Hacia el sur, desde el paseo marítimo de Nerja, se extiende ante mí el vasto y azul Mediterráneo. Hacia el norte, hay un mar de condominios abandonados de color beige y ocre que pareciera extenderse por toda la eternidad, miles, decenas de miles… un número incomprensible, la mayoría de ellos deteriorados y en ruinas. No es difícil entender la razón de todo esto: el campo está reseco y muerto. A las dos de la tarde, frente a las ruinas del Hotel Balcón, en el paseo marítimo de Nerja, la temperatura en la sombra es de 124 °F [51 °C] y no se siente la brisa del mar. Parece que soy la única persona por aquí, y no planeo quedarme mucho tiempo.
De camino a Nerja desde Córdoba y Granada, vi los restos carbonizados de decenas de miles de olivos, el monocultivo que solía dominar el sur de España. A medida que la región se calentó, los olivos se secaron, dejándolos susceptibles a incendios y enfermedades. Hoy en día, el cultivo del olivo se ha desplazado de España e Italia al norte, hacia Francia, Alemania e incluso Inglaterra.
Desde Nerja, la señora Mercier viajó a Gibraltar.
Tuve muchos problemas para encontrar transporte para bajar hasta aquí y regresar. Lo que solía tomarme medio día en auto, me tomó cuatro. Gibraltar, que solía ser una de las joyas de la corona del Imperio británico, protegía la entrada y salida del Mediterráneo. Pero a sólo unas millas de distancia por mar se encuentra Marruecos, una proximidad que convirtió a Gibraltar en una meca natural para los migrantes climáticos.
En mi investigación de preparación para el viaje, encontré un informe de la década de 2010 que señalaba que la migración a la Unión Europea ya había aumentado debido al incremento del calor, la sequía y el desorden social resultante. Un estudio proyectaba que el número anual de migrantes aumentaría de trescientos cincuenta mil al doble para 2100. Pero este estudio, como muchos de ese periodo, independientemente del tema, proyectó el futuro basado en el pasado, y éste no era una buena guía cuando había una “nueva normalidad” cada año o dos. Estas proyecciones casi nunca tuvieron en cuenta el calentamiento global y sus efectos secundarios. Ahora, nadie sabe cuántos migrantes han logrado llegar a Europa desde África, el Medio Oriente y lo que solíamos llamar Europa del Este, pero ciertamente el número es de cientos de millones, tal vez quinientos millones. Y vienen más.
Para 2050 tantos inmigrantes habían inundado Gibraltar que Inglaterra anunció que cedería el territorio al país que lo había reclamado durante mucho tiempo. España hizo entonces un esfuerzo a medias para gobernar Gibraltar. Pero cuando fallaron las desalinizadoras de las que dependía para el agua, España no pudo reemplazarlas. En 2065 se rindió y declaró a Gibraltar ciudad abierta. Desde entonces se le conoce por su nombre original: Jabal Ṭāriq, Montaña de Tariq.
Era claro para mí que Gibraltar es un hervidero de contrabando y otras actividades delictivas, e ir allí significa jugarte la vida. Tuve que entrar disfrazada de hombre y acompañada de mercenarios armados. No me quedé mucho tiempo, pero lo suficiente para comprobar que cuando algunos dijeron que el calentamiento global desataría el infierno, no estaban lejos de la verdad.
Para la siguiente ocasión que hablo con la señora Mercier, ella se ha movido por la costa mediterránea hasta la provincia española de Murcia.
Desde Jabal Ṭāriq alquilé un barco que me llevara al noreste, hasta Murcia, y nos detuvimos en algunos lugares del camino que el capitán dijo que probablemente serían seguros. Si hubieras visitado Murcia en los primeros años del siglo, habrías pasado por campos llenos de lechugas e invernaderos de tomates maduros. Habrías visto surgir por todas partes las nuevas casas vacacionales y los condominios de departamentos. En tu camino hacia la playa, te habría resultado difícil evitar pasar junto a algún verde campo de golf. En una tierra tan seca, ¿de dónde sacaba España el agua para todo esto?
Como ya sabes por mis informes, antes de visitar un área, Je fais mon travail , hago mi tarea. Estudio la historia de una ciudad o país para entender lo que estoy viendo. Murcia es un caso de estudio sobre la impotencia de las personas y los gobiernos para evitar que esta tragedia de los recursos comunes arruine sus vidas y sus tierras.
Murcia siempre estuvo seca, pero la falta de lluvia no impedía que la gente se comportara como si siempre fuera a haber agua en abundancia. Si el agua no caía del cielo, la gente la encontraba bajo tierra o la transportaba desde lejanos campos de nieve. En el cambio de siglo, se negaron a creer que llegaría el día en que ninguna de estas estrategias seguiría funcionando.
Hasta finales del siglo pasado, los agricultores murcianos cultivaban higos y palmeras datileras y, donde tenían suficiente agua, limones y otros cítricos. Luego, el gobierno dispuso transportar el agua desde las provincias menos secas, lo que permitió a los agricultores cambiar a cultivos que consumían grandes cantidades de este líquido, como la lechuga, los tomates y las fresas. Los desarrolladores construyeron tan rápido como pudieron, y cada edificio nuevo debía tener su propia piscina. Los vacacionistas necesitaban villas, condominios y los suficientes campos de golf para no tener que esperar para jugar el siguiente hoyo. Mantener verde cada uno de los campos de golf de Murcia requería cientos de miles de galones de agua por día. Alguien descubrió que para permitir que un golfista jugara una ronda se necesitaban 3,000 galones [11,356 litros] de agua. Hoy en día, el golf ha seguido el camino del hockey y del esquí, y de los deportes en general.
Si los funcionarios españoles se hubieran tomado en serio el calentamiento global y hubieran estudiado los registros de temperatura de Murcia, podrían haber sido más cautelosos. Durante el siglo xx, España se calentó el doble que la Tierra en general, y la cantidad de lluvia disminuyó. Los científicos proyectaron que las lluvias se reducirían en 20 por ciento más para 2020 y en 40 por ciento para 2070. Los pronósticos resultaron ser precisos, aunque en el momento en que se hicieron nadie les prestó atención. Cuando las provincias del norte tuvieron que recortar sus transferencias de agua, los agricultores y los pueblos de Murcia tuvieron que recurrir a las aguas subterráneas, lo que provocó una brusca caída del manto freático. Surgió entonces un mercado negro de agua de pozos ilegales, pero muy pronto el manto freático se encontraba a niveles tan profundos que las bombas no conseguían subir el agua hasta la superficie. Se destaparon muchos escándalos y se descubrió que funcionarios corruptos recibían pagos a cambio de permisos de construcción en áreas donde no había agua. Aunque sea difícil de creer, gente ingenua en Gran Bretaña y Alemania siguió comprando condominios y villas en España. Llegaban a su nuevo hogar o condominio, abrían el grifo, encontraban que no salía agua y entonces buscaban a quién demandar. Luego descubrían que la letra pequeña de su contrato les había dado a los constructores y al gobierno una cláusula de escape si un acto de Dios causaba escasez de agua. ¿El calentamiento global es un acto de Dios? Ne me fais pas rire , o como tú dices, no me hagas reír.
Cuando el agua se secó, los agricultores cambiaron de nuevo a los higos y a las palmeras datileras. Pero a medida que avanzaba el siglo y las previsiones de los científicos resultaban acertadas o, más a menudo, demasiado cautelosas, ni siquiera se pudo obtener un beneficio económico de esos cultivos en España. Para la década de 2050, la agricultura en Murcia prácticamente se había terminado y las casas de vacaciones y los condominios estaban vacíos. Hoy, salvo por sus edificios abandonados, Murcia es indistinguible del desierto norteafricano de hace un siglo.
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