Joaquín Berger - Las plegarias de los árboles

Здесь есть возможность читать онлайн «Joaquín Berger - Las plegarias de los árboles» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Las plegarias de los árboles: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Las plegarias de los árboles»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un ancestral hechicero amenaza un bosque sagrado. Los guerreros y druidas que lo habitan optan por enfrentarlo, a pesar de que su rey, temiendo un desenlace terrible, rechaza la idea de combatir. Las Plegarias de los Árboles nos ofrece una épica colisión –ideológica y material– llena de sangre y misterios en la que los bandos enfrentados contarán con una única certeza: si desean triunfar, deberán estar dispuestos a sacrificarlo todo.

Las plegarias de los árboles — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Las plegarias de los árboles», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Todos quedaron enmudecidos tras las palabras de Baris. Por un dilatado instante, el crujido entonado por las maderas de la hoguera fue lo único que se pudo oír. Incluso Eric, quien había sido protagonista de aquella afamada batalla, se vio conmovido por el discurso de su amigo.

—Hiciste lo correcto –dijo Owen rompiendo el silencio mientras apoyaba su mano sobre el hombro del druida–. No temas de nadie juicios ni acusaciones. Porque no miento cuando digo que no conozco ni he oído de un hombre de tu integridad y valentía.

—Adhiero a las palabras del rey –se sumó Eric–, si no fuera por ti, hubiese muerto sin conocer a mis hijos más jóvenes y a mis nietos.

Baris asintió con la cabeza y esbozó una sonrisa mecánica. Sus ojos perdidos y vibrantes evidenciaban que aquella decisión aún carcomía su conciencia.

—Señor druida –alzó la voz Leto, un bardo de rostro alegre muy versado en el uso del arco de cazador. Su modo despreocupado y fresco modificó la apesadumbrada tónica que se había generado–. Tengo una pregunta acerca de Maki.

—Pregunta con confianza, amigo –replicó Baris.

—¿Por qué ha vuelto? O, mejor dicho, ¿por qué vino en primer lugar? ¿Qué quiere? ¿Qué hay en este antiguo bosque que encarne en él tan fuerte obsesión?

Los labios del primer druida dibujaron una mueca de frustración y meneó la cabeza.

—Maki anhela lo que todo hombre con poder –contestó–, más poder. ¿Pero por qué viene hasta aquí buscando alcanzar dicho propósito? La respuesta a esa pregunta es trágica. Dime, Leto, ¿has oído alguna vez hablar de Aveleth?

—Aveleth –repuso el arquero mientras fruncía el ceño–, he escuchado ese nombre en algunas canciones, en las más añejas creo. Pero debo confesar que no estoy demasiado familiarizado.

—Eso es de esperar –continuó el primer druida mientras todos lo escuchaban–, es una divinidad de una mitología casi olvidada.

—Entiendo –replicó Leto mientras asentía con la cabeza–. ¿Y qué tiene que ver esta antigua diosa con Maki?

—Lo que ocurre –repuso Baris agravando la voz– es que existe una vieja profecía, leyenda mejor dicho, que afirma que Aveleth vive aquí en Eirian, más precisamente en los bosques de Eloth. Y que otorgará grandes poderes a quien consiga cortejarla. Maki ha prometido que carbonizará hasta el último de nuestros árboles con el fin de encontrarla.

—¿Y qué poder, cuenta la leyenda, obtiene quien consigue “cortejarla”? –preguntó un hombre robusto y de luenga barba que se encontraba recostado contra uno de los pilares.

—El de ser capaz de hablar con los árboles.

Ante aquella respuesta el hombre dejó escapar un largo suspiro y puso los ojos en blanco.

—Eso es difícil de creer –continuó Leto tras de una breve pausa y mientras murmullos y silenciosas risas se escuchaban por lo bajo.–Llevas razón –exclamó Avon con severidad al momento que se sumaba nuevamente a la conversación–. Pero ninguna importancia tiene lo que tú creas o no creas. Esa es, efectivamente, la razón por la que Maki insiste en invadir estos bosques.

—Ahora entiendo por qué dijo usted que la razón de su subyugación era trágica, gran druida –volvió a hablar Leto, obviando la agresión de Avon–. Resulta funesto que tantas vidas tengan que esfumarse por una fábula tan absurda. –Concuerdo contigo, bardo –le dijo Baris–. Se equivoca Maki al pretender adueñarse mediante la fuerza de un recurso que la naturaleza guarda para sí. Ignora que solo conseguirá dañarse a sí mismo, al total de su raza y a la madre de todo. Como habitantes del bosque hemos comprendido que los mortales debemos limitarnos a observar pacientes y aceptar el fruto que la naturaleza, desde su suprema sabiduría, considere el indicado para nosotros –el druida hizo una pausa, un aura guerrera lo adornó–. Pero la razón de la vuelta de Maki a Eirian resulta, a estas alturas, irrelevante. Lo importante es que él ya se encuentra cruzando las montañas de Mroth. Tus compañeros, los bardos, lo han visto. Y si sus dichos son ciertos, lo acompañan por lo menos cien hombres. Pronto llegará al bosque de Eloth, corazón de nuestro reino. No habrá emisarios ni intentos de negociación, él viene a destruir. Y nosotros debemos decidir qué haremos. He invocado este concilio con el fin de resolver si lucharemos contra él o si, por el contrario, abandonaremos la Ciudad Gris y partiremos hacia el norte, a los Bosques de Escarcha.

Capítulo 5

El comienzo de la destrucción

Mientras esquilaba sus ovejas, un anciano campesino de las montañas Morth contempló cómo de entre los pastizales emergía una centena de hombres vestidos de negro. El líder del grupo era alto como la estatua de un conquistador. El anciano se sintió encoger ante la presencia de aquel individuo.

—¿Le puedo ayudar en algo, señor? –le preguntó el campesino, lívido de terror.

Maki analizó la precaria propiedad. Hubiese seguido adelante, sin invertir ni saliva ni tiempo en aquel insignificante individuo, pero vio algo que le hizo hervir la sangre.

—He notado que crece carqueja en esta zona –dijo el hechicero, quebrando la insoportable espera a la que había sometido al campesino–, prepare infusiones para mí y mis hombres.

El humilde anciano se puso de pie de un salto y caminó con paso rápido y nervioso hasta su cabaña. Su mujer, desconcertada, lo recibió.

—¿Quiénes son esos hombres?

—No tengo idea. Pero pon a hervir toda el agua que puedas y salgamos a recolectar carqueja.

Mientras los campesinos corrían de un lado al otro en el intento de saciar el deseo del hechicero, este permanecía inmóvil, con la vista fija en un escudo sobre la puerta de la cabaña.

—¿Qué seduce su atención, maestro? –le preguntó uno de sus esbirros–. Estos individuos no son eirianos. Aún no hemos llegado a sus bosques. Y no veo en ellos la estatura característica del guerrero, ni la insoportable paciencia que ilustran los druidas.

—Orienta tu mirada al escudo sobre su puerta –replicó Maki–, la mantis de once brazos representa a los once hijos de Titbiz, la semilla cósmica. Es el escudo del Clan de las Cenizas.

Unos minutos después, el campesino y su mujer comenzaron a traer ollas llenas con la infusión que el mago había solicitado.

—Solo poseemos cinco tazas –dijo, avergonzada, la mujer de anchas caderas y cabeza redonda–. Lo siento, es todo lo que tenemos. Deberán compartirlas.

Maki clavó sus ojos sobre la mujer. Entonces ella notó que aquel hombre no tenía iris ni pupila. Sus ojos, al igual que sus cabellos, eran blancos como la nieve.

—Verá –continuó, nerviosa–, dos de ellas pertenecen a mi esposo y a mí, las otras a nuestros hijos. Pero ellos ahora viven en la Ciudad Gris, por lo que no debe usted preocuparse. Pueden quedárselas.

—No se preocupe, serán suficientes –dijo Maki al momento que introducía su mano desnuda en el agua hirviente de una de las ollas y bebía un poco de infusión.

La mujer suspiró aliviada. El campesino dio un paso al frente y envolvió a su esposa con el brazo.

—¿Hay algo más que podamos hacer por usted o sus seguidores, buen señor? –preguntó.

—Nada –replicó Maki mientras bebía un poco más y le alcanzaba la olla a uno de sus esbirros–, no guardo asuntos con ustedes.

—Si ese es el caso, señor, mi mujer y yo nos retiraremos a descansar. Bendiciones en su viaje –dijo el hombre antes de hacer una reverencia y marcharse.

Maki, para sorpresa de sus seguidores, asintió inclinando levemente la cabeza.

—¿Quiere que les dé muerte a estos asquerosos aduladores de druidas? –preguntó un esbirro al momento que los campesinos ingresaban en su cabaña.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Las plegarias de los árboles»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Las plegarias de los árboles» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Las plegarias de los árboles»

Обсуждение, отзывы о книге «Las plegarias de los árboles» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x