La tradición secular de composiciones inscritas en círculos fue una constante en el mundo bizantino e islámico. En Bagdad se fabricaban telas de este tipo muy preciadas que debieron de llegar desde muy pronto a los mercados occidentales. Con marchamos de la ciudad en forma de inscripción identificativa, se conocen como attabi –en alusión al barrio textil bagdadí–, baldaquíes y diaspros , término con el que se citan en inventarios medievales. 80 Estos tejidos constituyeron una seña del prestigio de la dinastía abasí y provocaron una ola orientalizante en la decoración textil en centros que imitaron su producción. De procedencia bagdadí se ha venido considerando un tejido de San Isidoro de León fechado a finales del siglo X o comienzos del siglo XI con la inscripción en el círculo «hecho en Bagdad para Abu Bakr» y decorado con elefantes afrontados con leones sobre sus lomos en los que se posan aves. Pero los diaspros en técnica de lampas con brochados de hilos metálicos para ejecutar algunos detalles se imitaron en los talleres andalusíes, posiblemente en Almería, donde se menciona su producción. La copia de diseños se justifica por la amplia demanda de productos que causan impacto y se ponen de moda, por lo que en los tratados de hisba se regula la producción y se prohíben las imitaciones. La gran demanda de los reinos cristianos de estas palia rotata llevó a la imitación de sedas andalusíes en Lucca en el siglo XIII, exportadas a Castilla desde Génova y mencionadas en la documentación como spanish bagadelli . 81
De procedencia almeriense parece ser el tejido de San Pedro de Osma procedente de su sepulcro en la catedral de Burgo de Osma, donde fue enterrado en 1109, terminus post quem , para establecer la cronología de la pieza. Decorado con parejas de leones que muerden arpías inscritos en círculos, la inscripción que bordea las rotatas menores dice: «Esto es de lo hecho en Bagdad, guárdelo Dios», pero la grafía presenta elementos propiamente hispanos, por lo que se considera una falsificación. 82 En técnica y colorido es afín a otras piezas de esta serie, como el estrangulador de leones , procedente de la dalmática de San Bernardo Calbó, obispo de Vic entre 1233 y 1243, o las telas del relicario de Santa Librada de la catedral de Sigüenza. En la iglesia Quintanaortuño (Burgos) se conserva la casulla de San Juan de Ortega , decorada con leones adosados apresando ciervos y una banda de tiraz con la leyenda «asistencia de Dios para el emir de los musulmanes, Alí [...] labor de Sammaāk». La inscripción no solo es honorífica a Alí ben Yúsuf (1106-1143), lo que permite datar los tejidos de esta serie, sino que identifica al tejedor, dato menos frecuente en estas piezas. Si bien la mayor parte de los tejidos de lujo se adquirirían mediante el comercio, piezas del tiraz real como esta o el mencionado almaizar de Hisam II pudieron formar parte de regalos diplomáticos o llegar a los territorios cristianos como botín de guerra.
Desde mediados del siglo XII la moda de las palia rotata parece agotada y aunque no desaparecen del todo, como queda de manifiesto en piezas procedentes de los enterramientos de Las Huelgas de Burgos ( tapa del ataúd de Fernando de la Cerda o forro del ataúd de María de Almenar ), se van imponiendo otros diseños decorativos que irán ganando terreno a lo largo de los dos siglos siguientes, como es el caso de pequeños motivos vegetales y animales incluidos en esquemas poligonales, estrellados o lobulados ( manto de Fernando, hijo de Alfonso X , Museo de Telas Medievales del monasterio de Las Huelgas, Burgos). En las manufacturas del oriente musulmán se ponen de moda los motivos asimétricos de origen chino, 83 pero también las telas a rayas o raqm 84 formadas por franjas de distinta anchura y color y que pueden contener motivos variados. En al-Ándalus alternan los tejidos con los diseños seculares junto a las nuevas modas que se van introduciendo en piezas de calidad con una compleja y variada técnica donde incluso se observa la combinación de más de una en la misma pieza: lampas, taquetés, samitos y tapicería a los que se une la técnica de paños de arista ( pannus de areste ) con ligamento de sarga en el que interviene una urdimbre y al menos dos tramas formando un entramado en espiguilla o espina de pez, 85 como el tejido de la capa de San Fructuoso (catedral de Roda de Isábena, Huesca). En estos paños ricos, con la seda se combinan hilos metálicos en abundancia en composiciones donde la figuración se minimiza y mimetiza entre el resto de los motivos geométricos, entrelazos, figuras estrelladas e inscripciones distribuidos en bandas, dando como resultado las que se nombran en la documentación como telas listadas, viadas o bastonadas. Si bien los motivos que conforman la decoración de estos tejidos se han interpretado como una evocación al arte andalusí de los siglos anteriores, 86 como en los roleos de la dalmática de Rodrigo Ximénez de Rada (monasterio de Santa María de Huerta, Soria), que recuerdan los cuerpos tapizados de los bronces califales, parece más bien que este tipo de decoraciones densas, donde los motivos de reducido tamaño contenidos en estructuradas formas geométricas o lobuladas se diseminan sobre la superficie del tejido o se distribuyen en franjas, se extendieron desde Oriente. 87 En el panteón real del monasterio de Santa María la Real de Huelgas en Burgos las telas exhumadas conforman un magnífico muestrario de la producción textil entre 1170 y 1340, donde se aprecian estos cambios. 88
Junto a las telas de producción ibérica también se han localizado en estos sepulcros tejidos con marchamos de importación, como el forro del ataúd de Alfonso de la Cerda , con decoración en bandas en las que alternan la epigrafía y motivos estrellados. 89 De estos tejidos viados hay excelentes muestras en la colección de Las Huelgas, por lo que parece claro que se imitaron en los telares andalusíes, como las ropas de doña Berenguela , el pellote de Leonor de Castilla , la cofia del infante Fernando de Castilla , el forro del ataúd de Fernando de la Cerda , la almohada de Leonor de Castilla , la almohada de María de Almenar , o el sudario de doña Mencía de Lara (monasterio de San Andrés del Arroyo, Palencia) y la dalmática de don Rodrigo Ximénez de Rada (monasterio de Santa María de Huerta, Soria). Estas imitaciones en seda y oro son propias de industrias sofisticadas que interpretaron con creativas variaciones los tejidos orientales, con lo que se redujo la demanda de estas piezas y se abarató su coste. No obstante, su uso fue exclusivo de los círculos aristocráticos. Es razonable pensar que la potente industria andalusí tuviera que adaptarse a los nuevos gustos para satisfacer a una clientela entre la que estaban los reinos cristianos hispanos y europeos, y no solamente en los talleres hispanos se imitaron estas telas importadas que hicieron cambiar los gustos aristocráticos, sino que en las manufacturas italianas también se produjo este proceso de emulación de modelos orientales. 90
Las altas jerarquías eclesiásticas, la nobleza y la monarquía de los reinos cristianos serán importantes clientes, ya que adquirieron telas estandarizadas realizadas en serie con idénticas composiciones, medidas y variaciones en motivos y colores, 91 o realizaron encargos, como es el caso de las piezas blasonadas o scutuladas , clara muestra de una condición social – manto y aljuba de Fernando de la Cerda (Museo de Telas Medievales, Burgos), manto de Fernando III (Armería del Palacio Real, Madrid), capa del arzobispo don Sancho de Aragón (Museo de Textiles y Tapices, catedral de Toledo).
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