Estrella Correa - Quédate conmigo, por favor
Здесь есть возможность читать онлайн «Estrella Correa - Quédate conmigo, por favor» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Quédate conmigo, por favor
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Quédate conmigo, por favor: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Quédate conmigo, por favor»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Quédate conmigo, por favor — читать онлайн ознакомительный отрывок
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Quédate conmigo, por favor», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
«—Sabes mejor que el chocolate —ronroneó con sus labios saboreando los míos—. Estaría besándote cada segundo del resto de mi vida. —Bajó por la mandíbula y el cuello hasta morder uno de mis pezones sobre la ropa. Di un pequeño gemido y él sonrío. Se arrodilló entre mis piernas, cogió mi camiseta negra por el dobladillo y la subió dejándome el vientre a la vista. Lo acarició y gemí. Agachó la cabeza y regó de besos toda la zona. Unos minutos después, y cuando se hubo sentido satisfecho, me bajó las braguitas y levantó mi mini falda hasta la cintura. Se quedó contemplando mi zona más íntima durante unos segundos que se me antojaron eternos. Subió por mi cuerpo hasta atrapar mi turbia mirada. El corazón me latía con fuerza. Por supuesto, no era la primera vez que me veía así, expuesta, sin embargo, noté algo muy diferente que nos rodeaba. No sé, como si el oxígeno se solidificara. Me abrió las piernas todavía más y unió nuestros labios. Solo se escuchaban nuestras respiraciones alteradas sobre el lejano tráfico. Volvió a mirarme y bajó poco a poco saboreándome entera hasta llegar a mi monte de Venus. Traté de cerrar las piernas, pero él las mantuvo abiertas. Nunca nadie antes me había besado tan abajo. No es que no me agradara, no lo sabía aún. Simplemente en ese sentido también era virgen hasta que lo conocí a él.
—Tranquila, te gustará —dijo con voz ronca y sensual.»
Suelto un suspiro demasiado impetuoso en voz alta, y me doy cuenta de que los dos hombres que tengo delante de mí me miran con atención. Me muero de la vergüenza, aunque trato de disimularlo. Álvaro se despide del señor Bonnay y lo acompaña hasta el pasillo después de hacerlo yo también. Cierra la puerta y camina acortando la distancia que nos separa.
—¿Estás bien? —pregunta sin denotar ninguna clase de emoción.
Claro que sí. Solo recordaba cómo eras capaz de hacerme delirar mientras introducías tu lengua ahí abajo.
Asiento con la cabeza.
Llena un vaso de agua y me lo ofrece.
—Pareces ofuscada.
«Yo diría sofocada. Caliente. Excitada. Turbada»
Mi subconsciente lo define a la perfección. Perdí el hilo de la conversación antes de que empezara. Frédéric pensará que trabaja con una completa inepta. No he sido capaz de expresar una frase coherente en lo que ha durado la reunión.
Últimamente soy incapaz de controlar mi libido. La imaginación calenturienta que me acompaña me pone de cero a cien en décimas de segundo. Me levanto frente a él y, justo antes de despedirme y correr como liebre sobre la llanura huyendo de un águila, escuchamos a escasos metros a nuestra derecha:
—¿Interrumpo algo?
¿Alejandro no tenía una comida importante fuera de la ciudad?
6
NO PUEDO CON LOS DOS.
MEJOR DE UNO EN UNO
¿Qué demonios hace aquí? Lidiar con ellos de uno en uno ya es difícil. Pero tenerlos a los dos a la vez frente a mí, haciendo además preguntas que ni borracha me atrevería a contestar, resulta prácticamente imposible. Borracha perdida, un estado que parece que tardaré en rememorar. Eso me recuerda que cualquiera de los dos hombres que tengo frente a mí, puede ser el padre del bebé que crece en mi interior. A ver cómo salgo del inesperado embrollo. Este podría ser el momento de decirles «Hola chicos, me alegra tener la oportunidad de hablar con los dos. No es nada importante, no os preocupéis. Estoy embarazada, pero no tengo ni idea de quién puede ser el padre. Sabéis que me acosté con los dos en un corto periodo de tiempo. Así que… ¿cómo lo hacemos? Esperamos a que nazca y vemos a quién se parece más, solución no muy práctica porque como hermanos cabe la posibilidad de que herede rasgos de cualquiera de los dos. O mejor, interrumpo el embarazo y problema solucionado. Perdonad. No debería haber dicho nada. Olvidadlo». Lo más inteligente es optar por el silencio ya que el nerviosismo volatiliza el filtro. Encontrarme en medio de los dos y hablar no es buena idea. Cualquier tontería puede salir de esta linda boquita.
«Despídete y sal de aquí cagando leches». Mi subconsciente me aconseja con sabiduría.
—Yo… yo… ya me iba. —Cojo el bolso y lo cuelgo sobre mi hombro izquierdo.
En un gesto duro, Alejandro levanta el brazo impidiéndome el paso.
—Tengo que hablar con los dos —dice en un tono neutro.
Oh, oh.
—No creo que sea el momento —interrumpe Álvaro.
Alejandro hace caso omiso a su implícita petición y sigue hablando.
—La semana que viene me acompañarás a una reunión. —Clava sus ojos en los míos. Asiento con la cabeza. No es nada fuera de lo común, lo hago a veces. Esta misma mañana he estado con él fuera de Madrid—. En Nueva York. Volveremos el día antes de Navidad. —Me llega la mandíbula al suelo. Ha dicho Nueva York, no he podido escuchar mal a metro y medio de su imponente cuerpo.
—No puedes hacer eso —contesta brusco Álvaro.
—Salimos el lunes a primera hora. Carlos te recogerá —sigue ignorando a su hermano.
—La necesito aquí. El traslado de la exposición se realizará pronto.
Alejandro le lanza una mirada que tensa el ambiente hasta casi dejar sin oxígeno la habitación.
—Señorita Sánchez, puede irse —dice mi dios sin desconectar la mirada de la de Álvaro.
Salgo de la sala de reuniones y cierro la puerta. Sin embargo, mi yo más cotilla, ese que destaca entre los demás, me ordena a voces que escuche tras la sofisticada madera.
Lo hago.
No lo hago.
Lo hago.
No lo hago.
El debate dura unos segundos. Lo hago. ¿Alguien dudaba?
Pego la oreja cerca de la ranura, pero no escucho absolutamente nada. Mi improvisado plan A no surte efecto. Al retirarme, una luz se enciende dentro de mi cerebro. Algunas veces las grandes ideas llegan cuando menos las esperas. Paso al plan B. Camino hasta el final del pasillo y llego hasta la puerta que da a la escalera de incendios. Abro y subo dos escalones para topar con otra que llega a una habitación colindante a la sala donde se encuentran. Entro con sumo cuidado, de puntillas atravieso la estancia, llego a otra puerta que la une con mi destino y me escondo detrás de la hoja que, afortunadamente se encuentra entornada. No me siento bien con lo que hago, por si alguien se lo pregunta, pero a situaciones desesperadas, medidas «locasdelcoño».
—Pero no era necesario que vinieras. Dejar tirado a Bennet, no nos conviene —habla Álvaro enfadado.
—Me importa una mierda ese imbécil —contesta Alejandro en el mismo tono—. Marcus sospecha que están cerca.
—Llevártela no es la solución.
—Es lo mejor.
—¿Para quién?
—¿Crees que lo hago por mí?
Álvaro agacha la cabeza y apoya las palmas de las manos sobre la mesa. Parece derrotado. Algo le pesa sobre los hombros.
—No es culpa tuya —el tono de Alex ahora es condescendiente.
—Sí lo es. Si le pasara algo…
—Eso no va a ocurrir.
—Lo siento. —Se incorpora y mira a su hermano.
—No lo sientas y arréglalo.
Alejandro se gira y camina hacia la salida. Se detiene cuando escucha las palabras de su hermano.
—Voy a seguir luchando por ella.
Desde donde me encuentro, solo veo su espalda. Unos segundos después desparece tras la puerta sin decir ni una palabra más.
—Hola chicas, siento llegar tarde. —Me siento junto a Berta y Victoria que comen en el gastrobar al que ya somos asiduas.
—No sabía que vendrías. —Berta me hace sitio a su lado y llama al camarero.
—Tengo un hambre atroz. Me comería un oso sin afeitarlo. —Y es cierto. Un oso entero supongo que no, pero un jabalí… Mmm –qué apetito más raro–, siento como si no hubiera comido en todo el día.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Quédate conmigo, por favor»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Quédate conmigo, por favor» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Quédate conmigo, por favor» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.