Estrella Correa - Quédate conmigo, por favor
Здесь есть возможность читать онлайн «Estrella Correa - Quédate conmigo, por favor» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Quédate conmigo, por favor
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Quédate conmigo, por favor: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Quédate conmigo, por favor»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Quédate conmigo, por favor — читать онлайн ознакомительный отрывок
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Quédate conmigo, por favor», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Entre pensamientos inconexos, llego al vestíbulo de la Torre de Cristal. Veo mi reflejo en uno de los espejos que cubren parte de las paredes y no me encuentro demasiado mal. Nadie diría que media hora antes tenía la cabeza metida en el váter. El maquillaje hace verdaderos milagros. Zapatos de salón negros, pantalón ancho gris, blusa blanca, chaqueta y abrigo negros, pelo suelto y labios rojos. Compruebo que nada se haya movido de su sitio y miro a un lado y a otro buscando al hombre de mis deseos y dueño de mi corazón. Decenas de personas entran durante los minutos que espero allí de pie.
—Buenos días, señorita Sánchez —El chófer de Alejandro me saluda—. ¿Le importaría acompañarme?
—Buenos días, Carlos. —Sonrío y muevo la cabeza. Camino unos pasos delante de él hasta que me sobrepasa y abre la puerta del coche haciendo una reverencia para que entre. Mi corazón comienza a latir de manera desbocada. No lo puedo controlar. La certeza de que me voy a encontrar con él, tiene ese efecto en mí. Me entusiasma, me excita, me hace feliz. Sin embargo, todas las sensaciones me abandonan por una sola en cuanto me siento sobre el mullido cuero y me doy cuenta de que estoy sola. La decepción cubre como una manta todo mi cuerpo. Me hace daño verle y no poder acercarme a él, pero merece la pena el sufrimiento por todo lo bueno que me hace sentir.
Carlos arranca y se incorpora al tráfico. Durante unos minutos no digo nada esperando a que me saque de mi confusión, pero como no lo hace, pregunto desconcertada.
—¿A dónde vamos? —creí que había quedado con Alejandro para ir a una reunión, pero no lo veo por ninguna parte.
—Recogeremos al señor Fernández en seguida.
Casi una hora después; si no me he quedado dormida, ha sido por mi estado de expectación. llegamos a Conde Orgaz-Piovera, una zona residencial muy cara a las afueras de Madrid. La conozco bastante bien, Sofía vive aquí. Es más, creo que paramos en la puerta de un chalet en su misma calle. Tiene una valla blanca enorme rodeada de vegetación y una puerta de hierro de más de cuatro metros de altura. Me parece demasiado exagerado y presuntuoso. Varias cámaras de seguridad rodean la propiedad. Escucho un ruido metálico y observo la puerta abrirse despacio, un coche espera para salir al otro lado. Se detiene junto al nuestro y Alejandro sale de él con un maletín en la mano, vuelve la espalda y se despide de alguien a través del cristal. Marina de la Rosa lo mira con una sonrisa lasciva que me corta la respiración. Sin duda han pasado la noche juntos. No encuentro otra explicación. Me hundo en el sillón y en la desgracia. Puedo llegar a entender que se acueste con otras como si yo no hubiera existido, pero que me lo restriegue por la cara no. Además de no ser necesario, es ruin y rastrero.
«Como lo que hiciste tú».
Ya estamos.
Entra en la limusina y se sienta frente a mí. Da los buenos días sin mirarme siquiera mientras descuelga el teléfono y se lo lleva al oído. Está imponente. El pelo aún mojado le cae indomable sobre la frente. Huele a jabón y a limpio, sin embargo, esta vez no me transmite buenas sensaciones. Pensar con quién ha pasado la noche convierte todo lo que mi cuerpo siente, cuando lo tengo cerca, en cobardía ante lo que me espera sin él. Mi teléfono suena dentro del bolso, lo saco, miro la pantalla, suspiro y lo vuelvo a guardar. Unos minutos después vuelve a sonar y hago exactamente lo mismo. El inspector Hidalgo vuelve a la carga. Lleva todo el fin de semana sin llamarme y creí que se habría dado por vencido. Nada más lejos de la realidad. El dichoso aparato suena otra vez y lo ignoro. Alejandro termina con la llamada que atendía.
—¿No lo coges? —Parece que se hace eco de mi presencia por fin. Mi gozo en un pozo. Levanto la mirada y la atrapa con la suya. ¡Malditos infinitos ojos azules quema bragas!
—Se han equivocado —miento descaradamente.
—Tres veces. —Su tono me perturba. Inalterable— ¿Estás bien? —Mira mi mano.
—Mucho mejor, gracias.
Le ofrezco la documentación que me encargó estudiar el viernes y él la coge sin que el pulso tiemble como el mío. Sin embargo, no le hace demasiado caso, se centra en provocarme un infarto de miocardio con su turbada mirada.
—He hecho anotaciones en los márgenes y algunos cambios. Los diseños finales son demasiado serios para el público al que va dirigido. —Trato de centrar nuestra conversación en un asunto más profesional. En contra de todos mis pronósticos, abre la carpeta y la ojea con atención. Después de lo que me parece una eternidad, dice:
—Esto no son anotaciones, son obras de arte. —Vuelve a clavar su mirada en mí y esta vez noto su calor mezclarse con el mío. Es admiración, quién lo hubiera dicho—. Has hecho un buen trabajo.
—Creo que los colores deben ser más atrevidos… —Mi teléfono vuelve a sonar y me desconcentra—. Eh…
—Cógelo —ordena.
No quiero, pero lo hago. Decidida a ponerlo en modo silencio, lo saco del bolso y miro la pantalla. Me sorprendo al no ver inspector escrito sobre el cristal. Es otra persona mucho más importante para mí, alguien al que quiero más de lo que me admito, un hombre con el que también he jugado sin proponérmelo, a quien le debo una disculpa y con el que necesito hablar. Álvaro.
Descuelgo y lo atiendo.
—Buenos días, señor Llorens. —Con solo escuchar el nombre, a Alejandro le cambia el semblante a uno mucho más serio, aprieta la mandíbula y sus ojos se vuelven oscuros como la noche.
—Buenos días. Estás… ¿estás bien? Siento no haber llamado antes. He estado muy ocupado.
—No se preocupe.
—No me trates como a uno más, soy Álvaro. —Intento que la culpa no se adueñe de mí. No deseo que Alejandro se dé cuenta de todo lo que me afecta su hermano. Pasan unos segundos hasta que sigue—. Dani, yo…
—He concertado una reunión con Frédéric Bonnay a la una. Está interesado en algunas de las obras. —Corto lo que sea que me quiera decir. Si la frase empieza por mi nombre de pila, estoy segura de que acabará con algo personal que no me apetece escuchar.
—Voy saliendo del aeropuerto. Nos vemos en la Torre dentro de una hora. —Capta lo que le he querido decir.
—No me encuentro allí. Acompaño al señor Fernández a una reunión. —Me arrepiento de nombrarlo antes incluso de terminar de hablar. Tratar de llevar la situación sin morir en el intento me está costando horrores; no filtrar y decir estupideces es lo menos que podría pasar. Hablo con Álvaro mientras Alejandro me taladra con la mirada. Imaginaos la situación. Después de todo lo que pasó hace solo una semana y de lo que yo sé y ellos no, si no me da una apoplejía es por intervención divina.
No solo el ambiente en la limusina se enrarece, noto cómo al otro lado de la línea se hace un denso silencio.
—A él también lo tratas con cortesía… —Trago saliva sin saber qué decir—. Está bien, nos vemos a la una.
Lo único que escucho es el pitido tras la línea y la agitada respiración de Alejandro. Nadie que no lo conozca notaría su enojo, pero para mí es fácil reconocer el aire que exhala brusco hasta los pulmones, hincha su torneado pecho y sale despacio por su boca entreabierta. Guardo el móvil dentro del bolso y espero lo peor, pero no sucede nada.
Nada. Va a ser cierto que no le importo lo más mínimo y ha pasado página.
«Se acaba de acostar con Marina, claro que la ha pasado»
Me cuesta creer que haya hecho eso. Bufo para mí.
Carlos detiene la limusina junto al edificio de piedra que ya visitamos una vez. Baja del coche y me abre la puerta ceremonioso. Salgo y Alejandro lo hace por el otro lado. La gran puerta de madera castigada por el tiempo, nos recibe entornada. Detrás de ella, uno de los socios, Israel Bueno, nos espera para darnos la bienvenida. Comenzamos a caminar detrás de él y pasamos salas y más salas vacías. Me entristece la situación en la que se encuentra el edificio, demasiado bonito para merecer el abandono que aparenta.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Quédate conmigo, por favor»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Quédate conmigo, por favor» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Quédate conmigo, por favor» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.