Estrella Correa - Quédate conmigo, por favor

Здесь есть возможность читать онлайн «Estrella Correa - Quédate conmigo, por favor» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Quédate conmigo, por favor: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Quédate conmigo, por favor»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Alejandro y Álvaro han desaparecido de la vida de Dani y no sabe cómo llenar el vacío que han dejado en su interior, pero no espera todas las sorpresas que le depara el destino, algunas de ellas le sobrepasarán, otras llegarán a formar parte de su pequeño universo.

Quédate conmigo, por favor — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Quédate conmigo, por favor», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Coge la prueba fehaciente de mi actual estado, la mira unos segundos, la deja donde estaba y cambia el peso de su cuerpo de un pie a otro.

—¿Puedes explicarme cómo coño ha pasado?

¿De verdad quiere que se lo explique? Chica y chico se desnudan…

—¡¿Estás loca?! —Sigue.

Me incorporo, cojo el palito blanco con las dos rayas rosas y voy a la cocina casi desnuda. Lo tiro a la basura como si con ese gesto se acabara el problema, vuelvo a mi habitación, me pongo un chándal con prisas y me voy a la calle.

—¿A dónde vas?

No respondo, cierro la puerta de un portazo y bajo las escaleras demasiado deprisa.

No tengo muy claro por qué no le he dicho nada antes a Sara. Tal vez que lo sepa otra persona lo hace real. Tangible. Tal vez me avergüenza encontrarme en esta situación. Una cosa es aceptar que eres una descerebrada, y otra muy distinta admitirlo ante el mundo y exhibir todas tus debilidades. Mi amiga me conoce mejor que nadie, sabía que no podría ocultarle esto demasiado tiempo. Sin embargo, no creí que lo averiguaría tan pronto. ¡Yo lo sé de hace tan solo una semana!

Camino muy cabreada. Debería ser yo quien decidiera si contárselo o no, que se ponga así porque opté por la prudencia no es lógico. Solo quiero tomar decisiones al respecto antes de implicar a nadie en lo que me pasa. Mi amiga me estabiliza tanto como me vuelve loca.

Comienzo a correr, necesito soltar adrenalina. Cinco kilómetros después siento que alguien me sigue, una sensación rara que últimamente me acompaña a todas partes. No entiendo qué me ocurre. A lo mejor la paranoia forma parte del embarazo. He leído que las hormonas se revolucionan y te vuelves más protectora y desconfiada. Giro una esquina a la derecha y cruzo un callejón por donde no pasa nadie. Escucho un ruido a mi espalda y me asusto, sin embargo, no me detengo. Solo me quedan unos metros para salir de él y llegar a otra avenida principal. Acelero mucho más el paso y en la esquina choco con una mujer que lleva varias bolsas en las manos, haciéndolas caer. La ayudo a recogerlas, pido disculpas y vuelvo la cabeza hacia la solitaria calle buscando no sé muy bien el qué. O a quién.

Llego a casa empapada en sudor. Ahora sí que necesito una ducha y, ni Sara con su charla, evitará que me relaje bajo el grifo durante, por lo menos, media hora. Cruzo el salón mientras mi amiga se atiborra de comida china sentada sobre la alfombra mirando las noticias en la televisión. Afortunadamente no dice nada. Me quito el vendaje de la mano con cuidado ya en el baño, me desnudo y me meto bajo la ducha.

Cuarenta y cinco minutos después, y ya más tranquila, salgo al salón en mallas y camiseta. Mi compañera de piso cambia de canal tumbada en el sofá.

—Tienes comida en el microondas. —Me informa sin mirarme y sin dejar de hacer lo que hace. Zapping.

Caliento el recipiente de arroz durante unos segundos, lo cojo con una mano mientras en la otra llevo un vaso de agua y me siento sobre la alfombra. La conversación llega antes de tragar el primer bocado.

—¿Cuándo pensabas decírmelo? —pregunta tranquila.

¿Nunca?

—No lo sé. Quería asimilarlo antes.

—¿Desde cuándo lo sabes?

—El lunes. Y tú ¿cómo te has enterado?

—¿De verdad me lo preguntas? No paras de vomitar, siempre estás dormida, no bebes alcohol y no quieres tomar antibióticos.

La miro extrañada. Vale que son indicios suficientes para sospechar algo, pero ella no es una experta en el tema. En devorar hombres por las noches –por la mañana y por la tarde– sí, pero ¿en síntomas de embarazo? Nunca deja de sorprenderme.

—Encontré la prueba de embarazo anoche buscando tiritas. —Levanta el dedo anular enseñándome una herida. Eso tiene más sentido—. Pero solo sirvió para confirmar lo que ya sospechaba. ¿Qué piensas hacer?

Resoplo. Eso quisiera saber yo. Qué hacer. Esto no se arregla pidiendo a la tierra que me trague y me escupa en las islas Phi Phi. Y, en el caso de que me tragara, al escupirme seguiría embarazada.

«No era necesaria la aclaración»

Por si acaso.

—No lo sé.

—¿Vas a tenerlo?

—Deja de agobiarme.

—Tienes que decidir pronto. ¿De cuánto tiempo estás?

—No lo sé.

—¿Sabes algo? —satiriza— ¿Has ido al médico?

Me atosiga a preguntas.

—Por esto no quería contártelo —Me cubro la cara con la palma de las manos.

—Quiero ayudarte. Solo… trato de entenderte.

—Pues no lo hagas. No me entiendo ni yo. —Aparto la comida y bebo un sorbo de agua—. Ni siquiera sé quién es el padre. Podría ser cualquiera de los dos. Parezco la protagonista de una jodida telenovela. —Cierro los ojos y me tiro de espaldas sobre el suelo. Sara lo hace a mi lado y entrelaza nuestras manos. Miramos al techo sin decir nada durante más de cinco minutos. Un canal de noticias veinticuatro horas es lo único que evita que el silencio nos envuelva.

—Te apoyaré decidas lo que decidas —Aprieta mi mano.

—Lo sé. —Le devuelvo el gesto.

El domingo transcurre mucho más tranquilo. Roberto y Sofía pasan por el apartamento por la tarde y vemos una película. Ellos la ven, yo duermo. Clara me llama para saber cómo estoy e informarme que volverá lo antes posible. Tuvo que viajar a Londres por trabajo justo después de la fiesta de mi cumpleaños. Le aseguro que me encuentro perfectamente; una verdad a medias, y le obligo a colgar después de tres minutos de disculpas por su parte por no poder acompañarme en estos difíciles momentos. Me siento afortunada por todas las personas que se preocupan por mí. Me sentí muy sola tras el fallecimiento de mis padres. Sin embargo, mis amigos han conseguido que ese sentimiento muy pocas veces vuelva a aparecer. Cuando lo hace, lo trato como a un viejo amigo al que ves de año en año. Intento disfrutar de su presencia lo que tarde en desvanecerse. Nada dura eternamente, para mal o para bien.

Recibo algunos mensajes de Fernando recordándome que lo llame cuando pueda. Necesitamos terminar de preparar la última voluntad de mis padres y quiere que me reúna con él y con un asesor financiero de su confianza. Me ha enviado más mensajes a lo largo de la semana, pero los he ignorado como voy a hacer con estos. No me siento preparada para ver mis cuentas tan abultadas. Necesito tiempo para asimilar todos los cambios que suceden en mi vida. ¿Cuatro millones de euros? ¿Estamos locos? ¿Qué hago yo con tanto dinero?

«Comprar zapatos».

No es mala idea la de mi subconsciente, pero creo que el destino de ese dinero no va a ser ropa ni complementos.

El lunes me despierto antes que el despertador suene. Es raro, aprovechar hasta el último segundo, agazapada en la cama, forma parte de mi día a día. Normalmente la alarma suena dos o tres veces. La repetición automática es uno de los grandes inventos de los últimos tiempos. Sin embargo, a las siete me encuentro de rodillas frente al inodoro con la cabeza dentro. Las náuseas matutinas me visitan cada vez con más frecuencia, no me puedo imaginar hacer esto durante nueve meses.

«Has decidido tenerlo»

Ufff. No lo sé. Complicado saber qué hacer cuando ni siquiera tengo claro quién es el padre de la criatura.

«Ni claro ni oscuro, no tienes ni idea»

De todas formas, no estoy segura de ser capaz de deshacerme de él.

«O de ella»

O de ella. Repito en mi cabeza.

Ya perdí un bebé una vez ,y fue una de las experiencias más duras de mi vida. Cierto que no vivo la misma situación. Si decido frenar el embarazo, sería meditado y repensado. Sin embargo, la sola idea de barajar la posibilidad, me entristece. Por ese motivo no he pensado mucho en el tema. Tengo la cabeza hecha un lío.

No sé nada de Álvaro desde un par de días después del cumpleaños. Si no recuerdo mal, dijo que volvería el viernes pasado, pero no tengo ni idea de si ha vuelto o no. No espero que se ponga en contacto conmigo, ni siquiera que me llame para decirme que ha vuelto, pero necesito hablar con él sobre la reunión de hoy con el marchante de arte. Tal vez lo llame luego.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Quédate conmigo, por favor»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Quédate conmigo, por favor» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Quédate conmigo, por favor»

Обсуждение, отзывы о книге «Quédate conmigo, por favor» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x