©2017 ESTRELLA CORREA
©2017 de la presente edición en castellano para todo el mundo: EDICIONES CORAL ROMÁNTICA (Group Edition World)
Dirección:www.edicionescoral.com/www.groupeditionworld.com
Primera edición: Junio 2017
ISBN: 978-84-17228-03-3
Diseño portada e ilustraciones: Juan Antonio González – Ediciones Coral
Conversión a epub: Group Edition Wolrd
Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la ley. Queda rigurosamente prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento mecánico, electrónico, actual o futuro-incluyendo las fotocopias o difusión a través de internet y la distribución de ejemplares de esta edición mediante alquiler o préstamo público sin la autorización por escrito de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes.
Clamores de Juventud
Parte 1
ESTRELLA CORREA
SINOPSIS
Daniel es una mujer fuerte, decidida a seguir con su vida, a pesar que hace tiempo todo dejara de tener sentido en su vida. Ahora, no obstante, su mundo aparenta seguridad, rodeado de gigantescos muros que ella misma ha construido. Hasta que conoce a Alex y su universo vuelve a tambalearse.
Atrevida, sensual, divertida, emocionante…, llena de sorpresas y engaños. Todo se une en una novela donde el amor inunda cada momento, nada es lo que parece y las dudas rodean a una chica que no sabe lo que quiere.
'Un gin-tonic, por favor' es la primera parte de esta trilogía que te hará reír y llorar a partes iguales.
¿Puede amarse a dos personas a la vez?
¿Se puede olvidar el primer amor?
ÍNDICE
Capítulo 1: Imágenes sin sentido
Capítulo 2: Empezando desde el principio
Capítulo 3: En los brazos de Morfeo
Capítulo 4: Nunca duermas con extraños
Capítulo 5: No me lo puedo creer
Capítulo 6: Tierra, trágame
Capítulo 7: Y me fui
Capítulo 8: La noche es joven. Y nuestra
Capítulo 9: Besos, besos, besos
Capítulo 10: Puto dios del sexo
Capítulo 11: Te quiero, nena
Capítulo 12: ¿Cuándo ha ocurrido todo esto?
Capítulo 13: Un enorme y maldito error
Capítulo 14: Quiero que vuelvas a mí
Capítulo 15: No lo digas
Capítulo 16: Habla conmigo
Capítulo 17: Yo… te quiero
Capítulo 18: Y yo a ti
Capítulo 19: Aléjate de él
Capítulo 20: Salir o entrar
Capítulo 21: Sorpresas te da la vida
Capítulo 22: El pasado. Aquí y ahora
Capítulo 23: Tú, nunca
Capítulo 24: Promesas
Capítulo 25: Las bombas informativas de una en una
Capítulo 26: Soy tuya
Capítulo 27: Desaparecer
Capítulo 28: Quédate
Capítulo 29: Otra sorpresa no, por favor
Capítulo 30: ¿Qué es lo nuestro?
Capítulo 31: El amor te ciega
Capítulo 32: Después hablamos
Capítulo 33: En busca de la verdad
Capítulo 34: Abre los ojos
Capítulo 35: Tal vez sí, tal vez no
Epílogo
1
IMÁGENES SIN SENTIDO
Me duele la cabeza. Es insoportable. Creo que anoche bebí demasiado. En realidad no lo creo, el zumbido en mis oídos lo confirma ¡Dios mío! Necesito un paracetamol o un ibuprofeno o, mejor, un hacha para poder cortarme la cabeza de un golpe seco. Eso estaría bien.
No me lo puedo creer. Sara con ganas de fiesta. No me gusta este piso. Odio que su cabecero colinde con el mío y que las paredes parezcan de papel cebolla. Creo que practico sexo siempre que lo hace ella o, al menos, estoy presente cada vez. Y ocurre muy a menudo. No debería quejarme, si no fuera por ella, se follaría muy poco en esta casa. La estoy oyendo gemir. ¡Oh, no! Me tapo los oídos. Ni siquiera recuerdo a quién trajo anoche. En realidad, ni siquiera recuerdo cómo llegamos a casa. Levanto las sábanas y me recorro el cuerpo con la mirada. Al menos lo hicimos sanas y salvas.
Me tapo la cabeza con la almohada e intento volver a dormir… ¡Imposible!. El reloj digital marca sobre la pantalla del móvil las diez de la mañana y no debimos llegar antes de las siete. Estoy segura de esto porque encendieron las luces y nos echaron de la discoteca. Es de las pocas cosas que recuerdo. Eso y que alguien con cara de enfado me llevaba casi en brazos. Debió tocarme el portero más antipático.
—Nena, nena..., despierta —susurra en mi oído. Sonrío y siento cómo un reguero de besos baja desde mi garganta hasta el centro de mi estómago—. Vamos..., llegamos tarde.
—No quiero —me quejo—. Es muy temprano.
—Son más de las nueve —vuelve a subir y roza con sus labios los míos.
—Pues eso..., muy temprano.
Noto cómo sonríe sin parar de besarme. Introduce la lengua en mi boca y rodeo su cintura con mis piernas. Se incorpora un poco quedándose de rodillas frente a mí. Se quita la camiseta y me deleito observando su perfecto torso desnudo. Se desabrocha los pantalones y baja mis bragas hasta deshacerse de ellas dejándome completamente desnuda.
—Si vamos a llegar tarde, que sea por una buena razón —y se introduce lento en mí.
Vuelvo a despertarme, esta vez con la ropa empapada en sudor. Los sueños que me acompañan a veces me afectan demasiado. Miro el reloj de nuevo y decido que esta sí es una hora decente para abandonar la cama un sábado de resaca. Las doce y media de la mañana.
Arrastrando los pies, cojo unas braguitas, una camiseta y me dirijo al único cuarto de baño que tiene el apartamento. Es pequeño, todo blanco con un inmenso espejo con el borde morado a juego con las toallas compradas en Ikea . ¡Mierda! Casi desnuda, me doy cuenta de que no estoy sola. Un culo, digno de premios internacionales, me mira con un solo ojo.
—Pero, ¿qué coño…? —me dice el dueño del culo medalla de oro.
—¡Hostias! —respondo tapándome lo que puedo—. ¡Sara! —grito.
En menos de dos segundos mi querida amiga nos deleita con su presencia y tira del dueño de ese trasero para llevárselo gritándome que lo siente. El tío se gira y tiene la cara de decirme que él estaba ahí primero. ¿Perdona? Cierro de un portazo, me siento sobre la taza del inodoro y respiro profundamente. Por favor, vivo en una casa de locos.
Me ducho, termino de vestirme y me voy a la cocina a hacerme una taza de café. O dos. Lo decido sobre la marcha. No debí dejar las clases de yoga, aunque hubiera una razón de peso para no volver a aparecer por allí jamás.
Nota mental, volver el lunes próximo. Y, por supuesto, ignorar la razón de peso.
Entro en nuestra cocina. El piso no es gran cosa: dos habitaciones y un baño, pero la cocina no está nada mal. Incluso tiene una mesita con unas sillas muy coquetas. Los muebles de color celeste y lila deben tener por lo menos 20 años, es muy... vintage . Vieja, pero con estilo. A mí me encanta.
¡Mierda! El del culo prieto me mira con una sonrisa. Tiene el pelo rubio y unos grandes ojos color miel que enmarcan su cara en una tez morena y cuidada. Cuerpo musculado sin llegar a ser obsesivo. Es carne de gimnasio, por supuesto, pero no le va la vida en ello.
—Hola —dice descaradamente.
—Hola —le respondo apartando la mirada.
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