Carlos Ominami, París, Francia
Agosto de 2021
Fortin, C., J. Heine, y C. Ominami. 2020. Latinoamérica: no alineamiento y la segunda Guerra Fría. Foreign Affairs Latinoamérica 20(3):107-115, julio-septiembre.
FPPE. 2020. Diálogo de ex Cancilleres. Alternativa Latinoamericana: No Alineamiento Activo. Foro Permanente de Política Exterior , 21 de agosto, en https://foropoliticaexterior.cl/encuentro-de-ex-cancilleres-sobre-no- alineamiento-activo-naa/
Global Policy. 2020. C. Fortin, J. Heine y C. Ominami. Latin America between a Rock and a Hard Place: The Active Non-Alignment Option. Global Policy, octubre, en https://www.globalpolicyjournal.com/blog/02/10/2020/latin-america-between-rock-and-hard-place-second-cold-war-and-active-non-alignment
Grupo de Puebla. 2019. Manifiesto del Grupo de Puebla: “Somos parte de la larga marcha de nuestra América Latina por su liberación”. Perfil , 11 de noviembre, en https://www.perfil.com/noticias/politica/manifiesto-grupo-puebla-dijo-somo-parte-de-la-larga-marcha-de-nuestra-america-latina-por-liberacion.phtml
IISS. 2020. C. Fortin, J. Heine y C. Ominami. Latin America between a Rock and a Hard Place: The Active Non-Alignment Option (en mandarín). Think Tank Digest. Institute of International and Strategic Studies, Peking University, 65, octubre, en http://en.iiss.pku.edu.cn/research/viewpoint/4106.html
IRIS. 2020. C. Fortin, J. Heine y C. Ominami. L’Amérique Latine, le non-alignement et la deuxième guerre froide. Analyse #1, Programme Amérique Latine / Caraïbe. Institut de Relations Internationales et Stratégiques Paris, Septembre, en https://www.iris-france.org › uploads › 2020/09
NUSO. 2020. C. Fortin, J. Heine y C. Ominami. El no alineamiento activo: un camino para América Latina. Nueva Sociedad , septiembre, en https://nuso.org/articulo/el-no-alineamiento-activo-una-camino-para-america-latina/
Ominami, C. 2019. Un no alineamiento activo. La Tercera, 9 de agosto, en https://www.latercera.com/opinion/noticia/no-alineamiento-activo/774839/
WII. 2021. C. Fortin, J. Heine y C. Ominami. “América Latina frente al mundo. La necesidad de una renovación conceptual de la idea de no alineamiento”. Wall Street International, 4 de marzo, en https://wsimag.com/es/economia-y-politica/65039-america-latina-frente-al-mundo
Introducción
El No Alineamiento Activo (NAA) como doctrina
Carlos Fortin, Jorge Heine y Carlos Ominami
“Vivimos en una era de alineamientos, no de alianzas”.
Parag Khanna 2008, 324
La palabra crisis es consustancial a América Latina. A lo largo de dos siglos de historia independiente, la región ha pasado por muchas crisis. Algunas gatilladas desde el exterior, otras autoinducidas, la mayoría generada en los intersticios de esa frontera entre lo internacional y lo interno. Según la Comisión Económica para América Latina (Cepal), sin embargo, la crisis de 2020-2021, con ocasión de la pandemia de covid-19, ha sido la peor en 120 años, esto es, desde que se lleva registro de estas cifras. En 2020 la economía de la región se contrajo en un 7.7% (versus un 3.5% para la economía mundial); el ingreso per cápita cayó a los niveles de 2010, y los niveles de pobreza a los de 2006. Como resultado de ello, en 2021 un 33.7% de la población de la región, uno de cada tres latinoamericanos, vive bajo los niveles de pobreza (Cepal 2021). Todo indica que la región enfrenta otra década perdida, esta vez entre 2015 y 2025, ya que el quinquenio 2015-2019 fue de lento crecimiento. Aunque la pandemia ha afectado a todo el mundo, ha habido regiones que han ganado (como Asia Oriental), y otras que han perdido (como América Latina), con esta catástrofe humanitaria. El panorama de una región estancada, presa de la trampa del ingreso medio, que cada treinta o cuarenta años atraviesa por una “década perdida”, en que todo lo logrado en diez años se desvanece, exigiendo comenzar de nuevo, es sobrecogedor, por decir lo menos.
¿Qué esperanza de futuro pueden tener los 650 millones de latinoamericanos en estas circunstancias?
Tal como la anterior “década perdida”, la de los ochenta, se desató por un acontecimiento más allá de sus fronteras (el alza de tasas de interés en los Estados Unidos en 1982, que llevó a la así llamada “crisis de la deuda”), lo mismo vale para la crisis actual, originada en un virus surgido en Wuhan, China. Una vez más, también, la crisis sorprendió a una América Latina fragmentada, dificultando una respuesta coordinada, que podría haber morigerado sus efectos (González et al. 2021). Lejos de algo adjetivo, la inserción internacional de la región es central a su desarrollo y progreso.
América Latina y el mundo
De ahí la urgencia de re-evaluar la forma en que América Latina se ha relacionado con el entorno internacional y cómo ha reaccionado a sus desafíos. Desde los inicios de la independencia, los países latinoamericanos aspiraron a una mayor autonomía, para gestionar su propio desarrollo y avanzar hacia un mejor nivel de vida para sus pueblos. Ello no siempre ha sido posible, y, desde un comienzo, esta aspiración enfrentó los obstáculos propios de una relación desigual, y, en algunos casos, dependiente, de potencias como los Estados Unidos en las Américas, y como el Reino Unido, España, Alemania y Francia.
Y como han señalado Deciancio y Tussie (2019), el regionalismo no fue inventado en Europa. Lo fue en la América morena. Desde los albores de la independencia, a comienzos del siglo XIX, el proyecto regional fue visto como plataforma para esa tan ansiada autonomía. La noción de Patria Grande corre como hilo conductor desde entonces hasta nuestros días, con alzas y bajas, sufriendo embates de todo tipo, pero siempre resurgiendo con renovado ímpetu. En su expresión más reciente, esto es, en las últimas seis décadas, este regionalismo ha tenido ciertas características sui generis , que le han dado su sello (Briceño Ruiz, 2019). Si bien la vocación regionalista ha fluctuado, y la regla ha tendido a ser que es bien vista por los gobiernos progresistas y mirada con recelo por los conservadores, no dejan de darse ciertos elementos comunes.
La primera de ellas es la afirmación de la identidad latinoamericana. En contra de una escuela que tiende a negar incluso la propia existencia de tal cosa, sosteniendo que todo lo que hay es un puñado de países vecinos, muy distintos entre sí, los impulsores de las distintas entidades regionales parten de la base de la existencia de una comunidad que comparte una historia, un pasado colonial, una condición mestiza, y, en la mayoría de los casos, una lengua y una religión –el “extremo Occidente”, en la expresión de Alain Rouquié (1989).
Otra, es la desconfianza hacia organismos supranacionales, con una clara preferencia por entidades intergubernamentales. Bajo el pretexto de una mal entendida austeridad presupuestaria, y, en estas últimas décadas, abrazando el dogma neoliberal, las entidades de integración económica regional, así como las de cooperación política, han operado sin secretariado permanente, o, si lo han tenido, uno de minimis.
A su vez, la estrategia seguida por los entes regionales latinoamericanos ha sido más bien defensiva que ofensiva . En otras palabras, de lo que se ha tratado es de proteger el espacio latinoamericano, más que de incursionar en objetivos más ambiciosos como, por ejemplo, el logro de la paz mundial (Deciancio y Tussie 2019). Ello parecería reflejar un reconocimiento implícito de las limitaciones inherentes a la condición de la región en el orden internacional.
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