Pero por más que hubiese roces por reparto de aguas de riego, por lindes de parcelas, por robos y asaltos en campo abierto o en camino con mayor impunidad, la masa de los delitos acontece en los espacios urbanos, en la aldea, pueblo o ciudad, donde vive la gente y donde se relacionan unos con otros, donde se comunican habitualmente, donde discuten por una deuda, por una ofensa, por el juego de pelota o naipes, por discrepancias en el hostal o taberna, donde hacen las fiestas, «musicas» o bailes, tienen las reuniones colectivas, salen a flote las enemistades familiares, etc. Allí se producen más de dos tercios de los delitos, con una gradación entre los pueblos valldignenses (70,5 y 61,5 %) hasta casi el 90 % del ámbito de la ciudad de Valencia. Y dentro del mismo casco urbano son muy importantes los espacios abiertos, las calles y plazas, pero en conjunto acaban primando fundamentalmente los espacios cerrados o de convivencia precisa. Entre estos últimos, obviamente el principal es la casa, en su interior o en la fachada o portal, pero también en una serie de distintos ámbitos concretos de todo tipo, que hemos agrupado como «Otros». El más señalado de estos es el hostal o taberna, pero no hay que olvidar la cárcel, el molino, el horno, la «almácera», el «llavador», el burdel, el hospital, la tienda, la iglesia, la corte («en juhi»), etc. 18Comportamientos similares encontramos en otras regiones, donde entre la gran variedad de escenarios destacan las calles, las plazas, las tabernas…, además de las casas (J. Brackett en Florencia; J. Ruff en las proximidades de Burdeos; en el Artois o en la Cataluña moderna, etc.).
CUADRO 2.6
Ubicación de los delitos (cifras absolutas y porcentajes)
El cuadro 2.7 distribuye los delitos por los meses en los que se cometieron. 19Si tomamos por referencia la media aritmética mensual, se observa que los datos resultantes (delitos por mes) normalmente oscilan en torno a ella, ligeramente por encima o por debajo con poca diferencia en todos los lugares analizados. Predomina, pues, una imagen de estabilidad, de continuidad, de pequeñas alteraciones entre un mes y otro, sin duda producto del azar o la casualidad. Puestos a afinar en la observación, podríamos distinguir, de manera bastante común, unas cifras ligeramente superiores a la media concentradas en los meses estivales aproximadamente y que podrían deberse a factores bastante lógicos: días más largos, mayor permanencia en las calles o espacios abiertos, mayor intensidad de las faenas agrícolas, por ejemplo 20(gráfico 2.1). Dentro de coordenadas parecidas, ciertas circunstancias locales pueden variar la cronología: en la Neuchatel del siglo XVIII las agresiones aumentan en octubre, el mes de la vendimia, mientras que los robos son altos en otoño, sobre todo en noviembre (Ph. Henry); en París, los robos aumentan en verano (A. Farge), mientras que en Artois el cenit de la violencia se encuentra entre mayo y julio (cosecha de cereales), empezando a descender en agosto (R. Muchembled).
Pero si los astros y la meteorología no influyen en la criminalidad, sí lo hacen los hábitos de vida cotidiana y los comportamientos sociales e individuales. El cuadro 2.8 recoge los casos en los que «expresamente» se manifiesta en los procesos el día de la semana en el que se produjo el delito. Una circunstancia meramente anecdótica e intrascendente, pocas veces indicada en las fuentes, pero que a la postre resulta significativa. El azar o la casualidad de la información suministrada por denunciantes, reos o testigos hace que los delitos se vayan produciendo a lo largo de la semana, sin ninguna explicación aparente, pero su número aumenta espectacularmente los domingos y días festivos no dominicales. En los primeros, más numerosos que los segundos, los delitos cometidos se duplican y casi se triplican en los cuatro cómputos realizados. Los domingos y festivos son días especialmente propicios para la comisión de infracciones penales de todo tipo. La explicación es evidente: en los festivos («fiesta de guardar») no se trabaja (incluso está prohibido y castigado hacerlo), y además se vive un ambiente de jolgorio, de «fiesta» y diversión, se dispone de más tiempo libre, se acude a la calle o plaza del pueblo para conversar con otros vecinos, es el momento de reclamar una deuda pendiente o de aclarar alguna cuestión, se juega a la pelota o a los naipes, se bebe vino con holgura en el hostal o fuera de él, se celebran bailes, se tocan los instrumentos musicales o se cantan canciones a novias o jóvenes casaderas, grupos de «fadrins» cometen gamberradas o resuelven sus diferencias; en estas circunstancias es más probable la exhibición de desmesuras, que las palabras o los gestos se extralimiten, que surjan los viejos resquemores, etc., es decir, es más fácil cometer delitos. 21Ninguna sorpresa cuando sabemos que el 59 % de los homicidios se producen el domingo en Artois (R. Muchembled), o que J. Ruff establece como momento peligroso el sábado por la noche y el domingo cerca de Burdeos.
En fin, el cuadro 2.9 contabiliza los casos conocidos de delitos producidos de noche, es decir, entre las ocho y las doce de la noche aproximadamente, rara vez en la madrugada. De vuelta a casa tras el trabajo, se cena y cabe una pequeña tertulia (en casa propia, del vecino, en el hostal, etc.), y entre las nueve y diez se retira casi todo el mundo a dormir porque al día siguiente hay que madrugar; entonces se toca «la queda» y empieza su deambular la «ronda» nocturna. Es un momento de oscuridad, de mayor impunidad, y por tanto de mayor inseguridad, de miedo; es el momento propicio para cometer delitos (robos, peleas, agresiones, gamberradas, intentos de violación, etc.). De ahí que numerosos bandos prohíban circular de noche, o hacerlo sin antorcha para no ser identificado, circular por la huerta (con o sin «sistella»), llevar armas prohibidas, etc., y de ahí el gran papel que hacen las citadas «rondas». La estadística nos muestra que al menos una cuarta parte de los delitos conocidos se produjeron por la noche en la Valldigna de los siglos XVI y XVII y en Alzira, y unos pocos menos en el cómputo de Valencia-Real Audiencia (15,2 %). Su distribución por grupos delictivos indica que sigue la pauta general de su estructura, pero acentuando los delitos violentos en todas las localidades, y manteniendo niveles altos en Valldigna los delitos contra la propiedad, que en cambio disminuyen proporcionalmente en Alzira y Valencia. Obviamente, la noche era un momento de peligro y los procesos y otras fuentes así lo indican. R. Muchembled pone el acento en «le soir» (Artois), mientras que F. Bayard sitúa el momento peligroso entre las 18 y 24 horas en el Lyonnais. 22Se cometían muchas infracciones en ese corto periodo, pero, como en el caso de los forasteros, creemos que era más el miedo que la realidad. Cifras importantes, pero que tampoco parecen acompasarse con la angustia o inseguridad que concitaban la noche o la oscuridad, aunque los bandos prohibitivos y el efecto de la ronda nocturna debieron de contrarrestar parte del peligro y de sus posibles consecuencias.
CUADRO 2.7
Distribución mensual de los delitos
CUADRO 2.8
Distribución semanal de los delitos
CUADRO 2.9
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