En efecto, un oficio con fecha del 9 de septiembre de 1931, del ministro de Instrucción Pública, Domingo Barnés, a Ricardo de Orueta, director general de Bellas Artes, adscribe a Palacio («el que fue Palacio Real») a diferentes facultativos del Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos. A la biblioteca, a Leonardo Jesús Domínguez y Sánchez-Bordona como jefe, con Matilde López Serrano y José Moreno Villa, 39y al Archivo, a Teresa Andrés como jefa, con Victoria González Mateos y Pilar Plaza Arroyo, estas dos últimas compañeras de oposición de Teresa 40.
Un recorte del diario Ahora, 41 rotulado con letra de Teresa («Otoño 1931»), muestra una fotografía en la que se identifica a Teresa Andrés, López Serrano y Moreno Villa, junto a dos mujeres y un hombre, que deben ser Sánchez-Bordona, González Mateos y Plaza Arroyo, con el siguiente pie: «Al hacerse cargo la República del archivo y biblioteca del ex real palacio, personal femenino y masculino del cuerpo correspondiente se ha encargado del servicio de los mismos».
Otra fotografía 42tomada en abril de 1935 la muestra entre los asistentes al Congreso Internacional de Bibliotecas y Bibliografía, del que se hace eco una noticia del ABC del 25 de abril de 1935, que la menciona junto a Navarro Tomás, Vicens, López Serrano, Miquel y Planas, etc.
Desde 1932 hay constancia publicada 43de su colaboración con el Centro de Estudios Históricos (CEH) de la Junta de Ampliación de Estudios e Investigación Científica (JAE), donde trabajó con los profesores Elías Tormo y Manuel Gómez Moreno. A comienzos de este año participó en las Misiones de Arte, como atestiguan las memorias de la JAE y fuentes periodísticas; intervino en un cursillo sobre «El Arte español en tiempos del descubrimiento de América», organizado por la Unión Iberoamericana, en febrero de 1932, donde disertó sobre cerámica. 44En marzo de 1934 dirigió una visita al museo de Arte Moderno de Madrid, en una serie de visitas guiadas a museos, que las Misiones de Arte destinaban a la Asociación de Maestros Nacionales de Madrid. 45En febrero de 1935, en el seno de las Conferencias de Arte e Historia que organizaba el CEH, Teresa Andrés, «discípula del Profesor Manuel Gómez-Moreno», intervino en las conferencias sobre «El Arte Románico Español», junto con otros participantes. 46Además, participó en cursillos sobre arte español celebrados en Madrid y en Santa María de Nieva, Cuellar, Segovia y Alcalá de Henares, dirigidos fundamentalmente a maestros, con motivo de los cursillos de Magisterio sobre arte español, 47y dio un ciclo de cuatro conferencias sobre rejería, en el Ateneo de Bilbao, durante el curso 1933-1934. 48
Pero el fruto principal de esta colaboración fue su tesis, que versaba sobre rejería española y que dirigía el profesor Gómez Moreno. Conservo en mi archivo notas manuscritas de Teresa sobre el tema, que siguió redactando durante su exilio, y correspondencia sobre esta, anterior y posterior a la Guerra Civil.
No llegó a leer la tesis, al sobrevenir la contienda, y se la daba por perdida. Ya he contado cómo, a través de la publicación en Archivo Español de Arte en 1956 de un artículo, «El Rejero Juan Francés», trascripción de un fragmento de la tesis, llegamos a encontrarla en los archivos del CEH en el CSIC.
La tesis doctoral consta de seis carpetas de documentos, con signatura correlativa, AT 916/1 a AT 916/6. Las tres primeras contienen sendos cuadernillos formados por cuartillas cosidas con hilo; la cuarta y la quinta contienen notas sueltas, fichas, apuntes biográficos, «notas de campo», etc.; la sexta contiene correspondencia sobre temas de la tesis. La mayoría de las hojas están manuscritas y algunas mecanografiadas. Contienen numerosas correcciones, tanto manuscritas como mediante papeles recortados, en blanco o escritos, pegados sobre los párrafos que se quiere suprimir. En la carpeta número 2 y con el título «Las Escuelas Españolas: Juan Francés», está el original del artículo publicado, fiel a lo escrito por Teresa, salvo por alguna pequeña corrección de estilo.
Las características de todos estos documentos creo que permiten sacar la conclusión de que no se trataba de una primera versión de la tesis, porque sólo está mecanografiada en algunos de sus capítulos y en estos hay numerosas correcciones, además de una extensa redacción manuscrita y abundantes notas sin ordenar. Parece más verosímil que, o bien trabajaba en la tesis en el local del CEH, o bien que, al iniciarse la guerra y llamada a responsabilidades políticas, la depositó allí a la espera de, una vez se resolviera el conflicto, seguir trabajando en ella. O tal vez ambas cosas. De que se proponía concluirla dan muestra las notas y cartas que, sobre ella, guardo en mi archivo, correspondientes a la etapa de su exilio. 49Como se verá más adelante, de su correspondencia se puede deducir que, como tantos otros exiliados, debió de creer que una vez acabada la Guerra Mundial las potencias vencedoras acabarían con la dictadura española y podría regresar a su patria.
Durante estos años, Teresa realizó numerosos viajes por España para recoger, sobre el terreno, los materiales de su tesis. 50Para estos viajes utilizaba las vacaciones, pues en el expediente conservado en el Archivo General de la Administración figuran los permisos de viaje que solicitó en su trabajo de la Biblioteca de Palacio. Igualmente aprovechó el mes de agosto para viajar a Londres en 1934, como lo indica un recibo del Victoria and Albert Museum que se conserva, solicitando la consulta, en su biblioteca, de unos libros sobre rejería.
Aunque ya era bibliotecaria, seguía viviendo en Fortuny, y en el mes de marzo de 1932, coincidiendo con las vacaciones de Pascua, setenta residentes de la Residencia de Señoritas, entre ellas Teresa, hicieron una excursión por Andalucía, y visitaron Córdoba y Sevilla, bajo la dirección de María de Maeztu. 51
Ramón Menéndez-Pidal, vicepresidente de la JAE, solicitó a la Dirección General de Bellas Artes (DGBA), el 9 de enero de 1935, a Teresa Andrés «por sus conocimientos de arte y del idioma inglés», para que acompañara a un grupo de estudiantes de arte, de la Universidad Sudafricana de Durban, en viaje de estudios por España. El 10 de enero se le concedió un permiso de quince días, a partir del 22 de enero, con este objeto. 52
El 14 de abril del mismo año, Teresa elevó una instancia a la DGBA pidiendo permiso para un viaje de estudios de quince días, «comisionada por la Dirección de Arqueología del CEH de la JAE, para hacer investigación artística en las catedrales de Cuenca, Valencia, Barcelona y Zaragoza». Acompaña la instancia de una certificación del CEH confirmando la comisión. El director de la Biblioteca de Palacio, Domínguez y Sánchez Bordona informó oponiéndose a su concesión, aduciendo el reciente permiso a comienzos del mismo año, la precariedad de medios de la biblioteca y que el objeto del permiso no era de interés para esta. Sin embargo, la DGBA lo concedió el 29 de abril y Teresa empezó a disfrutarlo el 6 de mayo. Quizá en este viaje se reunió con Emilio Gómez Nadal, al que había conocido durante los cursos del doctorado y con el que se casaría al año siguiente, como parece indicarlo una anotación del diario de este último: «Miércoles 18 (de agosto de 1982): Y por fin el retorno en 1935 a Segorbe y a Toledo con T. Pero entonces la nueva etapa ya había iniciado el vuelo». 53Pero no debió de ser este su primer encuentro tras los cursos del doctorado. La relación sentimental debía de haberse iniciado antes. En las cartas de una anterior pareja de Emilio, en su estancia en París entre 1933 y 1934, que se conservan en el legado de su hermano Nicolau Primitiu, en la Biblioteca Valenciana del mismo nombre, en una, fechada en enero de 1935, la autora dice que lo ve muy enamorado de su camarada de estudios, «militante como él». Puesto que Emilio había regresado de París, adonde había viajado en octubre de 1933, en el verano de 1934, 54y Teresa, como se verá a continuación, había estado en Alemania desde octubre de 1932 hasta septiembre de 1933, es muy probable que el reencuentro de ambos se produjera en la segunda mitad de 1934, fecha en la que, como se dirá después, Teresa ya debía de haber ingresado en el Partido Comunista; no así Emilio que, aunque simpatizante desde su estancia en París con el comunismo, desde donde envió a El Camí un artículo con estas ideas, que motivaron una polémica con el director de la revista, Joaquim Reig, no ingresó en el PCE hasta después de las elecciones de febrero de 1936. 55
Читать дальше