A pesar de estas tensiones, el afán de los Reyes —tal vez con más ahínco la reina— fue proporcionar cuanto antes a su confesor un obispado, merced y dignidad a la que Talavera era reacio; se intentó proveerle de la diócesis de Salamanca, pero la petición fue desestimada por el Papa reinante Sixto iv. 44 Dos años más tarde, en 1485, hubo de aceptar el obispado de Ávila. 45
Sin embargo, poco pudo ocuparse de la diócesis abulense, ya que trazada y seriamente organizada la recuperación del reino y la ciudad de Granada, Fray Hernando, a instancias de la Reina, hubo de colaborar empleándose a fondo primero en la administración de algunos recursos fundamentales y extraordinarios para financiar la campaña granadina. Se obtuvo de Roma la bula de Cruzada, por lo que los beneficios económicos procedentes de la dispensa de indulgencias fueron empleados en los gastos de la guerra. Una prueba del alcance de la gestión y la deferencia de los monarcas hacia su consejero es que el monopolio de la impresión de esta bula se concedió al monasterio de Santa María de Prado, en donde fray Hernando había desarrollado la función de prior. Las rentas eclesiásticas jugaron también un papel importante, así como el gravamen a las minorías judaica y mudéjar y la contribución de la Santa Hermandad. Prácticamente todos estos recursos fueron administrados por Hernando de Talavera y Pedro Jiménez de Préxano, en función de comisarios generales. De este modo, conquistado el territorio granadino, en 1492 Talavera fue designado Administrador apostólico de la nueva diócesis de Granada y, un año después, al concedérsele la categoría arzobispal al nuevo territorio ganado por la cristiandad, en Talavera recae la dignidad de arzobispo. «La misión episcopal encomendada por los Reyes a Talavera trascendía los límites estrictamente pastorales […] era especialmente inseparable del gobierno temporal». 46 «Tenía governación de la ciudad y de la costa el señor conde de Tendilla, varón muy sabio y muy siervo de Dios: juntávanse el sancto arçobispo y el sabio y devoto conde y siempre entendían en cosas de servicio de Dios». 47 Para Avalle-Arce «Talavera y Tendilla son los dos últimos grandes ejemplos de mudejarismo , de convivencia y tolerancia dentro de la vieja y noble tradición hispana, que con ellos muere», según anotaría, años más tarde, un desencantado Hurtado de Mendoza en De la guerra de Granada : «esto se acabó con la vida de los viejos». 48
En el territorio granadino recuperado por Castilla, Talavera adoptó una elemental medida de convivencia basada en la organización catequética previa a la conversión y, a la vez, en el cuidado y provisión del sostenimiento económico de las instituciones religiosas musulmanas, antes de proceder a la evangelización. 49 Cuando la Inquisición comenzó a funcionar, Fray Hernando, como pastor de su diócesis, limitó en lo posible la jurisdicción de los inquisidores cordobeses. 50
Sin embargo, los vaivenes de la política castellana, la creciente intervención aragonesista, el declive físico y moral de la reina, la postergación de algunos de sus consejeros, la táctica religiosa y pastoral aplicada por el cardenal Cisneros, presente en Granada desde 1499, el establecimiento de la Inquisición en la ciudad con Diego de Lucero al frente, y la expulsión en 1502 de los musulmanes que rechazaban el bautismo concluyó con la tarea pastoral de Talavera que, sin embargo, se ajustaba en lo fundamental a lo estipulado en las Capitulaciones de Granada de 1492.
Acosado por la presión inquisitorial desde 1505 —esto es, un año después de la muerte de la reina Isabel— Hernando de Talavera fue inculpado de pecado de herejía y apostasía y de haberse opuesto en su día al asentamiento de la Inquisición. Un grupo formado por miembros de su propia familia, amigos y servidores fueron apresados y torturados. En la Academia de la Historia, y en los fondos de la Colección Salazar, A-12, ff. 33r-33v, se conserva una carta de Hernando de Talavera dirigida al Rey Católico en 1506, suplicando a Fernando que interceda por sus parientes. El arzobispo se declara consciente de su inocencia y de que se ha procedido injustamente contra ellos, por lo que «según mi pensamiento, los presos padecen sin culpa y que algunos confiessan o puede ser que confiessen lo que no hizieron viendo que para su deliberatión no tienen otro remedio». Se infiere que no es la primera súplica que sobre el grave asunto eleva al monarca. 51 Inmediatamente se inicia el proceso inquisitorial contra el arzobispo, durante el cual el rey Fernando —hostil a Talavera— y en apoyo del inquisidor Lucero, gestiona en Roma la prisión del arzobispo, lo que no llega a efectuarse por las diligencias de algunos defensores del arzobispo, entre ellos, Pedro Mártir de Anglería. A instancias del cabildo catedralicio, el protonotario y maestrescuela de Granada, Jorge de Torres elabora un memorial sobre el arzobispo, a modo de relato biográfico —«vida abreviada»— que se hace llegar al Papa. 52 El propio arzobispo Talavera apeló al Pontífice Julio ii; personalidades civiles y eclesiásticas y otros fieles allegados apoyaron la defensa. En noviembre de 1506, el Papa responde con la bula Exponi nobis , desde la que defiende la conducta intachable del arzobispo de Granada en materia de fe y declara la animadversión de sus enemigos:
tamen nonnulli emuli bonis operibus invidentes malaque pro bonis et retribuere conantes, ipsum sub pietatis spiritu calumniose de heresi fideique apostasia infamantes, sanctam et inmaculatam ipsius vitam falsis testimoniis et calumniis diversi modi lacerari procurarunt.
Ordena a Juan Ruffo, obispo de Bertinoro y, en ese momento, in Hispaniis Nuntio , la indagación sobre la actuación de los inquisidores:
Nos enim tibi eosdem Inquisitores et alios quoscumque, sua inter praemissis inter se ipsos putantes, quoties fuerit opportunum citandi eisdem inhibendi. 53
La exculpación de Hernando de Talavera llegó seis meses más tarde, en mayo de 1507; tal vez el acusado no llegó a saberlo, pues falleció justamente el día 14 de dicho mes, probablemente de la epidemia de peste bubónica que se extendió por el territorio granadino. Fue sepultado en el convento de san Francisco, al que deja un conjunto de libros, según se recoge en el reparto de la donación inter vivos de 17 de noviembre de 1505. 54 Unos años más tarde sus restos fueron trasladados a la catedral de Granada y sepultados en el templo del Sagrario, pero desaparecieron en el siglo XVIII en una reforma de la catedral. 55
Algunos testimonios en vida de fray Hernando coinciden privada y públicamente en el reconocimiento de las virtudes del prelado. Así, en el decenio de los noventa como testimonio de la bondad y abnegación de fray Hernando, su amigo el poeta Juan Álvarez Gato le envía una copla, en la que el contenido de la rúbrica da cuenta de la estima y admiración que le profesa el poeta:
Juan Álvarez para el arçobispo de Granada por que le escriuio entre otras cosas culpandose de muy pecador con mucha vmildad seyendo notorio que es el mas notable perlado de vida y enxenplo que [ha] auido en nuestros tienpos.
Y así, expresa:
Quererse redargüir
y acusarse de pecados
quien sus obras y bevir
son materia y corregir
y dechado a los perlados
es que no se satisfaze
como umilde verdadero
que por mucho bien que haze
ni se alegra ni le aplaze
ni contenta por entero.
Supuestamente , a las alabanzas de Álvarez Gato, responde el arzobispo:
Vos echays a buena parte
mi confisión y defeto
pero yo que se lo cierto
lo confieso asy sin arte
por lo que sentís me creo
que me creeres sin jura
que no se quien no sea rreo
en aquella estrechura
Читать дальше