60 Cf . R. Lanzas, ¿Fascismo..., op. cit ., pp. 185-189. Parece ser que Ruiz de Alda, que según Ledesma «vaciló ante ciertas proposiciones suyas», no fue del todo ajeno a las conversaciones que se produjeron al objeto de desplazar a Primo, aunque finalmente se inclinara por este último. De cuáles pudieron ser tales proposiciones no sabemos sino lo que Ledesma dice en las páginas referidas. Pero, por un informe de Cesare A. Gullino –fiduziarío para España de los CAUR- fechado en julio de 1934, pueden intuirse algunos de los puntos fundamentales de la solución de Ledesma. En tal escrito, en efecto, se afirma que, en el curso de una previsible escisión, Primo de Rivera, junto con Eliseda, serían seguidos por un 25 % de los afiliados, mientras que «el movimiento típicamente español, jonsista..., quedaría confiado a Julio Ruiz de Alda, Ramiro Ledesma y Juan Antonio Ansaldo». Cf. Relazione n.° 2. Organizazzione “FE de las JONS” , julio de 1934, Archivio Centrale dello Stato, Ministero della Cultura Popolare, busta 423.
61Como se recordará, la cláusula 4 adel acuerdo establecía que hasta 10.000 pesetas de la ayuda percibida podían ser libremente utilizadas por FE de las JONS; pero, a partir de tal cantidad, el 45 % debería destinarse a los «gastos de organización de las milicias» y otro 45 % alos de la «organización sindical obrera anti-marxista». En la 5 ase establecía que Goicoechea podía designar «un elemento técnico», con el «fin concreto y fijo de comprobar el incremento que Falange Española de las JONS pueda alcanzar merced a estas ayudas». Tal elemento, que debía actuar en contacto permanente con el mando de Falange, «principalmente en su aspecto militar y de choque», no debe confundirse con el «agente de enlace» del que se habla en la cláusula 7. El papel del último, que desempeñaría Pedro Sainz Rodríguez, era fundamentalmente político, mientras que el del anterior era más técnico y militar. Véase el texto del acuerdo en I. Gibson, En busca..., op. cit ., pp. 103-105.
62Véanse las dos notas anteriores. Como se habrá observado, las mencionadas cláusulas del «control» establecidas en el acuerdo parecían denotar una falta de confianza por parte de los alfonsinos en el destino que pudiera darse a los fondos. Tal voluntad de fiscalización venía a incidir, curiosamente, en uno de los motivos básicos de enfrentamiento en el seno de Falange. Por otra parte, la proximidad en el tiempo entre la crisis de julio -recuérdese la información de Gullino- y el pacto del mes siguiente parece indicar también la existencia de una relación entre ambos hechos.
63Tras su ruptura con Primo de Rivera, Ledesma fue a Bilbao a informar de lo ocurrido a Areilza, a quien puso al corriente de sus intenciones de sacar un nuevo semanario, La Patria Libre , y de publicar dos libros; lo que, teniendo en cuenta la anterior financiación a Ledesma de los «amigos bilbaínos» de Areilza, resulta bastante significativo. Cf . J.M. aAreilza, Así los he visto , Barcelona, Planeta, 1974, p. 94. Sainz Rodríguez, por otra parte, tras afirmar que leyó «en pruebas» el Discurso a las juventudes de España , señala que «de vez en cuando Ledesma recibía alguna ayuda para su organización, le regalamos una motocicleta para sus desplazamientos propagandísticos». P. Sainz Rodríguez, Testimonio y recuerdos , Barcelona, Planeta, 1978, p. 220. Ricardo de la Cierva ha llamado también la atención sobre el hecho significativo de que en el número 2 de La Patria Libre se hicieran grandes elogios de Gil Robles y Goicoechea. Op. cit ., pp. 563-564. Primo de Rivera fue posiblemente el primero en acusar a Ledesma de estar financiado por «millonarios archiconservadores», en su duro artículo polémico «Arte de identificar revolucionarios», en Textos..., op. cit ., pp. 441-442.
64 Cf., Textos..., op. cit ., pp. 437-438.
65 Ibidem , pp. 151-154.
66 Ibidem , pp. 171-173.
67 Ibidem , p. 161.
68 Ibidem , pp. 239 y ss.
69 Ibidem , pp. 557 y ss.
70 Ibidem , pp. 585-587, 706-708, 311, 852-853, 299.
71 Ibidem , pp. 424-425.
72 Cf ., J. Jiménez Campo, El fascismo en..., op. cit ., p. 126.
73Recuérdese su pertenencia en 1930 a la Unión Monárquica Nacional. El mismo 14 de abril de 1931 le veía reunido, en lo que parecía «un velatorio de la Monarquía», con personajes tan significativos como el marqués de Quintanar, Maeztu, Yanguas, Vegas Latapie y el conde de Guadalhorce, entre otros. Cf . E. Vegas Latapie, Memorias políticas. El suicidio de la Monarquía y la II República , Barcelona, Planeta, 1983, p. 106.
74 Cf., ¿Fascismo en..., op. cit ., pp. 223-226.
75 Cf. Textos..., op. cit ., pp. 105, 117, 266, 423 y 915.
76Al recurrir a la «poética de la revolución», Primo no hacía sino seguir un camino ya trazado por un D’Annunzio, un Mussolini o un Brasillach. Como ha señalado Mosse, «la política de la belleza se basa no sólo en la liturgia, sino también en la asunción como algo propio por parte de todos los fascismos de la necesidad de vitalismo, de élan , que hacia finales del ochocientos encontramos en Bergson, en Nietzsche y en tantos otros». Cf . G.L. Mosse, Intervista sul nazismo , Bari, Laterza, 1977, p. 126.
77 Cf., Textos..., op. cit ., p. 189.
78 Ibidem , pp. 229, 421-422, 669.
79Un informe del embajador italiano de mayo de 1933, referido a las JONS, es bastante explícito al respecto: por ahora la acción de las «JONS, aparte de la propaganda intelectual, se desarrolla en los numerosos conflictos estudiantiles... No toma parte activa en los conflictos sociales, no osa hacer frente a las organizaciones obreras socialistas y comunistas, ni emprender ninguna contraofensiva frente a las organizaciones terroristas anarquistas o comunistas-libertarias». Citado en I. Saz, «Falange e...», op. cit ., p. 245.
80 Cf., El fascismo en la..., op. cit ., pp. 195 y ss.
81 Cf . S. Ellwood, Prietas las filas..., op. cit ., pp. 54-58.
82 Cf . I. Saz, «De la conspiración a la intervención. Mussolini y el Alzamiento Nacional», en Cuadernos de Trabajo de la Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma , 15 (1981), pp. 334-339.
JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA Y EL FASCISMO ESPAÑOL
¿Quién fue José Antonio Primo de Rivera? La pregunta parece sencilla y sin embargo la respuesta podría merecer casi un tratado. Basta recordar algunos de los conceptos que aparecen en las múltiples biografías, completas o parciales, del personaje para reparar en ello. «El hombre, el jefe, el camarada» dice una de ellas. 83De su «pensamiento» en sus diversas vertientes, nos hablan varias. 84Al «jurista» o al «pensador» se refieren otras aproximaciones. 85No faltan referencias a su «ética» y aun a su «personalidad religiosa». 86El autor de la más clásica de sus biografías no pudo evitar el calificativo de «apasionada». 87Pero no faltan tampoco biografías «polémicas» o «no autorizadas». 88Algunos aluden explícitamente al enigma y nos hablan de «ese desconocido» y otros parecen partir «en busca» de nuestro personaje. 89Casi todos parecen coincidir en lo que nuestro hombre tenía de idealista y uno de sus últimos biógrafos traza el «retrato de un visionario». 90
Se comprenderá que tras esta simple muestra de referencias –en realidad casi infinitesimal en relación con el volumen de las existentes– renuncie yo aquí a todo intento de trazar una especie de perfil biográfico del personaje, de su vida o del conjunto de su obra, de su psicología o aptitudes. Mi propósito es más sencillo y tratará de ajustarse tanto al título de mi conferencia, esto es, a la relación entre José Antonio Primo de Rivera y el fascismo español, como al propósito general del curso, es decir al problema del lugar del personaje en relación con la guerra civil española.
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