Son escasos los datos sobre la edad de los procesados, 3que además tienen los rasgos propios de «aproximación» e incertidumbre («poch mes o menys») de las sociedades del Antiguo Régimen (imprecisión, redondeo, contradicciones, etc.). 4Sin embargo, no nos resistimos a exponerlos en el cuadro 2.2 (solo para varones), dado que de alguna manera reflejan en general la pirámide de edad de la época y porque ofrecen en términos cuantitativos la misma impresión que la lectura reiterada de procesos. Cuestión clave es saber si el inculpado ha alcanzado la mayoría de edad, fijada en 20 años, pues de ello se van a derivar consecuencias procesales (necesidad o no de un tutor/curador), y quizá por eso tenemos bastantes referencias de las edades bajas de los delincuentes. Pero esta preocupación de la justicia no desfigura la realidad. Los jóvenes, en torno a 20 años, solteros preferentemente o recién casados, son los actores de gran número de delitos. Bastantes procesos definen a los inculpados como «fadrins», muchas veces actuando en grupo, pero luego no dicen la edad concreta de cada uno de ellos. Todos estos protagonizan en torno al 50 % de las infracciones en la Valldigna (1589-1704) y en Alzira, algo menos en los procesos de la Real Audiencia. Son los que, con la fogosidad e impulsividad de sus pocos años, con escasas responsabilidades familiares a sus espaldas, organizados en pandillas o grupos, rivalizan entre sí, promueven «musicas» hasta altas horas de la noche, beben en campo abierto con fruición, tienen sus celos y competencias por las chicas casaderas, disfrutan con el manejo de armas peligrosas, etc., y promueven un buen número de «questions» y peleas, daños y robos rústicos, realizan gamberradas («enrramades»), desprecian las rondas nocturnas y a la autoridad, etc. El otro gran grupo de procesados, en torno al 40 %, se sitúa entre los 26 y 40 años, en un lapso de tiempo más largo, en el que encontramos a gente bastante joven y de reciente matrimonio junto a personas más adultas, de una cierta madurez, cercanas ya a la esperanza media de vida. Constituye el grupo central de la comunidad, el que tiene a sus espaldas el trabajo, el sustento diario y la construcción del patrimonio personal, la defensa de la familia y de su honor, etc., con todos los roces que ello puede provocar con terceros. La manifestación, bastante repetida en los procesos, de adjudicar «cuarenta años» en cifras redondas al inculpado parece sugerir ya una edad elevada, en la que poco cuentan las precisiones numéricas y en la que ya no merece la pena entrar en detalles. Con todo, se dan algunos casos (entre el 5 y el 13 %) de gente de mayor edad, auténticos ancianos para la época, que como «patriarcas» que han vivido largo tiempo acumulan muchas experiencias y rencores y quieren hacer valer la autoridad que al menos les otorga la edad. Evaluación que está en línea con otros estudios. B. Garnot hablará con carácter general de jóvenes asalariados como la gran masa de delincuentes; 5en Cataluña son los jóvenes «fadristerns» los que marcan la pauta (J. L. Betrán), mientras que en el Languedoc, entre el 20 y el 30 % son menores de 30 años y en torno al 50 % tienen entre 26 y 40 años (N. Castan); en los montes de Toledo se destacan la violencia juvenil y las «peleas de mozos» (A. Rodríguez Sánchez); en las cercanías de Burdeos la mayoría se sitúan entre los 20 y los 29 años (J. Ruff), mientras que en el Artois rural francés el 59 % de los autores de hechos violentos son jóvenes y solteros (R. Muchembled).
Algo mayor es nuestra información sobre la profesión de los delincuentes. 6La de los varones, pues las mujeres solo se mencionan como «muller de» o «filla de», salvo alguna vez (criada, prostituta). El resultado del cuadro 2.3 muestra con claridad las características geográfico-sociológicas diferentes de las tres zonas analizadas: la zona rural, una pequeña ciudad y la gran urbe cosmopolita con su hinterland rural. La estructura profesional de los procesados parece semejante, sino igual, a la de la generalidad de la población. El 86,2 % de los delincuentes en la Valldigna del siglo XVII se declaran ser sobre todo «lauradors» y algunos pastores, completado por un 10 % de oficios (tejedor, sastre, herrero, carpintero, zapatero, etc.) y algunas profesiones comerciales (mercader, «llenser») o de prestación de servicios («ministre», hostalero). En Alzira, el peso de los activos del sector primario es mayoritario (46,4 %), como era de esperar al ser el centro de una fértil comarca agrícola, surcada por el Xúquer y sus acequias, y rodeada de muchos núcleos básicamente agrícolas (Carcaixent, Algemessí, Guadassuar, etc.). Sin embargo, no llega a la mitad de los procesados, presentando una estructura mucho más diversificada, en la que el 35,2 % de los reos tienen varias profesiones del sector secundario y un 18,4 % otras del sector servicios. 7Una estructura profesional sin duda similar a la de otras pequeñas «ciutats» o villas reales. 8Intramuros de la ciudad de Valencia, contigua a la huerta, viven algunos agricultores, pero sobre todo tiene una gran comunicación con la variedad de pueblos de su término general, y con los pescadores de la costa (casas del Cabañal), de ahí que los procesos de la Real Audiencia reflejen aún un 34,2 % de los reos pertenecientes al sector primario; pero es el sector secundario el predominante (40,0 %), con una gran variedad de oficios de transformación, de los que parecen destacar los relacionados con el textil, y un sector terciario más desarrollado, con una cuarta parte de los procesados. 9
A veces no se especifica la profesión del delincuente, sino su condición social. En la Valldigna rural del siglo XVII no hay ningún caso, pero en Alzira se menciona a un caballero, dos «ciutadans», cuatro moriscos y dos gitanos, y en Valencia su número y variedad aumenta: dos condes, cuatro caballeros, tres «don», tres «ciutadans», siete moriscos, dos esclavos, un liberto y cuatro vagabundos.
CUADRO 2.1
Distribución sexual de los delincuentes (cifras absolutas y porcentajes)
CUADRO 2.2
Edad de los delincuentes (varones) (cifras absolutas y porcentajes)
CUADRO 2.3
Profesión de los delincuentes (varones) (cifras absolutas y porcentajes)
Los procesos permiten también aproximarse al nivel cultural de la sociedad a partir de si son capaces o no de firmar sus «confessions» ante la justicia y, por tanto, si tienen algún dominio de la escritura y/o lectura, con todas las prevenciones y suspicacias que se quiera, y ello tanto de los procesados como de otros muchos intervinientes (v. g., los testigos). Baste señalar ahora el alto nivel de analfabetismo en zonas rurales (más del 70 %), que va disminuyendo en las medias ciudades y sobre todo en la capital, y cómo a mayor escala social corresponde un superior nivel de escritura, así como el marcado analfabetismo femenino. 10
Los expedientes penales manifiestan, e incluso enfatizan, la intervención de forasteros o extranjeros en la comisión de delitos, o en relación con ellos. No dejan de precisar su origen, nacionalidad, condición, etc., en tanto que les resulta llamativa su presencia, cuando no sospechosa. Pero el número de procesos con reos ajenos al ámbito jurisdiccional del tribunal es escaso, aunque con matices. Así, en la Valldigna morisca del siglo XVI solo hay forasteros en el 7,0 % de los expedientes, aunque sube al 16,3 % en el siglo XVII; 11si en el primer momento corresponden sobre todo a comarcas próximas (en Gandia, Corbera, Calp o Benigànim, gitanos, etc.), en el siglo de la repoblación el espectro se amplifica: comarcas próximas (Ribera, Safor, valle de Albaida), otros reinos de la monarquía (mallorquines, catalanes, castellanos) y franceses, además de gentes sin raíces conocidas (gitanos, pobres). La pequeña ciudad de Alzira muestra un nivel superior (21,0 % de los procesos) y más diversificado, en el que llaman la atención los franceses, muy numerosos en toda la comarca, además de otros del reino o de fuera (mallorquines, castellanos, aragoneses, napolitanos, etc., y gitanos). Una cota alta, pero no excesiva (13,7 %), es la que indican los procesos de hechos acontecidos en Valencia, mayoritariamente pertenecientes a individuos ajenos al reino (franceses, ingleses, sicilianos, aragoneses, vascos, etc.). Igualmente, lo habitual es que estos forasteros sean los delincuentes; en menos ocasiones han sido las víctimas de delitos, sobre todo de agresiones.
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