Emilio Vaschetto - ¿Podemos vivir en una civilización sin dios?

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¿Cómo pensar una civilización sin dios? Tal era la consigna que resonaba en nuestro argumento hasta que la peste llegó a la puerta de nuestros hogares. Todo se acomodó con velocidad y el furor por las pantallas también contagió al psicoanálisis. En aquel argumento hablábamos de la «consistencia provista por los dispositivos publicitarios» superando las posibilidades de lo simbólico, y así vimos amanecer un nuevo lenguaje. La crítica al monoideísmo –que destilaba nuestra formulación–, lejos de diluirse en la situación excepcional de la pandemia, se acentuó. La pan disipó; las posibilidades de lo singular y nuestra propuesta no sólo se tornó necesaria sino urgente.La marca opera en dos frentes: aislando una singularidad y haciendo legible el deseo del analista. La fórmula implica de entrada una circularidad inexpugnable: la marca más singular es patrimonio del sujeto y la presencia del analista aquello que hace posible su lectura. Pero, ¿dónde hallarla? ¿En qué caso puede aislarse? ¿A qué llamamos segundas marcas —en plural—?En tiempos de generalización del trauma, de uniformidad, de coronalengua, hoy más que nunca sigue reverberando una pregunta: ¿dónde reside la Marca más singular del sujeto? Quizás el lector pueda encontrar aquí algunas respuestas, por nuestra parte nos contentamos con haber dejado el trazo de las preguntas.

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Lo exógeno y lo endógeno

Por un lado, está el miedo exógeno que motiva la organización homogénea de la sociedad, una sociedad disciplinada… Esto nos lleva a reflexionar acerca de cómo las sociedades argentina e italiana (por nombrar algunas), cada una con su estilo de indisciplina, logran finalmente disciplinarse en función de una versión del miedo. Pero también tenemos el miedo endógeno , que es el miedo a quedar reducidos a un cuerpo. Por eso decimos que se trata de otra versión de la angustia que da Lacan, el tener miedo del cuerpo (miedo del cuerpo llamado propio). Es interesante porque ustedes van a leer, hacia el final del seminario La angustia , que Lacan dice que todo lo que ha querido hacer allí es dar una precisión acerca de lo que significa el peligro en Freud12. El «peligro vital». Es un peligro que, marcando diferencias con Freud, está ligado al carácter de cesión del objeto a , al momento constitutivo de la cesión del objeto a . Me parece interesante porque en todo ese seminario Lacan va a apuntar hacia algo más primitivo, casi a un lugar de desamparo vital. Incluso si tomamos el seminario de La Ética… vemos que allí donde reflexiona sobre el final del análisis, supone el reconducir al sujeto a ese punto de desamparo vital que es incluso previo a la angustia misma como defensa13.

Volviendo al seminario La angustia , me parece interesante su relectura y ese cambio de tono que surge al leerlo con la lupa de «La Tercera». En él Lacan realiza un esfuerzo considerable al introducir una variedad de ejemplos orgánicos. Por ejemplo, para explicar la voz como objeto, recurre curiosamente a la anatomía del oído. Da todo un rodeo sobre los huesecillos del oído y demás estructuras ¿para qué? Para decir que la voz resuena en un vacío, pero es un vacío del cuerpo, reducido a su realidad orgánica.

Respecto a la dimensión constitutiva de la cesión del objeto a y el origen —previo a la angustia como defensa— sitúa el trauma del nacimiento, del que habla Otto Rank. Y lo usa para decir: ahí tenemos el feto flotando muy cómodamente en el medio acuoso del vientre materno y cuando sale está la angustia y el trauma del nacimiento. Pero, ¿cuál es ese trauma? ¿Pasar del medio acuoso al atmosférico? ¿Pasar de la comodidad del vientre materno a la incomodidad del cuerpo sometido a la gravedad y al aire? Pues no. Lacan advierte que el trauma es aspirar en un medio Otro 14. Es decir, aspirar de entrada el lenguaje. Incluso en el grito mismo que se le escapa al recién nacido, no puede evitar que hay algo que cedió, aparece una dimensión del objeto en una matriz muy primordial. Entonces no se trata de la separación de la madre, sino de la aspiración en un medio Otro y la cesión del objeto. Inclusive habla del «sujeto neonatal»15, expresión extraña pero así mencionada por Lacan.

De la depresión a la angustia: función de la síncopa

¿Por qué volvemos sobre la angustia? Porque ahí nos debemos una política del psicoanálisis que no nos deje entrampados en la sociología. Hoy en día hay una difusión epidémica del término depresión. Según describe un estudio realizado por el CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina), la Universidad Favaloro e INECO (Instituto de Neurología Cognitiva), uno de cada tres argentinos en periodo de cuarentena desarrolla síntomas de depresión y ansiedad. Se habla de eso mientras se dice: «los ciudadanos han perdido sus rutinas y han caído en la depresión». El asunto es que para nosotros no necesariamente es así. «Depresión para todos», seguramente, ya que no es la caída de una rutina, sino la caída en una nueva rutina. ¿Qué rompe esa rutina? La angustia, algo que quiebra el sentido. Digamos de paso que «rutina» es el término que Lacan aplica en el seminario Aún para el sentido, esto es, el enlace entre S1 y S2. Entendamos aquí que la depresión no es la pérdida de sentido sino la enfermedad del sentido mismo y lo único que puede llegar a romper esa rutina es la angustia. Por eso debemos apuntar al punto de discontinuidad que surge a partir de esta rutina de cuarentena, si lo puedo decir así en términos didácticos y hasta absolutos. Verificando a su vez lo que quiebra esa dimensión temporal.

Si hay algo que Lacan sitúa en la discontinuidad del tempo , o más precisamente del ritmo, eso es la angustia. En «El seminario inexistente» (titulado De los nombres del padre 16) Lacan va a decir que la angustia es aquello que aparece en sincronía, rompiendo la diacronía temporal. En el seminario 10 y en otros lados más, va a considerar la manera sincopal en la que emerge la angustia. Esto significa algo muy preciso: la angustia no aparece en donde la esperamos. Los que conocen someramente las figuras musicales saben que la síncopa es la acentuación del tiempo fuerte sobre el débil. Cuando esperamos caer en el tiempo fuerte lo que sucede es que quedamos descolocados. Y eso pasa solamente con la angustia, ese fenómeno aparece donde menos lo esperamos. Pero allí donde aparece aquello que suponemos, ahí tenemos la depresión, lo predecible de la depresión. Efectivamente, es lo más predecible que hay, es esa lengua común. Entonces, la angustia por supuesto no se cura, se atraviesa, y no solo eso, sino que la angustia requiere de un marco y se enmarca con los elementos que tenemos, los elementos significantes. ¿Y esa relación cuál es? Ustedes me van a decir, en relación con el deseo del Otro, a su enigma. Sí, pero no basta con eso sino que también —y esta es la advertencia que realiza Lacan, casi al pasar, en dicho seminario— la angustia se sitúa en relación con la demanda y el goce del Otro.

En relación con el deseo tenemos los objetos que emanan del Otro: la voz y la mirada. En relación con la demanda, tenemos las heces y el seno. ¿Y en relación con el goce del Otro? No lo va a decir directamente, pero desglosado de mi propia práctica, puedo decir que lo vemos en las psicosis —en la identificación del sujeto al objeto abyecto— y asimismo —¿por qué no?— en algunas formas del estrago. Es ahí donde podemos situar el índice de angustia. Si no tomamos la cosa por lo real no tenemos causa para el psicoanálisis, no tenemos orientación. Nos quedamos reverberando, girando en falso en la sociología. Podemos decir muchas cosas, pero de la pandemia no sabemos nada. Lo único que sabemos de la pandemia es sobre la infección de la lengua.

Tres aspectos de la marca

Haciendo entonces un racconto entonces destacamos tres aspectos de la marca:

1 Un primer aspecto ligado a las segundas marcas, retomando lo que se liga a la cultura. Esto es lo que nos va a dar pie para la próxima reunión donde retomaremos las categorías de depresión y trastornos de ansiedad ligado a las segundas marcas.

2 Otra idea de la marca, que sería la marca simbólica, término que figura en el seminario de La angustia y que desarrollaremos más adelante en nuestro seminario.

3 Un tercer aspecto que tiene varias prolongaciones: la marca como huella. Todos tenemos alguna noción de cómo eso va decantando en el discurso freudiano —la huella mnémica por ejemplo—. Pero no solo eso, también la idea de huella como la desarrolla Lacan. Podemos seguir la conceptualización presente en el seminario 10 respecto a ese momento constitutivo (ya mencionado) del a como cesión. Y, finalmente, el rasgo que marca el caso —la Marca del caso— lo más singular de un sujeto, en oposición a todo lo pan, lo generalizado o la lengua que habla todo el mundo. Algo que apuntaría hacia la marca más singular. No es una marca que la encontramos dando vueltas por la calle, ni en la TV, ni charlando con amigos, sino que intenta ser una juntura entre un analista que está en función y lo localizable como elemento de goce en un caso. Siempre es muy difícil tener esa aproximación. Sería lo que no puede decirse completamente de un caso y aquello que concierne al deseo del analista —que tampoco es muy verbalizable—. Es una juntura casi imposible.

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