FÁBULAS CÓSICAS
Sánchez Álvarez, Andrea
Fábulas cósicas / Andrea Álvarez Sánchez, autora.
- - Cuernavaca, México : Libera, 2021
1a. edición
280 p. : ilustraciones ; 8.5 x 11 cm
ISBN: 978-607-98993-1-8 (libro impreso)
ISBN: 978-607-98993-2-5 (e-book)
T. 1. Cuentos T. 2. Fábulas
PQ7297.A48 F33
Diseño de portada e interiores
DANIEL DOMÍNGUEZ MICHAEL
FÁBULAS CÓSICAS
DR © Andrea Álvarez Sánchez
DR © Libera Desarrollo Humano, A.C.
Beltrán y Puga, 214, frac. Insurgentes, col. Chamilpa,
c.p. 62200,
Cuernavaca, Morelos, México
www.libera.org.mx
liberadesarrollohumano@gmail.com
Primera edición, 2021
ISBN (libro impreso): 978-607-98993-1-8
ISBN (e-book): 978-607-98993-2-5
Hecho en México / Made in Mexico
Reservados todos los derechos. Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio, sin la autorización por escrito del titular de los derechos.
Índice
EL ATRAPASUEÑOS EL ATRAPASUEÑOS
HISTORIA DE UNA COPA HISTORIA DE UNA COPA
UNA PIEDRA UNA PIEDRA
LA PELOTA LA PELOTA
EL CALCETÍN
LA CAJA DE PETRI
EL ORINAL DE LA BARONESA
LA MARIONETA
TIENDA DE FILTROS
UN CANDADO BALADÍ
EL EDIFICIO
UN GUION CINEMATOGRÁFICO
LA O
EL ARCHIVERO
EL CUERPO
SERPIENTES Y ESCALERAS
Para Sabina y Blas
Atrapasueños estaba deprimido porque los habitantes de la casa lo habían olvidado. En la mudanza se llevaron todo, menos algunos triques viejos, entre ellos, él. No podía creer que, después de tantos años de servicio atrapando sus más íntimos sueños, lo hubieran abandonado. Pero todavía no perdía la esperanza, imaginaba que regresarían por él algún día. Se negaba a aceptar su realidad, a pesar de que sus dueños se habían marchado desde hacía mucho tiempo.
Sin sueños que atrapar su vida no tenía sentido. Entonces pensó en sus orígenes:
«Soy un atrapasueños, estoy hecho de piel, madera de sauce, hilo, piedras y plumas. Soy un instrumento de la medicina chamánica, mi misión es tomar los sueños buenos en mis hilos y filtrar los malos para que se disuelvan en el vacío del gran misterio. Mis ancestros provienen de tribus indias del norte de América, pero hoy mi símbolo se profanó.
«Aunque en esencia soy un verdadero atrapasueños, me fabricaron y vendieron como un mero adorno. Así llegué a esta casa y a este penoso olvido».
Atrapasueños estaba indignado, entristecido y su amor propio se comenzó a derrumbar. En sus buenos tiempos atrapaba sueños de una familia completa: del padre, la madre, los niños y de un bebé. Se sentía orgulloso de su labor; desde dulces sueños hasta pesadillas pavorosas, los capturaba sin dudar. Sin embargo, su situación actual era muy precaria. Estaba desesperado. A él nunca le enseñaron qué hacer en tal circunstancia. Así, quedó a la deriva, en una casa vacía. Su tristeza creció y se convirtió en depresión con el paso del tiempo. Incluso el viejo reloj había cesado de marcar la hora. Aunque sobrevivía de pequeños sueños de moscas y cucarachas, ahora ya ni eso pasaba en la casa.
Sólo polvo, pero el polvo no sueña, ¿o sí?
Una noche de tormenta el viento sopló tan fuerte que rompió un ventanal; tumbó varios objetos y sacudió al atrapasueños, incluso se llevó alguna de sus plumas.
«Algo está sucediendo», pensó. Al poco tiempo entró silenciosamente un gato por la ventana rota; sigiloso deambuló lento por aquí y por allá; lo dudó un momento, pero al fin se acostó justo debajo de él.
Atrapasueños estaba entusiasmado, quieto como piedra, rezó para que el gato se quedara dormido. El felino se acurrucó y concilió lentamente el sueño. Para su regocijo, pudo atrapar un hermoso sueño gatuno.
Por el vidrio horadado fueron entrando diversos animales que se instalaron en la casa abandonada: un cerdo, unas moscas, una jirafa, un cocodrilo y hasta un elefante.
Atrapasaueños estaba eufórico y no se daba abasto con tantos sueños por depurar. Fue cuando volvió a ser estrella y mar; fantasma y luz; árbol y reloj; arcoíris y nota musical, y cualquier imagen que sólo en los sueños se puede encontrar.
Un estruendo lo despertó. Atrapasueños se había quedado dormido. Miró a su alrededor. No había vidrio roto, ni gato, ni moscas, ni cerdo, ni jirafa, ni cocodrilo, ni elefante.
Él seguía lleno de polvo, todo estaba igual e inamovible.
«¿Qué habrá pasado?», se preguntó. Después de meditarlo, entendió que se había quedado dormido y todo había sido un sueño propio.
Un atrapasueños jamás duerme; lo aprendió desde pequeño. ¡Qué hubieran dicho su madre o sus maestros! A él lo educaron para estar siempre despierto y atento para atrapar sueños en cualquier momento: «No dejes que se te vaya un sueño nunca. Si quieres tener éxito, no te duermas jamás», le decían.
Nunca imaginó que esto pudiera pasar. Dormir y soñar… un terreno desconocido, un nuevo paradigma aparecía frente a él.
Y entonces lo entendió, todos estaban equivocados.
¡Atrapasueños podía capturar sus propios sueños!
Esto era lo más asombroso que jamás hubiera imaginado: alimentarse de sí mismo, volverse autosuficiente. Ya no necesitaba esperar a nadie para sobrevivir.
Aunque siempre estaría feliz atrapando algún sueño ajeno en su red.
I
Era una copa de bar. Llevaba toda su vida en aquel lugar donde había servido a la clientela cotidianamente por años. El fino borde de su cáliz había pasado por un sinnúmero de labios.
«Soy una copa de vino. Estoy hecha de cristal delgado. Soy transparente y frágil. Sirvo para contener el elixir. Soy como una copa debe ser: tengo un pie como base, mis curvas son ergonómicas, perfectas para una mano, mi fondo es redondo para ayudar a airear el vino y dejar que despida su aroma. Además, termino en forma cónica para que no se escape la esencia del líquido que albergo. Mi tallo es suficientemente largo para que no me tomen del cáliz, pues de lo contrario, se calienta el contenido. Claro que la mayor parte de los bebedores me sostienen así, porque no lo saben».
Después de tanto tiempo de servir, había escuchado cientos de conversaciones, lo que le despertó un anhelo por conocer el mundo más allá de esa taberna. Se había dado cuenta que estaba cansada de ser tan ordinaria, sin aspiraciones, sin metas en la vida.
«Aparte de embriagar a otros, me embriago yo misma. Estoy tan habituada a esto que lo considero parte de mí. Pero estoy harta, harta de ser lo que soy, harta de sentirme parte de una trampa y una mentira, porque cada día que pasa siento que desperdicio mi vida en este lugar absurdo que me inunda de soledad».
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