Los objetivos diplomáticos de William H. Seward, secretario de Estado bajo Lincoln y Jonnson (1861-1869), eran inicialmente mucho más ambiciosos: incluían tratados de comercio con países como Hawai’i y la adquisición de territorios estratégicos en el Caribe como las Islas Vírgenes. Pero la creciente oposición del Congreso a la política doméstica de la administración Johnson obstaculizó casi todas sus iniciativas en el exterior, con la excepción de la adquisición de Alaska a Rusia en 1867 4.
Después de las elecciones del otoño de 1866, el Partido Republicano aumentó su abrumadora mayoría en ambas cámaras del Congreso. Una vez que sus líderes se convencieron de que el presidente Johnson ejercía una obstrucción sistemática del programa legislativo de la Reconstrucción, trataron de procesarlo. Aunque el procesamiento del presidente no prosperó en el Senado, los líderes republicanos paralizaron sistemáticamente todas las iniciativas de la administración en el exterior, denegando tanto la ratificación de tratados como la autorización de gastos 5.
La acción exterior de la administración Grant (1869-1877) también encontró obstáculos insuperables en el Congreso 6. Pero su principal problema fue la coexistencia durante varios años de una diplomacia presidencial al margen del Departamento de Estado. No obstante, después de la derrota en el Congreso de la principal iniciativa diplomática de la Casa Blanca —la anexión de Santo Domingo—, el presidente intervino cada vez menos en política exterior. Después de la reelección de Grant en 1872, su secretario de Estado, Hamilton Fish, dirigió sin oposición la diplomacia norteamericana.
Ulysses S. Grant
Fuente: NARA
La administración se enfrentó a lo largo de su mandato a la Guerra de los Diez Años en Cuba (1868-1878), pero ese no sería su único quebradero de cabeza 7. Fish abandonó los planes más ambiciosos de Seward y se concentró en resolver los litigios pendientes y aumentar la influencia norteamericana en sus áreas de acción tradicionales. Pero los escándalos de corrupción y la depresión económica de 1873 disminuyeron considerablemente su autoridad. A pesar de sus esfuerzos, el ejecutivo republicano sólo cosecharía dos victorias diplomáticas rotundas durante sus ocho años de gobierno: la resolución de las reclamaciones contra Gran Bretaña mediante el Tratado de Washington de 1871; y la ratificación de un tratado de reciprocidad comercial con Hawai’i que estrechó decisivamente las relaciones con el archipiélago en 1875 8.
Hamilton Fish
Fuente: NARA
La descalificación internacional de España
Después de la victoria de la Unión en la Guerra Civil norteamericana, la política exterior española en América quedó a la deriva. Los últimos gobiernos isabelinos tuvieron que revertir su política de intervención en América Latina y concentrarse en la protección de las colonias del Caribe 9.
La Revolución Gloriosa de 1868 daría comienzo a un proceso de descalificación internacional de España en Europa 10. Al mismo tiempo que la Revolución triunfaba en la Península, en Cuba estallaba una insurrección independentista que daría lugar a la Guerra de los Diez Años (1868-1878). Este conflicto condicionaría las relaciones con los Estados Unidos hasta la Restauración: durante una década, las tropas españolas en la Gran Antilla combatieron a los insurgentes cubanos, que recibían armas y efectivos desde los Estados Unidos y otras naciones de la cuenca del Caribe, en una extenuante guerra de guerrillas 11.
El ambiguo rol de España en el estallido de la Guerra Franco-Prusiana (1870-1871) y su neutralidad durante el conflicto marginaron a la nueva monarquía de Amadeo I (1870-1873) en la política europea. No obstante, la evolución posterior de su política exterior sigue sin conocerse bien 12. En América Latina, el nuevo régimen consiguió restablecer las relaciones diplomáticas con México y reducir el apoyo mexicano a los insurgentes cubanos antes de que Amadeo I abdicase 13. Sin embargo, los regímenes que le sucedieron sólo tendrían tiempo de pensar en su supervivencia. La Primera República —proclamada después de la abdicación de Amadeo I en febrero de 1873— nunca fue reconocida por las monarquías europeas. El régimen republicano naufragaría en menos de un año, lastrado por la división republicana, el estallido de una guerra carlista en el norte y una insurrección cantonal en el sur 14.
En enero de 1874, el golpe de Estado del general Pavía estableció una dictadura con el general Serrano al frente que tampoco llegaría al año de existencia. El nuevo régimen fue incapaz de acabar con la guerra carlista en el norte de la Península y vio deteriorarse su situación en Cuba, aunque disfrutó de un reconocimiento internacional del que habían carecido sus predecesores. En última instancia, el constante deterioro militar convenció a los generales monárquicos de acabar con el experimento: en diciembre de 1874, el general Martínez-Campos proclamó rey a Alfonso de Borbón, hijo de Isabel II 15.
Aunque su perfil conservador le garantizó un amplio reconocimiento internacional, la Restauración encontró muchos obstáculos para no sucumbir como los regímenes que le habían precedido. El hombre fuerte de la nueva monarquía, Antonio Cánovas del Castillo, llegaría a coquetear con una intervención europea para acabar con la guerra carlista en la primavera de 1875 16. El nuevo régimen también tropezó con la oposición de la Santa Sede cuando concedió la tolerancia a los cultos no católicos en la Constitución de 1876 17. Pero tras la derrota de los carlistas ese mismo año y el consiguiente desembarco de refuerzos en Cuba, la Restauración se convirtió en el primer régimen español en seis años que pudo empezar a pensar en algo más que su inmediata supervivencia.
Las percepciones entre España y los Estados Unidos
La imagen de España en los Estados Unidos
Las fuentes de información sobre España en los Estados Unidos empezaron a mejorar después de la Guerra Civil norteamericana. El personal diplomático siguió siendo reclutado por motivos políticos pero, por primera vez, algunos de sus miembros publicaron testimonios sobre sus experiencias en la Península. Por su parte, la generalización de los viajes transatlánticos incrementó el interés en España 18. Cada vez más viajeros norteamericanos empezaron a desviarse de la ruta principal (Gran Bretaña, Alemania, Francia) para visitar la Península, atraídos por el exotismo del país.
John Hay, secretario de la Legación entre 1869 y 1870, publicó en 1871 un ensayo sobre su experiencia española que se reeditaría durante décadas 19. Castilian Days estableció el modelo a seguir por todos los libros de viajes sobre España, incluyendo entre sus características la censura de costumbres españolas pintorescas como la tauromaquia, la admiración por la cultura española del pasado y la esperanza en el futuro republicano de España 20.
Esa esperanza nació en 1868. Hasta ese momento, las percepciones sobre España en los Estados Unidos sólo se habían basado en la leyenda negra y en las imágenes construidas por una serie de intelectuales interesados en España: Washington Irving, William H. Prescott, Henry W. Longfellow, George Ticknor, Mary Mann o Caleb Cushing. Estos hispanófilos admiraban la cultura española del pasado, pero su juicio sobre la situación contemporánea era completamente condenatorio: España era un país en un proceso de decadencia irremediable 21. Ningún acontecimiento alteraría tanto esas imágenes de España como la Revolución Gloriosa. El destronamiento de la monarquía de Isabel II y el establecimiento de un régimen democrático reavivaron el interés por el presente español y convirtieron a algunas figuras contemporáneas en mitos a la altura de los héroes literarios del pasado.
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