INTRODUCCIÓN
DE LA CONVERSIÓN PASTORAL
A LA PIRÁMIDE INVERTIDA
RAFAEL LUCIANI
Coordinador del Grupo Iberoamericano de Teología
Escuela de Teología y Ministerio del Boston College (Boston)
Universidad Católica Andrés Bello (Caracas)
En la eucaristía celebrada el 9 de noviembre de 2013 en Santa Marta, el papa evocó la imagen de la Ecclesia semper reformanda. Allí dijo que «la Iglesia siempre tiene necesidad de renovarse, porque sus miembros son pecadores y necesitan de conversión». No se refería a la reforma como un acto concreto de revisión o actualización de ciertas estructuras caducas, sino a un proceso constante y permanente de «conversión eclesial», de «toda la Iglesia entera». Días después, en Evangelii gaudium, Francisco cita a Pablo VI para explicar el vínculo de este nuevo proceso de reformas eclesiales con el espíritu y la letra del Concilio Vaticano II:
Pablo VI invitó a ampliar el llamado a la renovación para expresar con fuerza que no se dirige solo a los individuos aislados, sino a la Iglesia entera [...]. El Concilio Vaticano II presentó la conversión eclesial como la apertura a una permanente reforma [...]. Cristo llama a la Iglesia peregrinante hacia una perenne reforma (Evangelii gaudium 26).
Francisco concibe el actual proceso de reformas a la luz de una fidelidad creativa al espíritu del Vaticano II, cuya novedad puede ser descrita con las palabras del cardenal Suenens cuando dijo, al culminar el Concilio, que el gran cambio había consistido en una «Iglesia vista a partir del bautismo y no ya de la jerarquía. […] [Una Iglesia que] descansa en su base: el pueblo de Dios, en vez de hacerlo sobre su vértice, la jerarquía» 1. Suenens se hacía eco de un giro eclesiológico extraordinario que estaba ocurriendo, pues se estaba invirtiendo la pirámide eclesial de la jerarcología hasta entonces dominante. Durante los debates conciliares, Mons. Joseph De Smedt supo expresar con gran parresía lo que estaba en juego:
Ustedes están familiarizados con la pirámide: papa, obispos, sacerdotes, cada uno de ellos responsables; ellos enseñan, santifican y gobiernan con la debida autoridad. Luego, en la base, el pueblo cristiano, más que todo receptivo, y de una manera que concuerda con el lugar que parece ocupar en la Iglesia [...] [Sin embargo,] en el pueblo de Dios, todos estamos unidos los unos a los otros, y tenemos las mismas leyes y deberes fundamentales. Todos participamos del sacerdocio real del pueblo de Dios. El papa es uno de los fieles: obispos, sacerdotes, laicos, religiosos, todos somos [los] fieles [...] Debemos tener cuidado [por tanto] al hablar sobre la Iglesia para no caer en un cierto jerarquismo, clericalismo y obispolatría o papolatría. Lo que viene primero es el pueblo de Dios 2.
Este es el núcleo del espíritu conciliar que recibe y profundiza el papado de Francisco. Así lo manifestó el 17 de octubre de 2015 ante la Conmemoración del 50º Aniversario de la institución del Sínodo de los obispos:
En esta Iglesia, como en una pirámide invertida, la cima se encuentra por debajo de la base. Por eso, quienes ejercen la autoridad se llaman «ministros»: porque, según el significado originario de la palabra, son los más pequeños de todos. Cada obispo, sirviendo al pueblo de Dios, llega a ser para la porción de la grey que le ha sido encomendada vicarius Christi, vicario de Jesús, quien en la última cena se inclinó para lavar los pies de los apóstoles (cf. Jn 13,1-15). Y, en un horizonte semejante, el mismo sucesor de Pedro es el servus servorum Dei 3.
Al invertir la pirámide, Francisco propone una reforma eclesial en clave sinodal. Entiende que «el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio. Lo que el Señor nos pide, en cierto sentido, ya está todo contenido en la palabra “sínodo”. Caminar juntos –laicos, pastores, obispo de Roma» 4. Esta clave de lectura le lleva a iniciar un proceso de revisión de «la forma de vivir y obrar (modus vivendi et operandi)» de toda la Iglesia, lo cual supone la conversión de los estilos de vida (espíritu), la formación en prácticas de discernimiento (método) y la comunicación fraterna entre todos los niveles y estructuras de gobierno.
En mayo de 2018, con la publicación del documento de la Comisión Teológica Internacional (CTI) intitulado La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia, el pontificado de Francisco da un paso más y entiende que la sinodalidad es una «dimensión constitutiva» de la Iglesia 5. Con esta visión profundiza Lumen gentium, especialmente el sensus fidei fidelium de todo el pueblo de Dios (Lumen gentium 12) y la colegialidad del episcopado en comunión con la sede de Roma (Lumen gentium 22-23). Aquí plantea la necesidad de discernir la articulación entre: a) la dimensión comunitaria de todo el pueblo de Dios (todos) –siendo todos fieles, incluidos los obispos y el papa–; b) la comunión colegial del episcopado (muchos); c) el primado diaconal del papa (uno). Este discernimiento es planteado en el documento de la CTI a la luz del principio: «Una Iglesia sinodal es una Iglesia participativa y corresponsable» 6. Esta necesaria rearticulación del todos, los muchos y el uno abre el camino hoy para repensar creativamente los procesos eclesiales de interacción y vinculación entre el decision-making y el decision-taking. Este es el reto en el que hoy nos encontramos.
Con el fin de discernir este nuevo proceso de reformas marcadas por la sinodalidad, el Grupo Iberoamericano de Teología y la Fundación Pablo VI han querido convocar a un encuentro de reflexión teológica entre profesores de eclesiología y derecho canónico de América Latina, España e Italia. Como fruto de dicho encuentro, celebrado en Madrid, nace esta publicación que ofrece las ponencias que se presentaron y permitieron generar el diálogo que nos animó del 28 al 30 de abril de 2019. Deseamos que esta publicación contribuya a crear puentes entre academias y mundos de vida de diversos pueblos y culturas, y así emprender un camino de reflexión y discernimiento en conjunto acerca del actual proceso de reformas en la Iglesia.
PRESENTACIÓN
EL CAMINO DE LA SINODALIDAD
Mª TERESA COMPTE GRAU
Fundación Pablo VI
Los días 28 al 30 de abril de 2019, en la sede de la Fundación Pablo VI, se celebró el Seminario Internacional Una Iglesia sinodal: de Pablo VI a Francisco. Un aporte iberoamericano para la reforma de la Iglesia. Este seminario de trabajo contó con la participación de varios miembros del Grupo Iberoamericano de Teología procedentes de Brasil, Argentina, Chile, Boston y Venezuela, así como con profesores españoles e italianos.
La sinodalidad y la reforma de la Iglesia en clave sinodal fueron recuperadas por el papa Pablo VI durante la celebración del Concilio Vaticano II. Es verdad que no se trataba de una novedad. Pablo VI actualizó la sinodalidad mediante la institución del Sínodo de los obispos con el propósito de afianzar la colegialidad, procurar el conocimiento directo y verdadero de las cuestiones y de las circunstancias que atañen a la vida interna de la Iglesia y «facilitar la concordia de las opiniones en cuanto a los puntos fundamentales de la doctrina y en cuanto al modo de proceder en la vida de la Iglesia» (Apostolica sollicitudo II,1).
Con la institución del Sínodo de los obispos se potenciaba un espacio de escucha y diálogo que permitiera a la Iglesia atender mejor a los signos de los tiempos. A los cincuenta años de la institución del Sínodo de los obispos, el papa Francisco quiso profundizar en el perfeccionamiento del camino de la sinodalidad. «Caminar juntos –laicos, pastores, obispo de Roma– es un concepto fácil de expresar con palabras, pero no es tan fácil ponerlo en práctica», escribió Francisco en octubre de 2015.
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