Nunca había visto un presidente de Estados Unidos tan raro como Donald Trump, tan poco presidencial, un personaje tan fuera de las normas y fuera de su papel. Y no es casualidad: Estados Unidos ha abandonado el papel de líder mundial. Hoy ya no hay nada. Y en Europa, si se fija en los países más poderosos, nadie responde. No hay nadie en lo alto de la tabla5.
Le preguntan: «¿Y abajo?», y responde:
No existe un movimiento populista, lo que hay es un derrumbe de lo que, en la sociedad industrial, creaba un sentido: el movimiento obrero. Es decir, hoy no hay ni actores sociales, ni políticos, ni mundiales ni nacionales ni de clase. Por eso, lo que ocurre es todo lo contrario de una guerra, con una máquina biológica de un lado y, del otro, personas y grupos sin ideas, sin dirección, sin programa, sin estrategia, sin lenguaje. Es el silencio.
Estamos en el vacío, reducidos a la nada. No hablamos, no debemos movernos, ni comprender —dice—. Aclaro, usa la palabra «vacío» en clave social, no al modo de la teoría analítica, pero tomando la frase que cité de Lacan es pertinente escuchar que alguien diga «hay algo que no tiene sentido, en lo que siempre tuvo sentido», y que este sinsentido esté ubicado en un momento anterior a la pandemia. Continúo con la entrevista:
Hemos vivido dos buenos siglos en la sociedad industrial, en un mundo dominado por Occidente durante unos 500 años. Hoy hemos creído, y fue el caso en los últimos 50 años, que vivíamos en un mundo americano. Ahora quizá viviremos en un mundo chino, pero tampoco estoy en absoluto seguro. América se hunde y China está en una situación contradictoria, que no puede durar eternamente: quiere practicar el totalitarismo maoísta para gestionar el sistema mundial capitalista. Nos encontramos en ningún lugar, en una transición brutal que no ha sido preparada ni pensada.
Le preguntan también: «¿dónde está Europa?», a lo que responde:
¿Usted ha escuchado muchos mensajes europeos estos días? Yo no. Soy muy europeísta, probablemente demasiado. La marcha de Reino Unido no es poca cosa. El ascenso de los liberales como Matteo Salvini en Italia tampoco. Esta epidemia tiene lugar en un periodo en el que no sabemos ni cómo ni por qué. Es demasiado pronto para saber qué hacer económicamente, y políticamente no se nos pide otra cosa que quedarnos encerrados en casa. Estamos en el no-sentido, y creo que mucha gente se volverá loca por la ausencia de sentido.
Siguiente pregunta: «¿Habrá algún regreso del nacionalismo y del populismo?»
Pero esto ya estaba aquí. Ahora hay dos decisiones fundamentales para Europa. Primero, la liberación por medio de las mujeres. Es decir, el derrumbamiento de la razón en el centro de la personalidad y la recomposición de los afectos en torno a la razón y la comunicación, una sociedad del care 6. Y segundo, la acogida de los migrantes, que considero un problema de peso. Nuestros países europeos se definen hoy por su actitud ante los migrantes.
Es una respuesta hermosa y este reportaje es de lo mejor que he leído. Pienso que en algún punto podría enlazar con lo que veníamos trabajando el año pasado en relación con «un Otro que existe», tal como lo ubicó Jacques-Alain Miller en su curso Un esfuerzo de poesía 7. Siguiendo el hilo de este razonamiento, habría que discutir si Trump es o no un líder8. Ahora bien, me parece importante ubicar que el virus viene a impactar donde no hay lenguaje, donde algo queda en suspensión hasta que el imaginario para todos amplía el «quédate en casa». Touraine lo sitúa bien, marcando el punto donde la cosas no tienen sentido —en el hilo de la sociología, desde luego—. Retomando la frase de Lacan sobre el sentido del discurso amo y el lugar donde está en cruz con lo real, me he dedicado, sobre todo, a pensar el discurso amo. Por eso quisiera decir algo sobre lo real. Lo real es lo que hace al psicoanálisis un discurso muy particular y es lo que los otros discursos dejan de lado. Es aquello que concierne al cuerpo. Ese virus propio que perfora la posibilidad del sentido y que constituye cada caso. Como dice Lacan, continuando con «La Tercera»:
Lo real no es el mundo. No hay la menor esperanza de alcanzar lo real por la representación9.
No hay todos los elementos; solo hay conjuntos a determinar en cada caso. Mi S1 (primera marca) solo tiene el sentido de puntuar esa «cualquier cosa», ese significante letra que yo escribo. S1 es el significante que solo se escribe si se lo hace sin ningún efecto de sentido .
El mismo sueño para todos: la coronalengua
Emilio Vaschetto
La posibilidad de que quedemos girando «en el vacío» —parafraseando a Touraine en su entrevista— se da solamente si nos limitamos a reproducir elementos sociológicos. De hecho nos hemos encontrado con artículos periodísticos, escritos incluso por colegas psicoanalistas, que hablan de una sociología aggiornada con conceptos analíticos. El psicoanálisis no surge de la sociología, si bien toma elementos de ella —como de tantas otras disciplinas, ya que no tiene autonomía académica—, eso nos ayuda para ir pensando, pero es un pensar contra . Se suma a este hecho que los mismos filósofos también están envueltos en el sentido común, la lengua de uso compartido, o como decía Lacan «el discurso de uso corriente».
Dentro del cúmulo de artículos que se han difundido —entre ellos la compilación Sopa de Wuhan 10— me parece interesante tomar un epígrafe del artículo de Franco «Bifo» Berardi que es un texto de William Burroughs donde leemos cosas que no nos van a ser ajenas:
La palabra es un virus. Quizás el virus de la gripe fue una vez una célula sana. Ahora es un organismo parasitario que invade y daña el sistema nervioso central. El hombre moderno ya no conoce el silencio. Intenta detener el discurso subvocal. Experimenta diez segundos de silencio interior. Te encontrarás con un organismo resistente que te impone hablar. Ese organismo es la palabra11.
Me parece un epígrafe interesante como punto de partida para una discusión posible. Por ejemplo, la primera discusión que tenemos que dar es si el problema es la generalización de la infección, la pandemia, o la difusión periodística de esta generalización de la infección. Retomando el texto de Bradbury citado al inicio de esta sección, de golpe los seres humanos se despiertan y se dan cuenta que todos, absolutamente todos, llegaron a soñar el mismo sueño. De alguna manera hay algo de eso: que todos estamos soñando el mismo sueño. Una vivencia personal un tanto angustiante es que las pocas veces que salgo a la calle a comprar algo, escucho que, por fuera de mi familia, la única lengua que se habla es la coronalengua . Todos la hablamos y la leemos, la escuchamos reproducida una y otra vez en cada uno de los lugares. Una especie de esperanto, de lengua universal.
Es interesante tomar la idea de infección, siguiendo también el hilo de «La Tercera»: la infección es el colmo del ser pensante . Es decir, estar infectado por este virus que comenta Burroughs que es el virus de la lengua . Y en ese sentido, estamos todos hasta las narices en este asunto que es que hablar la lengua del virus, es soñar el mismo sueño, hablar la coronalengua. Un buen día nos despertamos y nos damos cuenta de que, en realidad, estamos todos dormidos, puesto que continuamos soñando bajo una misma lengua. Pero, no se trata aquí de describir las cosas nuevamente. ¿Qué nos salva de eso? ¿Qué nos saca del sueño común? Un signo de lo real que no es otra cosa que la angustia, como signo, como acontecimiento. Y Lacan extremando un poco los conceptos (puesto que la angustia es diferenciada por Freud del síntoma), situará la angustia como «el síntoma tipo de todo acontecimiento de lo real». Por eso lo habíamos destacado en su momento y es por lo que considero deberíamos volver a la dupla con la que iniciamos: miedo exógeno y miedo endógeno .
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