Figura 4
Pirámide de Maslow
Fuente: Maslow (2005).
En este mismo sentido, Csikszentmihalyi (2008, p. 191) dice lo siguiente:
En los siglos más recientes, la racionalidad económica ha tenido tanto éxito que hemos tomado como algo cierto que «el resultado final» de cualquier esfuerzo humano debe ser medido en dinero contante y sonante. Pero un enfoque exclusivamente económico de la vida es profundamente irracional; el resultado final consiste en la calidad y la complejidad de la experiencia.
Las posibilidades de ser feliz se abren incluso en contextos de limitados de consumo y producción. Un caso real de esta situación precaria la ofrece el holocausto judío en la Segunda Guerra Mundial, que permitió que los supervivientes superaran condiciones extremadamente hostiles. Víctor Frankl (2003), psiquiatra judío austríaco, sostiene que el ser humano necesita un objetivo razonable en la vida, una tarea adecuada para él; que la vida le exija siempre algo a lo que él pueda hacer frente. El médico sostiene que la probabilidad de supervivencia fue mayor en aquellos individuos que tenían una razón para vivir, una esperanza de reencuentro con sus familiares. Sin embargo, la guerra fue cruel, pues, al ser liberados, la mayoría se enfrentó a la realidad de que sus parientes habían muerto, asesinados en otros campos de concentración o de inanición. A pesar de ser libres, esta ausencia de objetivos les hizo padecer enfermedades, como trastornos cardíacos, pulmonares, gastrointestinales y metabólicos.
Frankl cita a Nietzsche: «quien tiene un porqué para vivir, soporta casi cualquier cómo. Es decir, quien conoce el sentido de su existencia, él, y solo él, está en condiciones de superar todas las dificultades» (Frankl, 2003, p. 77).
El ser humano va más allá de motivaciones extrínsecas; el consumo y la producción permiten satisfacción por un hecho fuera de la persona. La perspectiva de Frankl aborda motivaciones intrínsecas, como el sentido de vida:
El hombre está siempre orientado hacia algo que él mismo no es, bien un sentido que realiza, bien otro ser humano con el que se encuentra; el hecho mismo de ser hombre va más allá de uno mismo, y esta trascendencia constituye la esencia de la existencia humana. Lo que penetra profundamente y en definitiva al hombre no es ni el deseo de poder ni el deseo de placer, sino el deseo de sentido. (Frankl, 2003, p. 78)
En la misma línea de Frankl y de Simmel, referidas a las motivaciones intrínsecas del ser humano, se encuentra el concepto de experiencia óptima (flow) de Csikszentmihalyi (2008). Este hábito supone que determinados eventos conscientes, como sensaciones y sentimientos, ocurren y que el sujeto puede dirigir su curso (Wiesse, 2010). ¿Qué hace que un empresario tenga una concentración completa, que su mente no divague ni piense en otra cosa, que su pensamiento esté inmerso en lo que hace, y que su energía fluya suavemente, relajada, cómoda y plena? Esta experiencia se pudo observar cuando se entrevistó a Ana, la hija del fundador de una empresa familiar que comercializa prendas de vestir, del caso Moda (Wong, Hernández, & Chirinos, 2014, p. 147). Uno de los autores conoce a la entrevistada desde hace 60 años y es testigo de que la creación y desenvolvimiento de la empresa supone una serie de experiencias óptimas en 40 años: el origen, con el extraordinario esfuerzo de sus padres; la segunda generación, ella y sus hermanos; y la tercera generación, que involucra la presencia de sus hijos: desde un pequeño taller en un distrito popular de Lima, en donde fabricaba unas cuantas docenas de pares de zapatos por día, al presente, con más de 30 tiendas, en donde se comercializan prendas producidas en su fábrica o importadas desde China.
La experiencia óptima no es un estado permanente ni estático. Convive con estados naturales de perturbaciones. Sus características son: (1) una actividad que implique retos que puedan resolverse con habilidades, (2) la mezcla de acción y conciencia (que hace que las personas estén totalmente cogidas por la actividad), (3) metas claras y retroalimentación, (4) concentración en la tarea inmediata, (5) la sensación de estar en control en medio de una situación difícil, (6) pérdida de la autoconciencia y (7) la transformación del tiempo (el tiempo externo se vuelve irrelevante y dominan los ritmos dictados por la propia actividad) (Wiesse, 2010, p. 17).
Teniendo en cuenta ambas perspectivas, se podría afirmar que mayormente las características familiares promueven una perspectiva global, más que una economicista. Este aspecto puede observarse en la elección del sucesor para cargos directivos, entre alguien ajeno a la familia, pero con mayor capacidad, y un familiar. En ambos casos, se busca que el sucesor logre un desempeño económico sobresaliente. Pero existe una diferencia de perspectiva: en una empresa no familiar, un error es causal de despido; en una empresa familiar, la equivocación es vista como punto de aprendizaje (a la perspectiva económica se le agrega una familiar).
A continuación, se presentan dos casos de proyecto familiar, en los que los protagonistas se enfrentan a diferentes decisiones empresariales y se evidencia la razón de ser de sus proyectos, bajo la óptica de las perspectivas antes vistas. El lector podrá plantearse si es que sus proyectos podrán convertirse en iniciativas corporativas, en qué grado el rol/intervención de la familia es importante para la realización de estos, y si es que se satisface la experiencia óptima de los protagonistas a través de la constitución de su actividad empresarial.
2.3 Casos referidos a proyectos familiares
2.3.1 Caso García
Valeria García, nacida en 1995, pertenece a una familia limeña acomodada. Es hija única. Sus padres son prósperos empresarios de un negocio de minimarkets, una cadena de 14 tiendas en toda Lima y que pretende expandirse al resto del país. Desde niña, se vinculó a la práctica de la danza. Sus padres, a pedido de ella, la inscribían en los diversos talleres del colegio, el cual era centro de concursos de danza clásica infantil. Pero eso no era suficiente, estudió en una reputada escuela de ballet para niños de Lima: esto y su especial habilidad la llevaron a ganar concursos infantiles más allá de los límites de su colegio y del propio país, a nivel latinoamericano. Esa vocación artística la había compartido con cierta preocupación e interés por la labor social, en especial por niños y adolescentes como ella, y que concretaba en actividades que el colegio organizaba.
Terminó su educación secundaria en 2013 e ingresó, por sugerencia de sus padres, a una prestigiosa universidad limeña, a estudiar la carrera de administración de empresas, estudios en los que se desenvolvió con confianza y satisfacción, y que compartía con la práctica sistemática de la danza. Había podido representar al Perú en festivales dancísticos en Italia, Alemania y España, entre otros países. A la par, la universidad organizaba voluntariados de ayuda social en los que ella también participaba, en especial con adolescentes y jóvenes, en quienes, de una manera no muy evidente a su conciencia, percibía potencialidades artísticas, pero no imaginaba cómo llevarlas a otro nivel. Su actividad en esta época universitaria era profusa y febril, y compartía la vocación artística, la preocupación social por las condiciones de pobreza y la capacidad en los campos vinculados a estudios empresariales. Terminó su carrera universitaria con notas sobresalientes y contactos estratégicos en el campo laboral, dado su desempeño y la vida empresarial de su padre.
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