Héctor Alonso García - El coronel Puigdengolas y la batalla de Badajoz (agosto de 1936)

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El coronel Puigdengolas y la batalla de Badajoz (agosto de 1936): краткое содержание, описание и аннотация

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El coronel Ildefonso Puigdengolas Ponce de León (1876-1936) fue un veterano que luchó en Cuba y Marruecos y desarrolló su historial en el Cuerpo de Seguridad, institución policial de la Segunda República. Bien considerado por los políticos republicanos, fue nombrado gobernador militar de Badajoz, ciudad que fue tomada por las fuerzas sublevadas. Las verdaderas circunstancias de la caída de Badajoz han estado ocultas hasta hace muy poco por la prensa-propaganda de la época, que escondió y deformó lo que realmente sucedió. Del máximo responsable militar de la defensa de Badajoz no sabíamos casi nada y muchos de los datos que circulaban sobre él eran difusos y contradictorios. Este libro aporta información nueva sobre su vida y su personalidad, pero también desmiente falsedades vertidas sobre este militar y el que fue el episodio más importante de su carrera.

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En la refriega, el ataud que transportaban los obreros cayó al suelo dos veces, rompiéndose y el hermano del fallecido recibió varios golpes. la caja fue después cargada por unos guardias en el coche mortuorio que salió al galope hacia el Cementerio del Este, escoltado por varias parejas de la guardia montada de orden Público y de la guardia Civil. Al llegar el coche de caballos a la calle de Alcalá, le esperaban muchos otros albañiles que se vieron sorprendidos por la manera en que llegó el ataúd y que lo siguieron acompañando, esta vez pacíficamente hasta el cementerio.

El resultado de este incidente fue de varios guardias y paisanos heridos, aunque ninguno de bala y de seis obreros detenidos. la versión oficial que dio el Ministro de la gobernación afirmó que la agresión fue iniciada por los obreros, que fue tan fuerte que necesitó de la llegada de guardias de refuerzo y que hubo disparos por las dos partes, extremo este que no fue confirmado por el periódico antes citado. Puigdengolas en la refriega perdió incluso la gorra teresiana que fue encontrada después por alguien y que recuperó.

El biografiado también participó poco después en otro suceso, esta vez la disolución por los guardias de seguridad de una manifestación republicana en Madrid que acabó con un atentado contra el Presidente de la unión republicana y ex Presidente de la 1ª república, nicolás salmerón. de este hecho se hicieron eco varios diarios y en él Puigdengolas tuvo un mayor protagonismo por unas controvertidas declaraciones suyas que por un exceso de sinceridad, pusieron en entredicho la actuación del Cuerpo policial. El incidente tuvo lugar la noche del día 8 de septiembre en la Carrera de san Jerónimo esquina a las Cuatro Calles, a la salida de un mitin republicano que había tenido lugar en el frontón Central y en el que habían hablado nicolás salmerón y los candidatos republicanos a diputados por Madrid pidiendo el voto para las elecciones a diputados a Cortes que se celebraron al día siguiente. después del acto, los participantes en el mismo siguieron andando en manifestación detrás del coche de caballos de nicolás salmerón que iba acompañado por el gobernador Civil y los otros candidatos republicanos. En las Cuatro Calles, y sin que quedase muy claro de dónde partieron, alguien efectuó varios disparos uno de los cuales alcanzó el coche de salmerón dándose luego un cruce de acusaciones entre los republicanos y los guardias sobre quién los había efectuado. un oficial del Ejército que fue testigo declaró que el primer disparo partió de un joven paisano si bien salmerón acusó que todo empezó por una agresión injustificada de los guardias a los manifestantes que marchaban pacíficamente. El informe oficial sostuvo que los incidentes se iniciaron cuando los manifestantes empezaron a dar gritos subversivos contra la policía, a favor de la república y a cantar «la Marsellesa». Puigdengolas declaró ante el juez que investigó el caso que la agresión de los guardias no fue injustificada sino que «Al llegar la manifestación a dicho punto, se oyó un vocerío ensordecedor y sus correspondientes gritos de ¡Viva la República! ¡Abajo los guardias! ¡Que los arrastren!, etc, etc y grandes silbidos» 13 lo que provocó su intervención. sin embargo el propio gobernador Civil declaró que «Siguió la manifestación por la Carrera de San Jerónimo, dando solamente vivas a Salmerón y entonando «La Marsellesa». Yo iba al lado de los candidatos republicanos» , negando así los graves insultos que según Puigdengolas justificaron la carga policial. En cualquier caso, a raíz de producirse la carga de los guardias se oyó el primer disparo que fue seguido de otros más. uno de ellos alcanzó el coche de salmerón por lo que los caballos, espantados por las detonaciones, salieron a la carrera del lugar. sin embargo, algunos republicanos acusaron a los guardias de haber efectuado disparos, unos hacia el aire pero otros incluso hacia los grupos de gente, lo que los guardias negaron. En el cruce de acusaciones destacó otra nueva declaración de Puigdengolas quien se auto-exculpó y exculpó a los otros guardias de haber realizado algún disparo, alabando que demostraron « gran prudencia y cordura, a pesar de verse insultados y atacados» 14 aunque también afirmó inconvenientemente, que «La bala que atravesó la capota del coche en el que iba el señor Salmerón partió de los manifestantes, pues no podía ser que partiera de la fuerza. Al terminar la contienda fueron revistados los revólveres de los guardias y todos se hallaban cargados, sin señal alguna de que se hubiese hecho uso de ninguno de ellos. Sin embargo, yo no puedo responder de que fueran utilizados, a pesar de las órdenes que habían recibido los agentes de abstenerse de echar mano del revólver y que en último caso desenvainaran los sables» . de manera que según las indiscretas declaraciones de Puigdengolas a la prensa de izquierdas se demostraba que «…los guardias pueden disparar aunque tengan orden contraria; y además enseña que la revista del armamento aunque se halle completo, nada prueba, pues él revistó los revólveres, los halló cargados y sin señales de disparos y sin embargo no puede responder de que no fueron utilizados» . 15 las declaraciones de Puigdengolas fueron sumamente incómodas para el Cuerpo de seguridad y demostraron una nueva grave incontinencia verbal por su parte. En ellas, Puigdengolas exculpaba a los guardias pero, no respondía de que éstos (pese a las órdenes que habían recibido) sí hubiesen utilizado sus revólveres lo que habría de ser motivo de tensiones entre Puigdengolas y sus compañeros del Cuerpo. Por ello, el coronel Jefe de la seguridad de Madrid, Emilio Elías no habría tenido entonces otro remedio que admitir que los guardias habían utilizado sus armas, al afirmar que «Desde aquel momento siguieron los disparos y no niego que hicieron algunos los guardias, aunque no pasarían de ocho o diez» . 16

Otro testigo que pasaba cerca del lugar de los incidentes acompañado de varios amigos, sin tener relación con el mítin republicano, declaró al juez que vio salir a unos cuarenta guardias del Ministerio de Hacienda –grupo quizás mandado por Puigdengolas– que se dirigieron hacia los manifestantes y que al llegar a ellos, sacaron sus sables y se lanzaron contra la gente. Al mismo tiempo sonó un disparo que iba dirigido hacia el coche de salmerón y otro guardia disparó al aire.

Todos los indicios apuntaron a una agresión contra los manifestantes, sin importar que entre ellos fuera el propio gobernador Civil y a que aquello fue un atentado contra el ex Presidente salmerón, dirigido por la «policía monárquica» como la calificó José nakens, director del incendiario periódico El Motín . Por su parte El Liberal interpretó que el incidente había sido debido a los intentos de la fuerza pública por controlar las elecciones y asegurar el triunfo de las candidaturas monárquicas. El suceso provocó que salmerón visitase al gobernador Civil, ruiz Jiménez, y al Alcalde Vincenil y les expusiese una queja respondiéndoles aquellos que reforzarían la seguridad de las mesas electorales con parejas de la guardia Civil lo que al parecer del periodista de El Liberal , era una manifestación «peregrina» que nada tenía que ver con la verdadera causa que había provocado el incidente y que además estaba prohibido pues la ley electoral no permitía que hubiese ninguna fuerza pública en los lugares de votación para no coaccionar el voto. El gobernador Civil, por su parte, intentó desviar la atención del incidente acusando a los candidatos republicanos de haber aconsejado en sus mítines ir a votar con la papeleta en una mano y un revólver en la otra, incitando así al pistolerismo.

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