A principios de la guerra civil se hizo cargo de la dirección de «El Búho», el dramaturgo Max Aub. Estuvo muy poco tiempo y le sustituyó Francisco Canet, que también tuvo que dejarlo pues se incorporó voluntario, como ya tengo escrito, en el Batallón de la FUE. En este momento pierdo de vista la actividad de «El Búho» y más tarde y por los propios componentes del elenco de actores conocí las andanzas de este teatro experimental. Actuaron durante la guerra con estudiantes más jóvenes y tuvieron el aliciente de poder llevar la cultura de este teatro hasta los propios frentes de batalla. Fueron actores femeninos y masculinos de este periodo 1937-1938: María Nebot, Elsa Barceló, Carmen Agut, Concha Cervera, Juanita Reynes, Amparo pérez Montañana, Isabel picazo, Félix Marco, Tulio Marco, vicente Muñoz Suay y Ricardo Morales.
No puedo dejar de citar a los actores que participaron en este teatro y que se encontraban en el frente de batalla. Recuerdo a: Eduardo Bartrina Castejón, vicente Marco Orts, Tomás Figuerola, Manolo Figuerola, Turégano, Manuel Solís, Gabriel Julve, vicente Soto, Francisco Blasco y Juan Nebot Molada.
Existe algo confuso referido a Luis Llana, pero que debe de ser cierto, y es que con motivo de la Olimpiada popular de Barcelona «El Búho» se desplazó a esta ciudad, llegando el 17 de julio, y como la rebelión militar fue el 18 obligó a regresar a la mayoría de la expedición, aunque algunos ese mismo día ya se incorporaron a unidades militares. Como esta expedición la dirigió Luis Llana es previsible que en aquel entonces él fuera el responsable de «El Búho» y le sucediera Max Aub.
Colonias Escolares de Buñol: en el verano maestros y estudiantes de Magisterio se encargaban de la enseñanza, cuidados, ejercicios físicos, excursiones dirigidos a niños, hijos de obreros, en tandas de cuarenta y cincuenta niños. Siendo el presupuesto de alimentación, que se conseguía del Ayuntamiento y Diputación de valencia, muy exiguo, había que recurrir a donativos de los propios estudiantes, pudiendo resaltar la colaboración de muchos profesores de institutos y universidad. Las visitas que todos los años realizaba, con su familia, aportando víveres, el doctor don Juan peset Aleixandre, Rector de la Universidad, fueron muy emotivas para los que constituían el plantel de educadores, que todos los días salían por el pueblo para pedir ayuda. Hay que resaltar, el gran espíritu del pueblo de Buñol, que de muchas maneras se hizo partícipe solidariamente de estos niños. Dirigen esta labor José Cantó, víctor Agulló, Carmen Solero, Juan Hernandis…, por citar algunos compañeros.
Universidad popular: Los estudiantes de la FUE de Segunda enseñanza y de facultades daban clases nocturnas a trabajadores de ambos sexos en materias como: Alfabetización, Sociología, Anatomía, Fisiología, Sexología e Higiene, Historia Universal, Medicina deportiva, etc. Estas clases se impartían en las propias aulas de la Universidad y también en la Normal. La asistencia era de tal magnitud que hay que valorar tanto el sacrificio de los estudiantes dando las clases, como el interés de la clase obrera por adquirir conocimientos. La FUE por este medio quiso corregir y acercar el proletariado a la Universidad, en un momento en que existía un elitismo totalmente disociado de las masas populares. Se distinguen en esta labor Manuel Usano Martín, José Cano Marqués, José Bonet Sanjuan, Francisco Bañón, Esparza, Juan Hernandis… por citar algunos compañeros.
Deportes: Este fue uno de los aspectos también importantes de la FUE, interesada en la difusión y práctica de los deportes entre los estudiantes, como base para disponer de una mente lúcida, así como de un cuerpo sano. El atletismo, como soporte fundamental de los deportes, era el más practicado, pero también se consiguieron muy buenas marcas en natación, baloncesto, rugby, hockey, fútbol… Son conocidos por haber obtenido buenos resultados en atletismo, Antonio Collado, Rafael Talón, Gabriel Julve, J. Antonio Caparrós, y como marca nacional José Lacomba. En rugby destacaron Usano, hermanos Figuerola, Solís, Baltasar Bonet, Codoñer. En baloncesto destacaron Campillo, Alzaga, Fernando Cantó, Sebastián Collar, Juan Marín, Caparrós… Muchos de los citados en sus diferentes modalidades –junto a todo el elenco del teatro universitario «El Búho» que, aunque sea repetitivo, hay que citar a Bartrina Castejón, Marco Orts, Tomás y Manuel Figuerola, Turégano, Solís, Julve, Soto, Blasco y Nebot Molada–, fueron seleccionados para participar en la Olimpiada popular, que debía inaugurarse en Barcelona el 19 de julio de 1936, y es en esta ciudad que les alcanzó la sublevación militar contra la República. Alguno de ellos participó en las barricadas el primer día, junto a las fuerzas de orden público fieles a la República y milicianos improvisados en horas, como ellos, que pusieron su granito de arena para que la capital condal aplastase rápidamente a los sublevados. Conozco a dos que desde ese día se quedaron en Barcelona y al poco tiempo eran oficiales de milicias: Manuel Solís y Gaspar Codoñer.
MI FORMACIÓN MILITAR EN LA ESCUELA POPULAR DE GUERRA
En el mes de abril de 1937 me enteré de que se habían convocado por el Ministerio de Defensa 100 plazas de tenientes del arma de Ingenieros, especialidad de Transmisiones para la Escuela popular de Guerra número 5, ubicada en villarreal. Se exigía como titulación mínima el bachiller. Para acceder a alumno de la Escuela había que pasar un ejercicio de selección en la misma Escuela popular. Presenté la documentación con los avales pertinentes y pasé con aptitud el examen de ingreso. Como alumno había que realizar un curso de capacitación de cinco meses de duración y superado éste se obtenía el nombramiento de teniente de ingenieros de transmisiones. De la Escuela fueron saliendo al mes de iniciarse el curso los alumnos que tenían la carrera de ingeniero. A los dos meses salieron los que disponían de licenciaturas y técnicos industriales y a partir de los tres meses se fueron efectuando exámenes para el resto de alumnos. Ello era debido a que hacía falta oficialidad de transmisiones en las unidades militares. Por mi juventud, el director de la Escuela, el comandante de Estado Mayor, Sánchez Rodríguez, iba dilatando mi salida hasta que se agotó mi promoción. Nos examinamos unos quince y solamente suspendieron a tres que salieron con el empleo de cabos. La entrega de despachos de teniente se efectuó en la misma Escuela, en un acto protocolario y con promesa a la bandera republicana.
Me dieron permiso y quedaba pendiente que mi nombramiento y destino saliese en el Diario Oficial del Ministerio de Defensa. Estuve en este intervalo en el ambiente familiar y todos mis hermanos insistían en que me pusiese el uniforme. Era reacio por mi extremada juventud. Mi padre me había llevado a un sastre amigo suyo especializado en uniformes militares. Me hizo uno y un abrigo de acuerdo con los cánones de profesionalidad militar y entre este flamante uniforme y mi cara aniñada llamaba la atención de los transeúntes. El 13 de noviembre de 1937 salió mi nombramiento y destino con antigüedad del 6 de octubre. Me destinaron a la Jefatura de Transmisiones del Ejército de Maniobras, situado en Daimiel (Ciudad Real).
De la FUE de valencia, en la Academia, estudiaron algunos conocidos como González (Medicina), Abelardo Cantó (Belles Artes), Joaquín prats (Comercio), Manolo Serna (Derecho) y alguno más que se me escapa de la memoria. Con quien más me compenetré desde un principio fue con Carlos Moncada Claudín, bachiller como yo y de la FUE de Madrid. Teníamos muchas cosas en común. Éramos galonistas para los diversos servicios de armas en el interior de la Escuela y habíamos sido nombrados por votación entre todos los alumnos de la promoción. Como ambos pertenecíamos a la JSU, constituimos el comité político y contábamos con cerca de treinta alumnos. Nos reuníamos fuera de la Escuela popular, ya que en su interior estaba prohibido hacer política. Cuando yo viajaba los sábados a valencia, de permiso hasta el lunes, mi amigo, condiscípulo de estudios y excelente camarada pedrito Gómez, que estaba al frente de la Secretaría de Organización del Comité provincial de la JSU, me facilitaba material de propaganda que nos servía como documentación política, para poder discutir en nuestras reuniones. A Carlos le había ocurrido lo que a mí, como también era de mi misma edad, el Director de la Escuela no le dio tampoco opción a salir antes, aunque en los exámenes quedábamos bastante airosos. Era Primo hermano del conocido aviador Claudín y también del dirigente de la JSU Fernando Claudín.
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