Portada
Página de título
Prefacio a la segunda edición en inglés
Los científicos climáticos
primera parte. sequía e incendios
Marruecos en Suiza
La caída de Phoenix
Fuego en la Casa Verde
Australia seca
La otra cara del paraíso
segunda parte. inundaciones
Una ciudad maravillosa
Miami Blues
Bangladesh: geografía es destino
Adiós, Nueva Orleans
Tres Gargantas
tercera parte. aumento del nivel del mar
Perla del Mediterráneo
Casa en la arena I
Casa en la arena II
Tuvalu
La caída de Róterdam
cuarta parte. hielo
Una contradicción frágil
Impermafrost
Nanuk
quinta parte. guerra
La Guerra de los Cuatro Días
La Guerra del Indo
Oh, Canadá
El Nilo Azul se tiñe de rojo
sexta parte. fascismo y migración
America First
Malas cercas, malos vecinos
séptima parte. salud
El siglo de la muerte
Muerte con Dignidad
octava parte. especies
La zarigüeya de cola anillada verde
novena parte. una vía de escape
Mirada a Suecia I
Mirada a Suecia II
Epílogo
Datos del autor
Página de créditos
Prefacio a la segunda edición en inglés
Dicen que la mayoría de los escritores escriben para sí y esperan que su libro se convierta en un éxito de ventas. Hoy en día, no hay forma de que ningún libro, sin importar cuán importante sea ni qué tan bien escrito esté, venda las suficientes copias para calificar como un best seller . Las grandes librerías en línea de pendían por completo de internet, y éste, lo mismo que el resto de nuestra infraestructura, se ha vuelto cada vez menos confiable y seguro, por lo que resulta claro que no sobrevivirá hasta el final del siglo. Y casi todas las librerías físicas que alguna vez pudieron haber mantenido las ventas fueron sacadas hace mucho tiempo del negocio por los vendedores en línea.
Entonces, ¿por qué escribí este libro a sabiendas de que quienes lo leerán son sobre todo mis amigos y familiares? Porque soy un historiador oral. Mi trabajo es registrar los acontecimientos importantes en la historia de la humanidad usando las palabras de quienes los experimentaron. Así, proporcionamos la materia prima a partir de la cual otros historiadores pueden sintetizar y generalizar. Por supuesto, también escribo porque me gusta, y escribir es un placer que todavía es posible. En realidad, no necesitas una computadora, internet o la llamada Nube; lo único que necesitas es lápiz y papel.
El maestro de este enfoque y mi modelo es el gran historiador oral del siglo xx, Studs Terkel. Dos de sus libros, “La guerra buena”: una historia oral de la Segunda Guerra Mundial y Tiempos difíciles: una historia oral de la Gran Depresión , capturaron los efectos de esas calamidades en los estadunidenses de todas las tendencias como ningún otro libro pudo hacerlo. A lo largo de mi carrera, he vuelto a releerlo y nunca ha dejado de inspirarme.
Studs viajaba para entrevistar a personas de todos los ámbitos: desde la granja hasta la fábrica, desde la ciudad hasta el pueblo, desde los jubilados hasta los jóvenes, desde los nobles hasta el hombre y la mujer de la calle. Como él, la mayoría de mis sujetos son personas comunes, aunque incluyo algunos expertos y líderes. Terminé entrevistando a casi cien personas, demasiadas para un libro, por lo que elegí las entrevistas que ilustran mejor lo que las inundaciones, las sequías, las guerras, las hambrunas, las enfermedades y la migración masiva de refugiados climáticos le han hecho a la humanidad.
Siento una afinidad especial por Studs Terkel porque nací en 2012, exactamente cien años después de su nacimiento. En 1912, el calentamiento global era sólo un concepto teórico. Algunos científicos pensaron que podría resultar real, pero tenían muy poca información como para considerarlo peligroso. De hecho, esos científicos pensaron que un mundo más cálido podría ser mejor para la humanidad, y es comprensible. Para el año de mi nacimiento, un siglo después, era indiscutible que el calentamiento global era real, causado por los humanos y un peligro para la humanidad. Sin embargo, gracias a una campaña financiada sobre todo por las gigantes empresas petroleras de aquellos días, la mitad de la opinión pública y muchos políticos optaron por la negación, anteponiendo la ideología y la mentira al futuro de sus nietos.
He mantenido mi papel al mínimo: muestro en cursivas el momento en que hacía una pregunta, pero permito que mis sujetos hablen por sí mismos, tal como lo hizo Studs. Para facilitar la lectura, he agrupado los capítulos por tema, pero esto es algo arbitrario, ya que la mayoría de las regiones sufren más de un efecto del calentamiento global. A menos que se indique lo contrario, utilicé un teléfono satelital.
Lexington, Kentucky,
31 de diciembre de 2084
Los científicos climáticos
Hoy me encuentro con Robert Madsen III, quien, como su padre y su abuelo, es un científico climático.
Doctor Madsen, he venido con usted con una pregunta que la gente en la segunda mitad de este siglo nos sentimos obligados a hacer .
Aquellos de nosotros que hoy seguimos vivos estamos obsesionados por la pregunta de por qué, en las primeras décadas de este siglo, antes de que se agotara el tiempo, la gente no actuó para al menos desacelerar el calentamiento global. ¿Fue porque no había suficiente evidencia, porque los científicos no estaban de acuerdo, porque había alguna teoría mejor para explicar el calentamiento que obviamente estaba ocurriendo, o hubo algo más? Seguramente, la generación de nuestros abuelos tuvo una buena razón para dejar que esto nos sucediera… ¿cuál fue?
Bueno, puedo decirle que éste no será el capítulo más largo de su libro, porque la respuesta es breve y simple: no tuvieron una buena razón.
Incluso en el cambio de siglo, la evidencia del calentamiento global provocado por el hombre era abrumadora, y sólo se fue haciendo más y más fuerte hasta convertirse en un hecho innegable para cualquier persona racional, es decir, cualquiera que usara la razón como guía. Un amigo que se había formado como abogado me preguntó alguna vez si el calentamiento global había sido apoyado por una preponderancia de evidencias o más allá de toda duda razonable, la norma más alta en un caso penal. Respondí que el calentamiento global había estado más allá de toda duda razonable, tan cierto como puede estarlo cualquier teoría científica.
Si tuvieras que volver a la década de 2010 y juzgar la opinión colectiva de los científicos sobre la base de lo que publicaron en revistas revisadas por pares, encontrarás que para 2020 estaban cien por ciento de acuerdo en que los seres humanos eran la causa del calentamiento global. Ése no es sólo un número redondo que me haya sacado de la manga, sino el resultado de una revisión de casi veinte mil artículos arbitrados correspondientes a ese periodo.
Por difícil que nos resulte concebir esto, los negacionistas del calentamiento global no contaban con una teoría científica propia para explicar la evidencia. Sería muy distinto si la gente en las décadas de 2010 o 2020 hubiera permitido que nuestro mundo fuera destruido porque apostó por la teoría equivocada. Pero no existía una teoría alternativa. Las temperaturas se incrementaron, los incendios forestales fueron más intensos cada año en todos los continentes, el nivel del mar subió más y más, las tormentas empeoraron, y podríamos seguir y seguir. Aquellos que negaban que los humanos fueran los responsables no tuvieron la curiosidad por averiguar qué era entonces lo que estaba causando este clima extremo, pero sí decidieron lo que no lo causaba: los combustibles fósiles.
Читать дальше