Estrella Correa - Quédate conmigo, por favor

Здесь есть возможность читать онлайн «Estrella Correa - Quédate conmigo, por favor» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Quédate conmigo, por favor: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Quédate conmigo, por favor»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Alejandro y Álvaro han desaparecido de la vida de Dani y no sabe cómo llenar el vacío que han dejado en su interior, pero no espera todas las sorpresas que le depara el destino, algunas de ellas le sobrepasarán, otras llegarán a formar parte de su pequeño universo.

Quédate conmigo, por favor — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Quédate conmigo, por favor», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—Chica lista.

Van a volverme loca entre los dos. Necesito unas vacaciones. Y las necesito ¡ya!

—Pareces cansada.

—Lo estoy.

—¿Cómo lo llevas?

Bien, pero a veces me quiero morir.

—No debe ser fácil tener que lidiar con los dos. Me hago cargo —sigue.

¿Fácil? La física cuántica me parece mucho más liviana que enfrentarme a Álvaro y Alejandro todas las mañanas. Si esto dura mucho tiempo, me plantearía engrosar las listas del paro. Total, soy rica.

—¿Qué quieres? —pregunto.

—Que seas sincera.

—Lo soy. Si tú también lo hubieras sido hace seis años, no nos encontraríamos en esta situación. — Mardita lengua que me pierde.

—¡Wow! —Se toca el pecho como si le hubiera disparado una flecha justo en el corazón—. Tocado y hundido.

—Estoy segura de que necesito mucho más para hundir el acorazado ruso en el que te has convertido. —Le doy un bocado al dulce. Nunca ha sido un enclenque, sin embargo, ahora su trabajado cuerpo recuerda a un modelo de ropa interior masculina; pero de esos a los que se le puede rallar queso sobre el abdomen. Nada que ver con el chico que conocí.

—Sigo siendo el mismo. Y… —Me clava su mirada—, Sigo sintiendo lo mismo. No voy a darme por vencido.

No soy la única que ha pensado ser directa en la sobremesa del lunes. ¡Qué bien! Ironizo para mí.

—Creí que esto ya lo habíamos hablado.

—Ya…, soy un bonito recuerdo. Solo eso, ¿no?

«Venga, contesta. Sácanos de dudas a todos». Mi subconsciente me mira con los brazos cruzados y la espalda sobre una pared esperando la aclaración.

—Álvaro, siento lo que pasó…

—No te creo. Es imposible.

—¿Por qué estás tan seguro?

—Porque solo me siento completo cuando estás cerca de mí.

En otro momento, tras escuchar estas palabras de la boca de Álvaro, me hubiera sentido la mujer más afortunada del universo, pegaría saltitos rodeada de griterío de ángeles con grandilocuentes «oes» acompañados de los acordes de algún instrumento celestial –no se me viene ninguno a la mente… ¡Sí! ¡Un arpa!–. Sin embargo, ahora no sé cómo sentirme. Mi cuerpo se mueve en un vaivén de sensaciones que alteran constantemente mi estado de ánimo.

—Álvaro… —repito su nombre tratando de concentrarme—, yo… no sé qué decir. —Me toco la sien.

—Dime que lo pensarás.

—Tengo que irme.

Llamo al ascensor, pero tarda demasiado en llegar. Opto por las escaleras de nuevo. Subo los escalones como los bajé, de dos en dos. Antes de llegar al primer rellano, me tropiezo y caigo de rodillas al suelo. ¡Joder! Que termine el dichoso día ya. Empiezo a dudar si sobreviviré al lunes. Una mano me rodea la muñeca y me levanta. Esta vez la de Álvaro.

Ha salido detrás de mí.

—Te has podido romper algo. Deberías utilizar el ascensor.

Otro con la dichosa cantinela.

Puff.

Esas vacaciones, ¿dónde están?

7

Y ESTE, ¿QUÉ ES LO QUE QUIERE?

A las ocho de la tarde nos hemos pateado la Calle Serrano; donde no compramos nada, Gran Vía, la Red de San Luis y Plaza del Callao. Me duelen las piernas y no me siento la planta de los pies. Victoria es una chiflada de las compras, como imaginaba. Conoce todos los tipos de tela, colores que yo no sabía que existieran y el nombre de los diseñadores más cosmopolitas en orden alfabético. En un par de zapaterías me he dado un caprichito. Después del día que llevo, creo que merezco un poco de mimo. A falta de pan, buenos son zapatos. O algo así.

Al final, me he comprado un vestido rojo agarrado al cuello y cuerpo de sirena, fruto bendito de la caminata que nos hemos dado. Berta ha optado por el azul marino y Victoria… Victoria lleva dos pantalones, tres blusas, una chaqueta, maquillaje, pantis, rímel y trescientos pares de zapatos.

A las ocho y veinte me despido de ellas y las dejo tomando unas cervezas en uno de los bares donde hemos terminado exhaustas. Dentro de media hora he quedado con el inspector Hidalgo, y quiero pasar por casa a dejar las bolsas. Cojo un taxi que me espera en la puerta del apartamento mientras subo y aprovecho la parada para vomitar en la soledad de mi cuarto de baño. Llevo toda la tarde aguantando las ganas.

Son las nueve y doce minutos cuando entro en el Café Oita. El aroma a pan recién hecho, azúcar tostada, chocolate y levadura, entre otros, me inunda y reconforta. Sacudo la cabeza de lado a lado desperdigando gotitas de agua alrededor. Caen chuzos de punta. La cafetería me espera casi vacía, solo un par de parejas charlan delante de una taza de café cargado con millones de sensaciones. Adoro este sitio. Las paredes de piedra, el suelo de madera y el destartalado mobiliario hacen que te sientas como en el salón de casa de tus abuelos. Posee esos colores tan agradables a la vista y tan reconfortantes.

Solo lo he visto una vez, pero el aire de agente de autoridad que lo rodea no da lugar al error. Espera sentado sobre un sillón chester de los años cincuenta. Se da perfecta cuenta de mi presencia. Me mira y, con un gesto de cabeza, me invita a acercarme.

—Siéntese, por favor. —Intenta ser educado, pero desprende una superioridad que no me gusta. En él no.

Tomo asiento en una silla de estilo francés dorada.

—¿Desea tomar algo?

—No, gracias, prefiero que me diga cuál es la razón de su insistencia. Estoy muy ocupada. —Y preferiría dormitar tumbada sobre mi sofá que escuchar lo que usted me quiera decir. El día está siendo interminable. El agotamiento me aflige.

—¿Qué relación le une al señor Llorens?

—No sé por qué querría saberlo.

—Créame. Le interesa ser sincera conmigo.

—Es el dueño de la galería de la que soy directora, pero eso ya lo sabe. —Suelto de un tirón. No por lo que ha dicho, solo deseo que me deje en paz lo antes posible. Y no me gusta su tono.

Da un sorbo a la taza de café y la deja sobre la mesa sin prisas. Me mira y levanta suavemente una ceja. Espera más información, información de la que ya está al tanto, estoy segura.

—Fuimos pareja en la universidad, ¿algo más?

—Me gustaría que confiara en mí. Solo quiero ayudarla. ¿Por qué está tan a la defensiva?

—No alcanzo a adivinar la razón por la que necesitaría su ayuda. Si sabe algo sobre el intento de robo en la galería, debería hablarlo con el señor Llorens. No entiendo qué hacemos aquí.

—Supongo que no sabría decirme qué ocurrió aquel día. —Clava su mirada en la mía y sigue—. El que entró en la galería, sabía lo que buscaba y estoy seguro de que no se fue sin conseguirlo. No nos consta, sin embargo, que se llevaran nada, a menos que su jefe trate de ocultarnos algo. —Intento disimular mi confusión. ¿Qué va a ocultar Álvaro? Entraron a robar y se presentó una denuncia. Es cierto que nos consta que no se llevaran nada, tal vez no encontraron lo que buscaban. O tal vez…—. O sí lo hallaron, pero al señor Llorens no le interesa que se sepa. En cualquier caso, no me queda otra opción que investigar en más direcciones. —No me gusta su tono condescendiente y amenazador.

—¿Qué trata de decirme?

—No la conozco, pero estoy seguro de que es una mujer inteligente y sabe lo que le conviene.

«Se nota que no te conoce».

Pongo los ojos en blanco mentalmente.

—Disculpe, inspector…

—Jorge —me corta.

—Lleva razón. —Lo ignoro—. no me conoce, no sabe quién soy. ¿Qué le hace pensar que voy a ayudarle?

—No tiene otra opción. Solo hay una razón por la que se negaría. Y, sinceramente, no creo que usted esté implicada.

¿En qué? ¿De qué coño está hablando?

—Tengo que irme. —Me levanto de la silla y cuelgo el bolso de mi hombro izquierdo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Quédate conmigo, por favor»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Quédate conmigo, por favor» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Quédate conmigo, por favor»

Обсуждение, отзывы о книге «Quédate conmigo, por favor» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x