– No solo no ha rehuido las tareas de gestión, sino que por el contrario ha sido pionera en la institucionalización de estructuras a favor de la igualdad en la Universidad española, mediante la creación de seminarios estables y sobre todo como fundadora del Instituto Universitario de Estudios de la Mujer en la Universidad Autónoma de Madrid; además ha sido la primera mujer que ha accedido a la presidencia de la Federación Española de Sociología y formado parte del comité ejecutivo de la International Sociological Association .
– Junto a estas tres funciones –investigación, docencia y gestión–, ha cultivado una cuarta: la comunicación y divulgación científica más allá del espacio estrictamente académico, tal como muestran sus obras de éxito, con ediciones agotadas, como El valor del tiempo , Los costes invisibles de la enfermedad o La ciudad compartida .
– Todo ello no hubiera sido posible sin una pasión, una generosidad y una dedicación extraordinarias, que derivan de una concepción social y comprometida de la persona y de la ciencia. Así lo testifica su producción escrita y su constante disponibilidad para atender invitaciones y requerimientos muy diversos.
En este contexto, hay que colocar su relación con nuestra universidad, y muy especialmente su participación en la Universitat d’Estiu de Gandia, en la Cátedra Cañada Blanch de Pensamiento Contemporáneo, en la colección Feminismos y en numerosos encuentros, seminarios y jornadas promovidos por diferentes grupos y servicios de la Universitat de València.
UNA PERSPECTIVA NUEVA
La obra de María Ángeles Durán se ha caracterizado desde el principio por aportar una mirada y una perspectiva radicalmente nuevas a las ciencias sociales, mirada libre, audaz, fresca, que parecería brotar de forma espontánea de su posición como mujer y del propio objeto que le ocupó desde sus inicios: el trabajo de las mujeres y de las amas de casa. Sin embargo, siempre ha subrayado y ha mostrado mediante una sólida producción científica que su ocupación y preocupaciones tenían un alcance y carácter general: le interesaban la estructura social, la microeconomía y la macroeconomía, las relaciones de poder y los procesos de producción del conocimiento científico. Y ello era así en un contexto particularmente difícil, en el que se daba por supuesto que el sujeto que produce el conocimiento (siendo generalmente masculino) está dotado de un interés «universal, transparente y puro».
Simmel había descrito esta contradicción cuando afirmaba:
Las necesidades artísticas y patrióticas, la moralidad general y las ideas sociales particulares, la equidad del juicio práctico y la objetividad del conocimiento teorético, la fuerza y la profundidad de la vida –todas estas categorías son, sin duda, por igual humanas en su forma y en sus exigencias, pero íntegramente masculinas en su aspecto histórico y efectivo–. Si a estas ideas que nos aparecen como absolutas les damos el nombre de «lo objetivo» puede considerarse como válida, en la vida histórica de nuestra especie, la ecuación siguiente: objetivo = masculino.
María Ángeles Durán ha mostrado hasta qué punto dicha manera de proceder ha impregnado la estructura social, la vida cotidiana y la acción política. Pero, sobre todo, ha puesto en evidencia cómo ha moldeado la ciencia, y cómo resultan sesgados instrumentos de medición tan centrales para las sociedades contemporáneas como la Contabilidad Nacional o el Producto Interior Bruto.
La aventura en que se ha embarcado supone un cambio de paradigma que conlleva algunas rupturas conceptuales y epistemológicas. Dicho de una manera más sencilla: al desplazar el foco e iluminar, mediante este movimiento, todo lo que desde la perspectiva de la desigualdad de género, se encuentra en penumbra o resulta directamente invisible, emergen nuevos fenómenos sociales. El itinerario científico así emprendido ha combinado una triple tarea:
– el análisis ideológico –desvelar las trampas de los espejos con las que hemos contemplado los fenómenos y procesos sociales durante milenios–;
– la elaboración de un vocabulario adecuado, un nuevo diccionario social, tal y como ha hecho con los conceptos de economía, trabajo, enfermedad, conciliación, y
– la construcción de nuevos instrumentos de registro y medida, como las escalas (de Madrid), la contabilidad satélite o las encuestas de uso del tiempo.
En este sentido, afirma María Ángeles Durán: «Hay que cambiar la visión de qué es economía, desarrollo y progreso. No puede interpretarse el desarrollo principalmente en términos de pib, porque los Sistemas de Cuentas Nacionales actuales solo se refieren a las mercancías y no miden lo que les sucede a las personas. El cuidado, una actividad vital para las sociedades, resulta casi invisible para los instrumentos macroeconómicos en que se basan gran parte de las decisiones políticas».
Propuestas como esta –un cambio de visión– son particularmente pertinentes hoy, en un mundo en el que la crisis del modelo de desarrollo económico imperante muestra la insensibilidad de este y el des-precio hacia los costes humanos y el cálculo del sufrimiento. Tal vez, si se moviera el foco hacia las personas y hacia sus necesidades de cuidado, se podría reorientar la economía en una dirección más satisfactoria.
EL TRABAJO NO REMUNERADO Y SU CONTRIBUCIÓN AL BIENESTAR SOCIAL
De puertas adentro , el libro que marcó su consagración científica, al contrario de lo que podría hacer sospechar su título, no versa sobre las mujeres y sobre los espacios domésticos, sino sobre la estructura y la realidad social, sobre las condiciones materiales de existencia. En lugar de centrarse en las grandes instituciones públicas o en el mercado, toma como punto de anclaje y de partida, los ámbitos privativos (pero socialmente impuestos) de las mujeres (DPA: 20). Desde esa atalaya, se revela el carácter público del espacio privado. No solo porque «la construcción de la intimidad se realiza desde el poder y las reglas y las obediencias se instauran hasta en el último reducto», sino también porque sin las actividades de dicho dominio no podría sostenerse la esfera pública; sin el trabajo no remunerado, la parte oculta del iceberg no podría mantenerse a flote el sistema en su totalidad (DPA: 20).
Al identificar como trabajo el conjunto y volumen global de actividades mediante las cuales se transforma el entorno y se produce la vida social y humana, y al analizar la organización de estas en las sociedades contemporáneas, se observa que estas se diferencian en trabajo remunerado o monetizado y trabajo no remunerado o no monetizado.
La exhaustiva investigación de María Ángeles Durán ha mostrado que el tiempo destinado a trabajo no remunerado (fundamentalmente trabajo doméstico) es mayor que el tiempo dedicado a trabajo remunerado, y que la mayoría de los recursos de trabajo se aplican actualmente –de manera especial en España– fuera del ámbito del mercado de trabajo (A, 102).
El volumen y alcance del primero –el trabajo remunerado– puede conocerse bien mediante la Contabilidad Nacional; pero el segundo es un gigante escondido. El interés de María Ángeles Durán por el valor del tiempo que no tiene precio (el valor de las actividades que no se hallan insertas en el mercado) ha brotado de la insatisfacción que surge al constatar que el trabajo necesario para la atención al ser humano es ignorado por las interpretaciones económicas y políticas.
Como consecuencia de esta insatisfacción –podría decirse «de este malestar»–, que toma como punto de apoyo la experiencia y la perspectiva de las mujeres, se produce un alud de interrogantes, tan solo aparentemente ingenuos: ¿Cuánto vale cambiar el pañal de un niño? ¿Cuánto hacer una paella? ¿Y soportar un atasco? ¿Cuánto cuesta –y a quién– cuidar a un enfermo que no puede moverse de la cama? ¿Por qué los investigadores otorgan un estatuto analítico a la cañada vacuna u ovina, a la producción de minerales, a las remesas de los inmigrantes, y en cambio ignoran la producción de bienestar que se realiza en los talleres domésticos?
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