por consiguiente, probablemente, aún eran explotados con la ayuda de corveas. Estaban a la espera de un tenente y cuando lo nombraban estos mansos eran desgajados de la reserva. Por lo tanto, su presencia en la documentación, salvo indicación clara de signo contrario, significa un cambio en la organización de la producción y el aumento del nombre de cultivadores dependientes.
También existen indicios de desplazamientos colectivos de poblaciones en el marco de la economía dominical. 38 Para realizar las roturaciones, se transfieren hombres y mujeres desde las tenencias donde la mano de obra es excedentaria. De esta manera en los Abruzos, a mediados del siglo IX, los monjes de San Vincenzo al Volturno constituyen dominios nuevos e instalan en ellos parejas recientemente formadas: en efecto, la división del trabajo entre sexos en una explotación agrícola obliga a movilizar no a solteros sino a parejas, preferentemente en el inicio de su ciclo reproductivo. El señorío monástico absorbe así y moviliza el excedente, fruto del crecimiento demográfico reciente y aún en curso. También asegura el crecimiento de la producción de alimentos aumentando las superficies cultivadas. Por último, en estos casos bloquea cualquier posibilidad de extensión de las iniciativas alodiales: la ocupación de la tierra por parte de los siervos de los monjes impide físicamente cualquier tentativa de roturación conducida por campesinos libres. Por esto, aquí, el dominio aparece claramente como una empresa dotada de una cierta elasticidad. No se encuentra en posición defensiva; está adaptado a las necesidades cambiantes de una economía que parece experimentar un crecimiento lento pero real.
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