La Amazonia contenía una gran cantidad de carbono que la deforestación y los incendios han liberado ahora a la atmósfera. Según una estimación, la pérdida de la selva tropical de la Amazonia ha elevado la cantidad total de carbono en la atmósfera en 140,000 millones de toneladas, lo que equivale a alrededor de quince años de emisiones globales anuales en el año 2000.
Entonces, volvamos a la pregunta de Megaron. ¿Quién quemó la Amazonia?
Tenemos otro dicho: “Uma boapergunta é a metade da resposta ”, quiere decir: “Una buena pregunta contiene la mitad de la respuesta”. Las personas que podrían haber evitado el calentamiento global, pero se mantuvieron al margen y dejaron que sucediera, no sólo los supuestos líderes, sino también las personas que los eligieron, todos ellos quemaron la Amazonia. Mi gente y la suya, no la de Megaron.
Australia fue uno de los primeros países en sentir los efectos del calentamiento global y uno de los primeros en actuar. La doctora Evonne Emerson ocupó la cátedra Kevin Rudd de Historia de Australia en la Universidad Nacional de Australia hasta que ésta cerró, en 2055. La llamé a su casa, en Perth.
Doctora Emerson, usted tiene raíces profundas en Australia .
Sí, nuestros registros familiares muestran que hace diez generaciones, en 1855, mis antepasados llegaron de Inglaterra y se bajaron del barco en Portland. Comenzaron a hacer prospecciones en los campos de oro de Victoria. Nuestra familia nunca encontró mucho oro, pero sí una buena vida aquí, en Australia.
Pero el calentamiento global fue una amenaza particular para su país, ¿no es así?
Recuerde que Australia es un continente, una isla y un país, las tres cosas. Otros continentes tienen sus desiertos y sequías, pero Australia tuvo más de ambos. Somos el continente más seco fuera de la Antártida, con el nivel de precipitaciones y el caudal medio fluvial más bajos por un amplio margen. Si usted hubiera observado un mapa de nuestras zonas climáticas a principios de siglo, habría visto que la mitad de Australia era efectivamente un desierto y otra cuarta parte eran praderas. Hoy, los pastizales casi han desaparecido, a medida que los desiertos van ganando terreno. Sólo a lo largo de la costa, en particular en Nueva Gales del Sur, Australia tenía suficiente lluvia en ese entonces para que contara algo. No podíamos permitirnos perder una gota.
Dicho esto, mi lectura de la historia es que la familiaridad de Australia con la sequía resultó ser un beneficio. No teníamos que imaginar lo que ocasionaría una sequía severa; más de una ya lo había ocasionado.
La sequía es tan importante en la historia de Australia que varias cláusulas de nuestra Constitución se refieren a ella. De hecho, si no fuera por la sequía, los estados australianos podrían ser un conjunto de países pequeños e independientes como Europa, en lugar de una federación como Estados Unidos. Digo eso porque en la década de 1890, una terrible sequía mató a la mitad de las ovejas y el ganado de Australia, lo que provocó una grave recesión. Esa sequía fue la razón principal por la que las seis colonias se unieron en un estado libre asociado. Como era de esperar para una tierra tan seca, estuvieron a punto de fracasar las negociaciones sobre la cantidad de agua que recibiría cada estado. El problema fundamental fue que, en la mayor parte de su extensión, nuestro río Murray forma la frontera entre Nueva Gales del Sur y Victoria, y abastece de agua a cuatro de los seis estados de Australia. Como en las eternas batallas por el agua entre los estados de California y Arizona, cada uno pensó que merecía la mayor parte del agua. Supongo que aquellos que pensaron que un río era un límite ideal entre estados, no habían contado con que el río se estuviera secando.
En 1915, Australia adoptó el Acuerdo sobre las Aguas del río Murray, en el que los estados río arriba garantizaban caudales mínimos río abajo, y el resto se dividía en partes iguales. Eso, a su vez, inició una gran cantidad de construcciones: represas, diques, esclusas y otras obras hidráulicas que dejaron al Murray y su principal afluente, el Darling, como poco más que un sistema hidráulico.
A finales del siglo xx, el Murray-Darling proporcionaba la mayoría del agua de riego de Australia. Como gran parte de nuestra agricultura depende del riego, tuvimos que chupar hasta la última gota del Murray-Darling; de hecho, lo chupamos hasta dejarlo seco. Para el año 2000, habíamos consumido más de tres cuartas partes del caudal del río, tanto que su desembocadura comenzó a sedimentarse. El bajo Murray se volvió peligrosamente salado y las carpas no nativas expulsaron a los peces nativos, con lo que varias especies fueron exterminadas. El río se encontró tan amenazado que los funcionarios australianos desecharon el antiguo pacto y lo reemplazaron por un nuevo acuerdo. Contenía algunas disposiciones radicales que prometían salvar el río, si algo se podía hacer: los regantes ya no recibirían subsidios federales y tendrían que pagar más, lo cual los disuadió de usar el agua del río. Los agricultores, y no los contribuyentes, pagarían para mantener la infraestructura del río. El uso del agua para preservar el medio ambiente recibiría la misma prioridad que los usos comerciales. Los agricultores y los regantes podrían intercambiar agua tanto dentro de los estados como entre ellos. El acuerdo colocó a Australia por delante de la mayoría de los países en la gestión del agua, pero, viéndolo en retrospectiva, estas medidas resultaron ser insuficientes y se aplicaron demasiado tarde.
¿Cuándo se dieron cuenta de que todos sus esfuerzos podrían no ser suficientes?
Hubo dos acontecimientos en 2028 que en verdad nos conmocionaron. Uno se refería a nuestro evento atlético característico, el Abierto de Australia, el torneo de tenis que llevó a Australia y a nuestra entonces hermosa ciudad de Melbourne al escenario mundial. La temperatura había aumentado en el evento durante la década de 2010, incluso mientras nuestros líderes australianos seguían negando el calentamiento global. A finales de 2019, estallaron los peores incendios forestales en la historia de un país de fuego y quemaron un área casi cinco veces mayor que Suiza, aunque resulte difícil creerlo. ¿Eso cambió la cantaleta de los negacionistas? No, siguieron cantando, pero más fuerte.
Luego, en 2020, varios partidos tuvieron que ser suspendidos debido a las altas temperaturas y a la nube de humo provocada por esos incendios. Durante los años siguientes, los jugadores usaron bolsas de hielo durante los cambios de cancha y cada año hubo que retrasar más partidos o realizarlos de noche. El problema era que una cancha de tenis de superficie dura absorbe el calor durante el día y lo desprende por la noche, por lo que el paso a los partidos nocturnos no ayudó mucho. Algunos de los mejores jugadores comenzaron a boicotear el torneo. Luego, en 2028, durante la final de dobles mixtos, dos jugadores murieron debido a un golpe de calor, justo frente a miles de personas en las gradas y millones de espectadores en casa. Ése fue el último partido que se jugó en el Abierto de Australia. También ese año, las 600 millas [966 kilómetros] más bajas del río Murray se secaron por completo. Perder tanto el Abierto como el Murray nos dejó realmente conmocionados.
Nuestra Organización de Investigaciones Científicas e Industriales de la Commonwealth (csiro, por sus siglas en inglés) nos había advertido ampliamente de que el calentamiento global era real y peligroso. Nos dijeron que Australia tenía las emisiones de gases de efecto invernadero per cápita más altas de todos los países. Además, durante la segunda mitad del siglo xx, las temperaturas en Australia se habían incrementado, en promedio,1.6 °F [0.9 °C] más de lo que había aumentado la temperatura global media durante todo ese siglo. Australia no sólo era el continente más seco, sino que puede ser que se haya convertido en el más caluroso. En el mismo medio siglo, aumentaron tanto el número de días extremadamente calurosos como el promedio de las temperaturas nocturnas. Las temperaturas nocturnas de Australia fueron particularmente reveladoras, porque nadie podía negar, como lo hicieron en Estados Unidos y en otros lugares, que las islas de calor urbano habían causado ese incremento; Australia sólo tenía unas cuantas ciudades muy dispersas. Para empeorar las cosas, la precipitación media en la cuenca Murray-Darling disminuyó entre 1950 y 2000. Pero el csiro nos dijo que lo peor estaba todavía por venir. Se calculó que el flujo del sistema Murray-Darling se reduciría en 5 por ciento en veinte años y en 15 por ciento en cincuenta. Pero el peor de los casos hablaba de 20 por ciento menos agua en veinte años y 50 por ciento, en cincuenta. Como sabemos hoy, el peor de los casos resultó ser la realidad.
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