–Ah, sí, el IQ, recuerdo que una vez me lo hice y me dijeron que tenía un puntaje muy elevado, si no recuerdo mal, era de 103 puntos –dijo el arzobispo esbozando una sonrisa.
–Si, Will, 103 puntos esta muy bien –contestó Ina, haciendo alarde de sus capacidades para camuflar la mentira.
»Bien, si me permiten –continuó–, quiero que se detengan en pensar que a este nuevo ser solo parecen interesarle los hechos, para nada las palabras y muchísimo menos las creencias. Es, podríamos decir, una nueva especie del género Homo que se dirige hacia una nueva línea evolutiva, basada en el conocimiento tecnológico y en la sistemática utilización de los preceptos del método científico, es decir, hipótesis, observación, experimentación, tesis, publicación de resultados y comprobación y refutación por terceros. Es podríamos decir, la sublimación de la inteligencia humana. Indudablemente este progreso tecnológico exponencial está corriendo paralelo con un aumento, cada vez más significativo, de la falta de creencias religiosas y aquí parece ser que la nueva mutación que ha descubierto el Dr. Andersen tiene un papel relevante y prioritario en la génesis de la disminución de la religiosidad y del aumento del cientificismo del nuevo ser humano.
–Sí, no me hables, estamos viviendo el peor momento de la historia de las religiones, y más concretamente, de nuestra religión, la católica, la única verdadera. En todo el mundo están cayendo los índices religiosos, por no hablar de la fe y de las nuevas vocaciones. Sobre todo, en Europa y Asia, donde hay países en los que el ateísmoy el agnosticismo alcanzan porcentajes del 50% de los ciudadanos. ¿Qué pasará dentro de treinta o cuarenta años? –con tono quejoso, se preguntó el arzobispo.
–Tú lo has planteado magistralmente Will, es probable que en treinta o cuarenta años, en la vieja Europa y en los países llamémosles tecnológicos, nadie creerá en ninguna religión, y solo seguirá habiendo unos pocos fieles en los países no tecnológicos –convino Ina.
–¿Quieres decir Ina, que solo los idiotas vamos a creer en Dios? –con tono agrio, pregunto el arzobispo.
–No, Su Eminencia Reverendísima, válgame Dios, no quiero decir que solo los idiotas serán religiosos. Quiero decir que los avances tecnológicos, durante los próximos años, correrán en paralelo con el incremento del índice de ateísmo y agnosticismo y, dado que la ciencia es imparable, la consecuencia será obvia. Es decir que vamos, inexorablemente, hacia la desaparición de las creencias religiosas. ¿Cuándo ocurrirá?, lo desconocemos, pero si hay entre nosotros una nueva especie de humanos, eminentemente tecnológicos y mucho más inteligentes, será pronto, muy pronto –aclaró.
–Siempre es lo mismo, la Ciencia, ¡siempre igual! Cuánta razón tenían los Santos Padres cuando nos alertaron de los peligros de la ciencia. ¿Os he contado alguna vez lo que Moisés nos dijo en el Antiguo Testamento, concretamente en el libro Génesis 2:9; 2:16-17 y 3:4-5?
–Naturalmente que nos lo has contado varias veces, pero nos encantaría oírte de nuevo, por favor, Will, cuéntanos qué dijo Moisés en el libro del Génesis –dijo con un gesto amable el Dr. Bohr.
–En Génesis 2:9 y 2:16-17; la palabra de Dios nos dice:
«Y Jehová Dios hizo de la tierra todo árbol agradable a la vista y bueno para comer; también el árbol de la vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer, más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comieres, de cierto morirás».
–Fueron claras las palabras de nuestro creador, ¿no creéis? –les preguntó con rigor.
»Y después, en Génesis 3:4-5, nuestro creador, en boca de Moisés nos dijo:
«Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis, sino que sabe Dios que, el día en que comáis de él , serán abiertos vuestros ojos y seréis como dioses, conociendo el bien y el mal » .
»Yo, la verdad, no entiendo a los científicos que, por amor a la ciencia, se alejan de la palabra de Dios, la verdad no los entiendo, nos llevaran al apocalipsis, ya lo veréis –acabó, cansado con su disertación.
–Totalmente de acuerdo –al unísono, respondieron los tres miembros de la Santísima Trinidad del MIT, el CEO de Clerck Pharmaceuticals y el senador por Massachusetts.
–¿Tan difícil es hacer ciencia como la hacéis vosotros? –dijo el senador, dirigiéndose a los miembros científicos del Comité.
–Sí Tim, eso digo yo, no es tan difícil hacer ciencia siguiendo los preceptos de Dios, así lo creo yo y nuestra santa Iglesia –insistió el arzobispo.
Todos asintieron, pero la Dra. Damon no parecía estar internamente muy de acuerdo con tales afirmaciones, por lo que tuvo que hacer uso de sus mejores artes para que ninguno sospechara de sus dudas.
–Bueno, ¿que habéis pensado que se debería hacer? –pregunto el senador.
–A continuación, el Dr. Erans expondrá el plan que sugerimos poner en marcha de inmediato, siempre y cuando lo consensuemos todos y sea aceptado por unanimidad –dijo el Dr. Bacon.
–Pues adelante Michael, ilústranos, pero antes, decidme, ¿quién ese Dr. Andersen?, ¿es de fiar?
–Verás, Will, es difícil explicar quién es el Dr. Andersen, pero lo que sí podemos decir es que es un investigador sumamente inteligente e innovador, y cuando se propone demostrar una idea, por muy descabellada que sea, no cede en su empeño. Es, podríamos decir, como un pitbull enloquecido cuando está mordiendo a su presa. Olvídese de que dándole un golpe la soltará, le tendrá que partir la cabeza y la mandíbula para que la suelte. Y en cuanto a si es de fiar o no, yo me inclinaría por lo segundo.
–Pues sí que nos tranquiliza, Dr. Erans, de verdad que nos tranquiliza –dijo Bohr.
–No obstante, si me permiten, paso a detallarles el plan que hemos ideado –prosiguió el Azote del MIT.
»Bien, lo primero que proponemos es limitar al máximo la financiación del grupo del Dr. Andersen. Para ese objetivo nos estamos moviendo muy activamente en nuestros círculos y no creemos que tengamos problemas en bloquearle el acceso a la financiación, tanto pública como privada, al menos durante los próximos ocho años. Lo segundo es impedir que acceda a más muestras de cerebros humanos. ¡Ah!, lo siento, no les hemos explicado que el Dr. Andersen demuestra la presencia de la nueva mutación utilizando cerebros humanos procedentes de donaciones postmortem.
–Muy propio de un hereje, profanar los cuerpos y mentes de los seres humanos con la intención de demostrar la no existencia de Dios –interrumpió el arzobispo.
Ina hizo como si no hubiese escuchado tales palabras y cuando este le dirigió la mirada, siguiendo escrupulosamente sus cánones, le sonrió asintiendo con la cabeza.
–Y lo tercero –continuó Erans– es ser cautelosos y pacientes. Creemos que no avanzará muy significativamente en sus investigaciones si le bloqueamos el dinero y las muestras para sus experimentos. Lo marcaremos muy de cerca, cada tres meses nuestros profesores e investigadores tienen que presentar sus resultados, por lo que iremos viendo cómo van sus experimentos.
–Por otra parte –aclaró Ina–, quiero decir que tendré acceso directo a las investigaciones del Dr. Andersen. Lo conozco personalmente desde hace muchos años y le he hecho creer que soy su única amiga en el Instituto y de momento me está funcionando. No conseguí que me explicará con detalle sus resultados preliminares, pero sé que cuando tenga algo sólido, vendrá de inmediato a presentármelo, necesita de mi ayuda y colaboración, de eso estoy completamente segura.
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