Un documento curioso de esta etapa de la vida de Teresa Andrés es una página de la publicación «Los Previsores del Porvenir», de la mutualidad del mismo nombre, que sería el germen del que nacería el Banco Popular. Parece presumible que fue en un acto público de la mutualidad, celebrado en Cevico, donde Teresa leyó el extenso texto titulado «A la bandera», que firma en Cevico de la Torre, el 24 de junio de 1925; está ilustrado con una fotografía suya, ataviada con mantilla, y al pie de la fotografía se lee: «Srta. Teresita Andrés, que pronunció el discurso inserto en esta plana».
Al acabar la licenciatura se trasladó a Madrid para hacer el doctorado, se instaló en la Residencia de Señoritas, donde vivió entre los años 1928 y 1932, 16alojándose en el pabellón de Fortuny número 53, domicilio madrileño que figura en su ficha de la Universidad de Madrid y en los documentos previos a su viaje a Alemania. A la vuelta de este país, se trasladó al número 7 de calle de Espronceda, con su hermano Mariano, que estaba en Madrid estudiando Derecho y Magisterio.
La residencia había sido creada en 1915 por María de Maeztu. Su objeto, según Isabel Pérez-Villanueva, 17era, siguiendo las directrices de la Institución Libre de Enseñanza y la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, combinar la tradición y la innovación, facilitando la existencia de mujeres intelectuales y, al mismo tiempo, refinar, no sólo en el terreno cultural e intelectual, a mujeres procedentes de ciertos sectores de las clases medias. En opinión de la autora, esta línea contribuyó, muy notablemente, a configurar un tipo de mujer original, de cuyo valor no parece posible dudar.
Durante su existencia colaboró con otras instituciones españolas, como el Comité de Cooperación Intelectual de Madrid, el Lyceum Club Femenino, el Comité Hispano-Eslavo, la FUE y el Instituto de Filosofía Sanz del Río, y algunas extranjeras, como el Instituto Internacional.
El régimen interior de la residencia era muy severo y controlado, en todos los aspectos, por María de Maeztu y sus colaboradoras más directas. El tiempo se repartía entre las clases, las horas de estudio y actividades como conferencias, lecturas y recitales en los que la asistencia era, habitualmente, obligatoria. Se trataba de evitar que hubiera momentos de inactividad, para que las residentes no perdieran el tiempo. También había un control estricto sobre las horas de entrada y salida.
Además de las españolas a quienes estaba dirigida, se alojaban en ella estudiantes extranjeras, principalmente norteamericanas. A partir de octubre de 1930, el Smith College formalizó la estancia de un grupo de estudiantes americanas, que cumplían en España el Junior Year Abroad. Albergaba, también, a gran parte de las alumnas que seguían la enseñanza para extranjeros del Centro de Estudios Históricos, no sólo en verano, sino a lo largo del curso escolar. En 1934 se creó la Asociación de Alumnas. El coste mensual de la estancia era, en 1929-1930, de 153 a 173 pesetas, y en 1932-1933, de 165 a 185 pesetas, existiendo residentes becadas.
En los años en los que residió allí Teresa se impartieron cursos sobre temas diversos (filosofía, mineralogía, anatomía, química, derecho, matemáticas, etc.) para las españolas, más otros específicos para las extranjeras, sobre literatura, lengua, arte, etc. 18Además se dieron cursos de idiomas. Teresa Andrés se matriculó en inglés durante dos cursos (1929-1931); 19completó su conocimiento del inglés con un viaje como au pair a Inglaterra, en las vacaciones del verano de 1930, a la casa de los Scholl, propietarios de una cadena de tiendas de artículos para podología. 20Junto con el inglés llegó a hablar, también, francés y alemán.
Otro aspecto notable de la residencia eran los ciclos de conferencias. Entre 1928 y 1932 disertaron, entre otros, Clara Campoamor, Madariaga, Sainz Rodríguez, d’Ors, Américo Castro, Salinas, Bergamín, Gómez de la Serna, Ossorio y Gallardo, Zulueta, María y Ramiro de Maeztu, y leyeron textos propios Unamuno, Alberti y García Lorca. Además tuvieron lugar recitales de música y de danza.
En las conferencias, el tema de la mujer fue muy frecuente, y abarcaba temas específicos, como el feminismo, para el que contaron con Ramiro de Maeztu y su «Feminidad y Feminismo», o con Jeanne Beeckman de Vanderbelde y su «Féminisme»; la condición de la mujer, con Sánchez Albornoz y su «La Mujer en España hace mil años», con García Berenguer y su «La vida de la mujer en Marruecos», o con María de Maeztu y «Sobre las mujer en la novela y el teatro de Galdós». En esta línea, otras conferencias destacables fueron «Psicología femenina», de María de Maeztu, «La mujer ante el derecho», de Clara Campoamor, o «Sobre las necesidades alimenticias de la mujer», de Enrique García Carrasco. 21
Al crearse el Instituto Escuela en 1918, su Sección Preparatoria sirvió a María de Maeztu como medio para juzgar la vocación pedagógica de las residentes, y acogió entre su profesorado a estudiantes de la licenciatura. 22Desde el curso 1927-1928, 23Teresa fue profesora de la sección preparatoria de este, 24y en 1930 pasó al magisterio secundario, para encargarse de la asignatura de Geografía e Historia.
Conservo un álbum fotográfico, entre los documentos que fueron de Teresa Andrés, que corresponde al curso 1928-1929 del doctorado. Es un cuaderno pequeño, con cubiertas de cartulina gris y doce hojas del mismo material. En la primera, en el recto, pone manuscrito: «Teresa Andrés (una rúbrica), Madrid 1-7-29». Le siguen catorce fotografías, que son retratos individuales de otras tantas personas (de 9 x 6 cm), y trece fotografías más pequeñas de grupos, en los que participan todos o algunos de los anteriores. De estas últimas, unas tienen como escenario un parque, tal vez el Retiro, en Madrid, y otras corresponden a una excursión a Sigüenza en mayo de 1929, según una leyenda escrita al dorso de cada una de ellas.
Al pie de los retratos individuales está escrito el nombre del personaje fotografiado y, en varios casos, su domicilio. Son, por este orden:
Carmen Guerra. Benavente; Sebastián González García-Paz. Sagasta 12-1.°, Pontevedra (Galicia); 25Julia Herraez Sánchez-Escariche. Cardenal Spínola, 3, Sevilla; 26Ernesto Taldes. Don Benito (Badajoz); Pilar Escofet. Alberto Llanas, 2 – La Salud, Barcelona; 27Joan Noguera. Paseo de Gracia 54, 3.°, 2. a, Barcelona. 28La foto siguiente es de una mujer sin identificar. Emilio G. aChinchilla Rz. Teruel, José Zorrilla 13 y 15, 2.°, Segovia; Ursicina Martínez Gallego. Sta. Cristina de la Polvorosa, Zamora; 29Rafael Lafora, Carrera de San Gerónimo, 40, Madrid; Rosario Fuentes. Madrid, Cervantes, 30; 30E. Gómez Nadal. Valencia; 31Dagny Stabel-Hausen (no figura domicilio); 32Abel Romeo Castillo. Federación Hispanoamericana, Magdalena, 12, Madrid; 33Teresa (sin domicilio); José Bueno. Martínez Anido, 2, Tetuán de Madrid (sic).
Por último, en las fotografías de pequeño tamaño, correspondientes a la excursión a Sigüenza, aparecen diversos miembros del grupo, junto al profesor Elías Tormo.
Teresa Andrés figura en una lista de profesores del Instituto Escuela, del curso 1929-1930, como uno de los que están preparando oposiciones. 34Se trata de las oposiciones al Cuerpo Facultativo de Archivos, Bibliotecas y Museos, que acabaron convocándose el 24 de noviembre de 1930. Con fecha del 22 de diciembre de este año, Teresa eleva una instancia solicitando su admisión en dicha prueba. 35
El 8 de agosto de 1931 se resuelve la oposición y Teresa Andrés obtiene la puntuación más alta, el número uno. De los 28 aspirantes siete fueron mujeres, que obtuvieron los siete primeros puestos. 36
Teresa fue destinada al Museo Arqueológico de León, con un estipendio de 5.000 pesetas al año, según una orden ministerial del 8 de agosto de 1931, aparecida en la Gaceta el 16 del mismo mes, a petición propia, según lo manifiesta en una carta dirigida al director general de Bellas Artes, Ricardo de Orueta, desde Cevico de la Torre, el 9 de agosto, 37y en la que menciona que ya en una reunión anterior le había expuesto este deseo. Tomó posesión como directora del Museo Arqueológico el 25 de agosto, y dos días después solicitó, mediante una instancia, un permiso de veinte días para descansar, ya que su salud se había resentido por los esfuerzos realizados para aprobar la oposición. El 31 de agosto, un oficio de la Dirección General de Bellas Artes al gobernador civil le concede el permiso, que empieza a disfrutar el 7 de septiembre; pero antes, el día 2 de este mes, Ricardo de Orueta le escribe a Cevico: «Mi distinguida amiga. No me parece bien iniciar la vida administrativa disfrutando de una licencia; pero ha estado Vd. tan bien en las Oposiciones que no tengo más remedio que complacerla, aunque advirtiéndole de que pienso cobrarle esta concesión, exigiéndole un intenso trabajo cuando Vd. se reponga, con objeto de que quede admirablemente arreglado como yo espero el museo de León»; 38se reincorporó a su puesto el 27 de septiembre de 1931. Durante este periodo de descanso, Teresa escribe en dos ocasiones a Orueta; la primera, para agradecerle el permiso y, la segunda, con fecha del 16 de septiembre, para darle las gracias por su nombramiento de jefa del Archivo de Palacio, nombramiento que recibió en Cevico.
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