De nuevo Sigov lo expresa perfectamente: «La escatología bíblica arrebata a la utopía comunista su prerrogativa principal: el derecho exclusivo a un porvenir radiante. La atracción de una pseudo-escatología secular para numerosos intelectuales occidentales se refleja muy bien en la famosa divisa de Jean-Paul Sastre: el marxismo es el horizonte infranqueable de nuestro tiempo. Las ideologías utópicas, descritas por Ernst Bloch en su libro El Principio Esperanza, pretendían la exterminación final de la doctrina bíblica de la historia santa orientada hacia el advenimiento del Mesías. Después de 1968 el mundo aparecía bajo el imperio de la Utopía sobre las conciencias y los pueblos, de Cuba a Europa oriental». [12]Pero, continúa a renglón seguido Sigov, «Al mismo tiempo, he aquí lo que podíamos leer en la Enciclopedia editada por el Instituto de Filosofía de la Academia de las Ciencias de la URSS:
Las catástrofes históricas que sumergen al pueblo judío (el exilio de Babilonia de 568 de antes de nuestra era, la destrucción de Jerusalén por los romanos en el año 70 de nuestra era, la derrota de la rebelión de Bar-Kokhba y las sangrantes represiones anti-judías de 135) refuerzan el interés hacia la escatología: la historia dirigida por Dios debe trascenderse a sí misma en el advenimiento de los ‘cielos nuevos’ y de la ‘tierra nueva’ (Is. 65,17) en el advenimiento del ‘siglo a venir’… (Constantin Sigov, citando a Averintsev en su artículo sobre la escatología en la Enciclopedia)».
Esta tensión entre la iglesia particular y la iglesia universal que ha transitado a lo largo de toda su historia adquiere en la actualidad de un mundo globalizado, e instantáneamente interconectado, una acuidad que nunca tuvo. De ahí que mirando al futuro, en este orden de cosas, varias cuestiones clave se plantean en la actualidad a las confesiones religiosas. Pensamos, en concreto en la Iglesia católica, en cuál será su modelo dominante, si poniendo el acento en una iglesia «nacional» o en una universal sin arraigo en el ámbito geográfico donde ejerce su trabajo, con las variantes intermedias que esta polarización permite. Pensamos también en las relaciones interreligiosas, así como en las relaciones entre creyentes y no creyentes en un estado laico a tenor de las diferentes formas de entender la laicidad.
3. CUATRO MODELOS DE CRISTIANISMO (CATOLICISMO) Y SU POSIBLE FUTURO INMEDIATO
Comencemos por la primera de las cuestiones: ¿cómo vivir la dinámica particular-universal dentro del cristianismo? Proponemos cuatro modelos de cristianismo (catolicismo) en la relación fe-cultura, en el futuro, en la sociedad globalizada de hoy, bajo los términos de «cristianismo desencarnado», «sectas o guetos», «cristianismo identitario» y, por último, «cristianismo encarnado e histórico».
1. Para el «cristianismo desencarnado» lo esencial estará en la vida de oración, personal o comunitaria, que puede convertirse en, prácticamente, la única marca definitoria de su condición religiosa. (No tengo en cuenta aquí las vocaciones monásticas contemplativas). Cabría decir que la actividad profesional y la implicación cultural, social o política, en la medida en que se den, estarán desligadas de su fe religiosa, más allá de una ética individual que puede ser incluso ejemplar. En este modelo, la dimensión universal de la religión es claramente superior a la dimensión local o particular.
El investigador de las relaciones entre lo político y lo religioso, y director del CNRS francés, Olivier Roy, en un incisivo trabajo reciente, ha emitido la hipótesis central de que vivimos tiempos en los que se difumina el vínculo entre cultura y religión. Ya el subtítulo de su libro lo refleja claramente: «el tiempo de la religión sin cultura». [13]Una de las formas, no la única como veremos inmediatamente, en la que se produce esta difuminación entre lo cultural y lo religioso nos lo ofrecen las manifestaciones religiosas espiritualistas que Roy denomina fundamentalistas o carismáticas cuando afirma que «está claro que, en todos los casos, son las formas llamadas fundamentalistas o carismáticas de las religiones las que han experimentado un desarrollo más espectacular, ya sean los evangelismos protestantes o el salafismo musulmán. Un mismo fenómeno de radicalización ortodoxa recorre la Iglesia católica y el judaísmo, e incluso el hinduismo. El fundamentalismo es la forma de lo religioso mejor adaptada a la globalización, porque asume su propia deculturación [pérdida de identidad cultural] y hace de ella el instrumento de su pretensión de universalidad». [14]
Un apunte actualizado sobre la presencia en España de los denominados nuevos movimientos de ámbito católico, con especial referencia a los neocatecumenales, lo encontramos en el trabajo de Virginia Drake. Se expresa así: «Las cifras que se ofrecen a continuación han sido facilitadas expresamente para la publicación de este libro desde las propias instituciones; en muchos casos, calculando el número de comunidades formadas y la media de personas que participan en ellas. Hay que decir —añade Virginia Drake— que en los centros de coordinación de la mayor parte de estas realidades eclesiales no existen registros en los que inscribirse, ni sus miembros realizan votos o promesas concretas exceptuando el Opus Dei y los Legionarios de Cristo». [15]
Por nuestra parte nos limitamos a transcribir las referidas a España (para el mundo entero la cifra total ofrecida es de 17.862.000 personas).
Instituciones |
Número de personas adscritas en España |
Camino Neocatecumenal |
300.000 |
Adoración Nocturna |
52.000 |
Renovación Carismática |
40.000 |
Movimiento Focolar |
40.000 |
Opus Dei |
30.000 |
Legionarios de Cristo / Regnum Christi |
4.000 |
Comunión y Liberación |
3.000 |
Total |
469.000 |
En este modelo estaríamos ante un cristianismo que se expresaría de la misma forma en España que en América Latina, en la India o en el corazón de África, casi con la única excepción del idioma. Vemos escaso porvenir a esta modalidad de cristianismo a medio plazo, pese al auge que parecen experimentar estas manifestaciones de lo religioso en nuestros días. Nuestra hipótesis es que, más pronto que tarde, algunas de estas corrientes religiosas corren el riesgo de traspasar el límite hacia el modelo de secta (en sentido sociológico del término) o de gueto, también de signo fundamentalista.
2. El modo «secta o gueto» se caracteriza por la actitud de quienes hacen gala de vivir separados del mundo; mundo que sería perverso o, al menos, con intrínseca necesidad de purificación. La salvación pasaría por formar parte del grupo de pertenencia, «su» iglesia. Esta idea está más extendida de lo que cabe suponerse y no se limita a minoritarios grupos extremistas. Por ejemplo, la expresión de «los cristianos, únicos depositarios de la única verdad», a la que se añade la máxima de que «fuera de la Iglesia no hay salvación», la podemos encontrar, aunque que con matices y en evidente intento de rebajar la rotundidad de la exclusión, en el mismísimo Catecismo de la Iglesia Católica. [16]
Sin embargo, en esa misma Iglesia católica encontramos textos que cuestionan lo que en el propio Catecismo se dice. Así en este texto teológico, pero de profundas consecuencia sociopolíticas, del anterior papa Joseph Ratzinger, escrito hace más de treinta años, se afirma: «¿En dónde consta que el tema de la salvación deba asociarse únicamente con las religiones? ¿No habrá que abordarlo, de manera mucho más diferenciada, a partir de la totalidad de la existencia humana? ¿Y no debe seguir guiándonos siempre el supremo respeto hacia el misterio de la acción de Dios? ¿Tendremos que inventar necesariamente una teoría acerca de cómo Dios es capaz de salvar, sin perjudicar en nada la singularidad única de Cristo? ¿No será quizás más importante entender internamente esa singularidad única y vislumbrar así, a la vez, la amplitud de su irradiación, sin que podamos definirla en sus detalles concretos?». [17]
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