Estrella Correa - Quédate conmigo, por favor

Здесь есть возможность читать онлайн «Estrella Correa - Quédate conmigo, por favor» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Quédate conmigo, por favor: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Quédate conmigo, por favor»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Alejandro y Álvaro han desaparecido de la vida de Dani y no sabe cómo llenar el vacío que han dejado en su interior, pero no espera todas las sorpresas que le depara el destino, algunas de ellas le sobrepasarán, otras llegarán a formar parte de su pequeño universo.

Quédate conmigo, por favor — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Quédate conmigo, por favor», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Me limpié la cara con la manga del chaleco de hilo azul marino y pensé que Alejandro nos encontraría. Siempre lo había hecho. Cuando más asustado estaba, él llegaba con su fuerza y su valentía y me arropaba con sus brazos. Si me caía, él me levantaba. Si soñaba, él me despertaba. Si me equivocaba, él me corregía. Nuestro hermano sabría buscar y nos localizaría. Y no erré en absoluto. Apreté la manita de mi hermana, le dije que no pasaba nada y miré hacia arriba como si ya supiera lo que iba a encontrar. Alejandro corría hacia donde nos encontrábamos, casi más asustado que nosotros. No pude reprimirme más y me eché a llorar, como cualquier niño asustado superado por la situación. Se agachó, nos abrazó y nos susurró que él nunca dejaría que nos ocurriese nada. Así es él y… así le estoy pagando yo.

Rompo a llorar como hace muchísimo tiempo que no hago, desde que me perdí, aunque Dani intentara con uñas y dientes que eso no ocurriera. He cometido muchos errores durante mis treinta y un años. No me perdonaría jamás hacer daño a las dos personas que más quiero en esta vida. Le rompí el corazón a Daniel hace cinco años, y he destrozado el alma de Alejandro hace escasas tres horas.

El sábado me levanto como me quedé dormido, vestido sobre el mullido colchón. Cuchillos clavados sobre el pecho y truenos dentro de mi sien me saludan dándome los buenos días. Camino a la ducha, me desvisto y, sin quererlo, me encuentro conmigo mismo frente al espejo. Los ojos negros, el pelo despeinado sobre la frente, los hombros anchos y el pecho definido. Soy yo sin serlo. Me toco la brecha de la ceja con la yema de los dedos. Imágenes fugaces de la tarde en la que me la hice aparecen como flashes en mi mente. Cierro los ojos y me transporto veinticinco años atrás.

De nada vale huir de tu vida, tus sentimientos ni de tus circunstancias. Forman parte de ti y de lo que eres y te acompañarán siempre. Escucho la sonrisa jovial de Alejandro correr detrás de mí y de Noelia, jurándonos que nos pillaría y nos haría pagar lo que le hemos hecho a su habitación. Reímos a carcajada limpia. Noelia va dando saltitos, tropieza y se cae. Freno para cogerla y caemos los dos rodando hacia una mesa de hierro forjado con patas en relieve haciendo una enredadera. Si Alejandro no se tira y nos frena, me rajo la cabeza por la mitad. Abro los ojos y vuelvo a verme en el espejo. Agarro el mármol del lavabo con las manos y lo aprieto con fuerza hasta casi hacerlo añicos. Solo me tuvieron que coger puntos, sin embargo, mi hermano se fracturó la mano derecha y tuvieron que operarlo de urgencia. Siempre he sabido que daría la vida por nosotros. Por mí. Hasta ahora.

Me meto bajo la ducha y abro el agua fría. Soy un completo imbécil. El agua cae sobre mi cuerpo, congela todas mis esperanzas, desbarata mis ilusiones y rompe por la mitad mi miedo. Apoyo las palmas de las manos sobre los azulejos y agacho la cabeza. Aprieto la mandíbula hasta escuchar el rechinar de mis dientes. Sé lo que tengo que hacer. Me visto con unos vaqueros, una sudadera gris y unas converse negras. Cojo la cartera y las llaves del coche. Salgo de casa acompañado de las ganas de hacer las cosas bien y la certeza de que, pase lo que pase, haré lo correcto. Se lo debo. Voy a ser sincero conmigo y con él.

Llego a casa de Alejandro pasadas las cinco de la tarde. No tengo que dar explicaciones al portero para concederme paso, hasta ahora no se me ha vetado la entrada en casa de mi hermano. Posiblemente eso ocurra pronto, pero todavía no ha tomado esa medida de precaución. Soy persona non grata, seguro, porque no abre ni da señales de vida, después de llamar de forma ruda unas cuatro veces al gran portón de madera, y acompañar mi insistencia pulsando el timbre repetidamente. Sé que está aquí. Estoy seguro de ello. Lo conozco, conozco sus pasos, su forma de hacer las cosas, de moverse, de actuar, de reaccionar. Después de diez minutos, la puerta se abre. Claudia me mira sobrecogida desde el otro lado.

—Su hermano no se encuentra bien. Será mejor que venga otro día.

—¿Dónde está? Necesito hablar con él.

—Lleva en su despacho todo el día. No ha querido comer.

—¿Ha bebido?

—No demasiado.

—Claudia, voy a entrar —digo, seguro de mí mismo, y surte efecto. Se aparta a un lado, paso y cierra la puerta detrás de mí.

La del despacho también la tiene cerrada. Golpeo con el puño y nadie contesta al otro lado.

—Alejandro, sé que estás ahí. Abre.

Tras insistir y no conseguir nada, doy un paso atrás, cojo fuerza y choco contra la ranura donde se unen las dos hojas consiguiendo que se abra de par en par. Me recompongo y busco a mi hermano con la mirada.

Lo encuentro de pie junto a la ventana, contemplando el skyline de la ciudad a través del cristal con una copa de bourbon en una mano. No se gira, no me mira, no me presta atención.

—Alejandro, tengo que hablar contigo. —Casi suplico. Obtengo el silencio por repuesta. Va a escucharme, aunque no quiera. Camino hasta el centro de la estancia, cojo aire y me animo a hacer las cosas bien: ser sincero y pedir perdón.

Comienzo por explicarme.

—Conocí a Dani el primer año de universidad. Ella me ayudó, sin saberlo, a superar todo lo que me pasaba por aquella época. Tú siempre cuidaste de mí y me sentía solo y abandonado tras tu marcha a Australia. Dejé de hablarme con Marcos y me enfadaba que mamá lo defendiera. Me enamoré tan rápido de ella que me asusté como un niño pequeño; pero no tardé en darme cuenta de todo lo bueno que me daba. Supe que sería para toda la vida y eso no ha cambiado. —trago—. He venido a ser sincero contigo. Quiero que conozcas mis sentimientos y por qué he hecho las cosas que he hecho. —Levanta el brazo y bebe un trago. Lo mira y gira el líquido despacio—. No pretendo que me entiendas. Ni yo mismo lo hago. Solo… déjame pedirte perdón. Déjame… expurgar mis pecados.

—No soy ningún dios. —Su voz arroja una mezcla de dolor y desesperanza.

—Para mí siempre has sido más que eso.

Se gira hacia mí tras escuchar mis palabras y sus ojos se clavan en los míos. Duelen más que si afilados cuchillos me cortaran la piel y se hundieran despacio en las carnes.

—Vete.

—No voy a irme sin que me escuches.

—Ya lo he hecho. Vete. —Camina hasta el armario, lo abre, coge la botella y vuelve a llenar el vaso hasta la mitad. La cierra ceremonioso, la guarda, se lleva el borde del cristal a los labios y bebe un trago largo. Se gira y comprueba que no me he movido del sitio.

—¿Qué más tienes que decirme? Te la llevaste a París a conciencia. ¡Sabiendo y queriendo lo que ocurriría! —Reacciona.

—¡Llevo cinco años esperando volver a verla! ¡Cinco años de noches incompletas, cinco años de días enteros sin ella! Sí, me la llevé a París para intentar reconquistarla. Te dejó, la cagaste y…

—¡Vete! —grita, pero hago caso omiso y sigo hablando.

—Volví a Madrid por ella. Ignoraba que se había enamorado de ti. Me rompió el corazón saberlo. ¿Qué debía hacer? ¡Es la mujer de mi vida! Ya me rendí una vez sin luchar, ¡no volveré a hacerlo!

—Pero esta vez yo soy el enemigo. —Cierra los ojos.

—El enemigo siempre he sido yo. Ese es el problema. Que no la merezco.

—Ninguno de los dos la merecemos. Vete, Álvaro.

—No.

—No quiero odiarte.

—Yo te he odiado por tenerla entre tus brazos.

—¡Lárgate! —Suelta el vaso, que cae al suelo haciéndose añicos. Ni siquiera me inmuto. Camina hasta mí y me da un empujón.

—¡Te has acostado con ella! ¿Cómo has podido? Me odio, ¡a mí! Me odio por las ganas que tengo de matarte.

—¡Hazlo! —grito. Coge la tela de la sudadera a la altura del cuello y me levanta unos centímetros.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Quédate conmigo, por favor»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Quédate conmigo, por favor» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Quédate conmigo, por favor»

Обсуждение, отзывы о книге «Quédate conmigo, por favor» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x