A principios de marzo y por ser menor de edad, como ya tengo relatado anteriormente, mis padres me reclaman. La unidad me entregó un salvoconducto para regresar a valencia y tenía que tener el visto bueno del Cuartel General del Ejército del Centro dirigido por el general Miaja. Me acompañaron Huguet, Izquierdo y Ferraz opinando que lo mejor sería buscar un acuartelamiento a la espera de que saliese algún convoy militar. No era fácil salir de Madrid, y Ferraz, más decidido, tuvo la idea de salir a la carretera Madrid-valencia que estaba controlada para que no saliese ningún tipo de vehículo. Paró, poniéndose delante, un camión que transportaba varios milicianos muertos en el frente, con destino a Albacete. El conductor al ver mi salvoconducto accedió a que subiese, pero como la cabina ya estaba completa tenía que ser en la parte posterior del camión cubierto con lona, donde estaban extendidos los cadáveres. Esa noche era tal el frío que no pude dormir. No sentí aprehensión por la compañía, que me recordó la noche de la pérdida del Cerro Rojo, cuando a los de la FUE, reventados por la larga marcha del día, nos llevaron para descansar a unas cuadras de un caserío sin luz, próximo a perales del Río. Agotados, nos tumbamos como nos dictó el instinto de orientación, ya que en la oscuridad no se veía nada. Al llegar los primeros resplandores del amanecer nos encontramos entremezclados los de la FUE con milicianos heridos de muerte, a los que después de la batalla del Cerro, por la tarde, los acondicionaron en las cuadras.
En Albacete, para llegar a valencia, funcionaban normalmente los servicios de transportes y el viaje lo hice en tren.
LA FUE DE VALENCIA Y SU PARTICIPACIÓN EN LA DEFENSA DE LA REPÚBLICA
Ya en valencia mi actividad se centró en la UFEH, estando de comisario general de la misma Ricardo Muñoz Suay, que hacía pocos días había sucedido al comandante Carrasco. Ricardo fue nombrado por unanimidad, propuesto por el propio Carrasco, que ya desde julio de 1936 organizó en Madrid el Batallón Joven Guardia de la JSU y después de actuar en varios sectores próximos a Madrid ascendió a comandante, y ya inserto en su responsabilidad militar, se hacía obligada su sustitución. Vino a valencia, propuso a Ricardo, regresó a su unidad y a los pocos días Rafael Carrasco murió heroicamente en el frente, perdiendo la FUE uno de sus mejores dirigentes. En la calle de la Concordia 3estuve colaborando con Isabel picazo, Tuñón de Lara, Luis Galán, vicente Marco y otros compañeros. En la UFEH estuve poco tiempo ya que mi estancia en la retaguardia, después de la experiencia de Madrid, no me llegaba a satisfacer, con más motivo cuando la incorporación de compañeros de la FUE se iba intensificando a la vista del giro que tomaban los acontecimientos bélicos.
Se puede hacer una pequeña explicación de la influencia que la organización estudiantil tenía sobre sus afiliados y nada mejor para ello que conocer, aunque sea someramente y de momento, la historia de la FUE desde sus orígenes.
La FUE inicia sus actividades inspirada por los ideales de la Institución Libre de Enseñanza en defensa de la libertad de pensamiento y humanismo. Sale a la luz pública en la dictadura de primo de Rivera con marcado protagonismo, aunque su militancia es minoritaria tanto en la caída del dictador, como posteriormente en el derrocamiento de la monarquía. Sus esencias se basan en reivindicaciones estudiantiles en todos los centros de enseñanza oficial, así como una fuerte dedicación a la difusión del deporte, la cultura y poder lograr una total autonomía académica. Organización estudiantil abierta a todos los estudiantes asumiendo estos principios y como consecuencia, su militancia fue amplia, combativa, profesional, apolítica y aconfesional, entendiendo apolítico como independencia de los partidos políticos y organizaciones sindicales.
Fue a partir de la proclamación de la Segunda República cuando la FUE se va incrementando en simpatizantes, llegando con el tiempo al setenta por ciento del estudiantado oficial –los que estudiaban en institutos y facultades–. Puede parecer exagerado este porcentaje, pero quizás no tanto si existe la constancia periodística de que la FUE consiguió dominar el deporte en general y, en los años treinta, el practicarlo era uno de los sanos alicientes de la juventud estudiantil.
Cada FUE de un distrito universitario estaba integrada por el conjunto de las diversas Asociaciones profesionales de Estudiantes (APE), de Medicina, Bellas Artes, Comercio, Magisterio, Derecho, Filosofía y Ciencias, Escuelas Industriales, Bachillerato. Ya queda mencionado anteriormente que todas las FUE de España constituían la Unión Federal de Estudiantes Hispanos, centralizada en Madrid y que era la encargada de convocar los congresos correspondientes, cada vez en una ciudad distinta.
El dar la denominación de Federación Universitaria Escolar se debió a que al organizarse se contó con los estudiantes de bachillerato, o sea, de segunda enseñanza. Fue un gran acierto ya que por su juventud, en muchas ocasiones sus iniciativas, que se escapaban a los universitarios, eran muy acertadas y de otro lado sus voceríos juveniles, en la vía pública y ante las fuerzas de orden público, eran impresionantes.
Con la República los estudiantes estaban a la expectativa de que se iniciasen cuanto antes las concesiones a sus exigencias más perentorias que, a nivel universitario, eran de tanto interés que significaban un avance de progreso, pasando por una Universidad con selección de profesorado, más abierta a eliminar el elitismo, creación de bibliotecas para una mayor culturalización y lo fundamental en este primer momento era la representación de los estudiantes en los claustros universitarios.
Este último extremo fue viable en valencia en junio de 1931, cuando por primera vez aparecen en las actas de la Universidad los nombres de los estudiantes de la FUE representantes de distintas facultades: Manuel Usano por Medicina; Francisco Bañón por Derecho y Martínez Esparza por Ciencias.
Dentro del distrito universitario de valencia, la mayor fuerza de la FUE, entre las distintas facultades, era la de Medicina y ya el 18 de abril de 1931, cuatro días después del advenimiento de la República, en Acta de la Junta de esta Facultad figura que asisten en representación de esa profesional su presidente Manuel Usano y el vocal del primer curso José Bonet Sanjuan. Una nueva etapa se presenta, con grandes perspectivas, si se cumplía lo deseado por los estudiantes y lo prometido por las autoridades académicas. Éstas se irían consiguiendo a medida que la FUE incrementaba su militancia y por tanto una mayor participación de los estudiantes en su problemática.
Es así cómo en el transcurso de los años se irán conociendo uno a uno los logros espectaculares de la FUE: Colonias Escolares; Deportes; Universidad popular; Teatro «El Búho», intento de seguir los pasos, a nivel provincial, del Teatro Universitario «La Barraca», fundado por la FUE de Madrid y posteriormente controlado por la UFEH siempre bajo la dirección de Federico García Lorca. También la FUE de valencia organizó, con éxito, verbenas populares en las barriadas y múltiples actividades culturales.
Es necesario hacer rememoración de algunos detalles significativos de la singladura de «El Búho». Abarcó un periodo pequeño, ya que duró desde principios de 1934 hasta finales de 1938. Nace, lo mismo que «La Barraca», como una de tantas propuestas culturales para eliminar el concepto burgués de elitismo estudiantil y bien que lo hicieron, pues orientaron sus actuaciones teatrales hacia el pueblo simple y llano. Recuerdo una de las primeras representaciones que se efectuó en el Conservatorio, con una obra de Calderón El gran teatro del mundo. También se representó una obra de Cervantes El juez de los divorcios. De la actuación que tengo mejor recuerdo fue la que se realizó en la plaza del patriarca, limitada con parte de la iglesia del patriarca, parte posterior de la Universidad y calles de la Nave y Salvá. Con fondo de la Universidad se instaló el escenario en lo que colaboré colocando bastantes tablones y bambalinas. Los vecinos fueron espectadores desde los balcones de sus casas de esta representación nocturna y la plaza se llenó de personas que acudían con sus asientos, bien taburetes, sillas de esparto o butacas. Se representó Fuenteovejuna, de Lope de vega, y si se recurría a las obras de nuestros clásicos era debido a que se consideraban estas obras, por su contenido social y su fácil dialéctica, más accesibles a la sensibilidad del pueblo.
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