En alguno de estos casos ni siquiera esa falla [de la función paterna] parece haber operado, dando como efecto un cuerpo con un funcionamiento muy particular. Un comentario resulta pertinente, y es que el cuerpo dentro de una institución cerrada como la cárcel, funciona de una manera muy particular. Pensaba en situaciones específicas: alguien que como forma de protesta se cose la boca, o quien para salir de un determinado pabellón adonde podría correr riesgo, se traga una hoja de afeitar y así concurrir al hospital. Es muy distinto como funciona el cuerpo en general a como funciona el cuerpo en la cárcel.
Mi idea es que este tatuaje en particular funcionó como un anudamiento, como aquello que permite que el cuerpo, entre otras cosas, tenga cierta consistencia.
El nombre propio es una falsa sutura
Lacan en el seminario 9 (clase del 10/1/62) se pregunta: ¿qué es el nombre propio? Inicialmente podemos decir que es un significante que pareciera funcionar de un modo distinto. Pero no perdamos de vista que se trata de un significante, y un significante es lo que representa al sujeto para otro significante (no para otro sujeto). Se ocupa de esto también en el seminario 12. En la clase del 6/1/65 da varias referencias, allí indica que es una función volante, que está hecho para llenar agujeros. El nombre propio se desplaza, es irreemplazable, no se traduce. Y lo que destacaría: «da una falsa apariencia de sutura». La cita de esta clase, que me interesa es:
[…] lo esencial en la función y la existencia del nombre no es el corte, es, si se lo puede decir, lo contrario, a saber: la sutura4.
Hay entonces dos operaciones, la falta (para que el nombre propio opere) y el intento de velamiento de la misma. Lacan lo propone como un collage .
Me interesa discutir con ustedes dos viñetas clínicas. La primera es de un hombre de 38 años a quien llamaré Alejandro. Debido a su alcoholismo crónico ha llegado a «perderse», con el peso de la equivocidad que este término conlleva. Su madre lo ha recogido de la calle en más de una oportunidad, donde se quedó durmiendo «perdido». Alejandro proviene de un barrio «peligroso» donde resulta frecuente que aparezcan personas muertas producto de peleas entre diferentes bandos. Según me comentó:
Una vez no encontraban a un pibe, la madre lo reconoció en la morgue por las zapatillas, que por suerte no las robaron, tenía la cara desfigurada porque le pegaron. Yo sé, que, si no te reconocen, te queman en la morgue. Por eso yo tatué mi nombre, por si me pierdo, para que mi mamá me pueda encontrar, para que sepa que soy yo.
Aquí resulta interesante la definición de «marbete» del diccionario: «pedazo de papel, cartulina u otro material parecido, que se pega o sujeta sobre una cosa para indicar alguna información relacionada con ella, en especial su contenido o su destino».
La segunda viñeta es de un muchacho de 30 años, quien refiere cómo se tatuó su nombre:
Fue de chico, creo que a los once años. Me lo hice escondido en el baño, en la pierna. No sé si tiene que ver, pero yo de chico tenía la impresión de no existir. Hacía cosas como para darme cuenta que existía, hacerme ver, no porque Fulano no me prestara atención. Yo pensaba «no soy real, la gente si». Yo apenas una imagen, sentía que los demás no me percibían. El tatuaje fue para darme cuenta de que ese soy yo, el que está acá dibujado.
Lo que hace de prensa en el individuo moderno
Emilio Vaschetto
Agradezco la dimensión clínica de tu presentación que está en relación con la línea que conduce este seminario. Es decir, poder aislar dentro de esta idea de segundas marcas, qué es lo que sería lo que Lacan llama la marca más particular para el sujeto. Me parece que se trata de algo que has comentado respecto de estos casos. En efecto, se trata de un tipo especial de tatuaje, no es cualquier tatuaje, sino el tatuaje del nombre. También eso nos sirve para preguntarnos ahora, qué es lo que sería una marca, ¿qué puede ser una marca? Hablamos de segundas marcas, pero ¿qué sería una marca para un sujeto?
Marca, no es un concepto en Lacan, si bien habla de marcas en los distintos seminarios que mencionaste, habla de la marca del caso en particular, y me parece que da pie a una observación de Jacques-Alain Miller en un texto que se llama «Efecto retorno sobre la psicosis ordinaria»5. Ahí ubica el tema del tatuaje a propósito de lo que Lacan llama el «desorden en la juntura más íntima del sentimiento de la vida en el sujeto», según el planteo que hallamos en el escrito «De una cuestión preliminar…»6. Dice Miller que cuando el cuerpo se descompone, hay alguien que viene a inventarse un lazo artificial para reapropiarse, para ceñirse a su propio cuerpo, para hacer una «prensa» —según su expresión—. El segundo caso que relatas es como un «Schreber invertido», porque este decía que los hombrecitos estaban hechos de apuro, que todo el mundo se deshacía, aquí es él quien dice estar «hecho a la ligera» y busca prensarse con algo, hacerse de una marca . Entiendo que todo tu esfuerzo, tu trabajo sostiene esa pregunta: esta pigmentación de la piel ¿puede ser realmente una marca? Lo que menciona Miller en este texto, es que todo eso que puede resultar extravagante en otra época, hoy en día se ha normalizado. En consecuencia, los tatuajes al igual que los piercings están de moda, a punto tal que él extrema el concepto al decir que hoy la moda es la psicosis ordinaria ( ordinaire en francés es habitual, común). Aclaro que aquí lo llamamos «psicosis actuales», y los colegas españoles la nombran como «psicosis normalizadas».
Hay algo de la moda que expresa en qué estado de la civilización estamos; hay gente que se tatúa y se tatúa, se borra lo tatuado, y eso no termina de ser una marca. Algo que mencionás de manera reducida, lo podemos hacer extensivo a la civilización. En el seminario 3, Lacan habla del taburete de tres patas, dice:
[…] no todos tienen cuatro patas, algunos tienen tres, y con eso se sostienen, bueno, sepan que los puntos de apoyo significante, que sostienen el mundillo de los hombrecitos solitarios de la multitud moderna, son reducidos en número7.
Está demostrando que la regla moderna del individuo es la reducción del apoyo significante, que el hombre actual es alguien que apenas se tiene en pie y debe sostenerse de alguna otra cosa. Él ahí nos está diciendo algo que viene del futuro.
La pregunta sigue siendo, como dice Jorge Faraoni: ¿qué es lo que retorna? Se trata en gran medida de una clínica del retorno. Tenemos que saber leer ese retorno. Por ejemplo, puede existir una pastilla que nos desangustie, pero finalmente retorna como ingesta compulsiva. Las cirugías llamadas estéticas retornan bajo la forma del cutting .
Entonces —siguiendo el hilo de tu exposición—¿qué es lo que retorna en este caso? El fenómeno del tatuaje, no es un noúmeno , sino un fenómeno que nos ayuda a formular qué es una marca. No es que la marca nos ayuda a formular qué es un tatuaje, sino el tatuaje lo que nos ayuda a formular qué es una marca para el sujeto. Detrás del término marca tenemos una serie de elementos conceptuales: estigma, señal, etiqueta, marbete, nominación, nombre del padre, segunda marca . Los puse todos en serie, dando por descontado que no poseen entre sí la misma jerarquía.
Inscripción y borramiento
Cecilia Castelluccio
El título del libro, El fenómeno del tatuaje. Nombre propio y escritura , tiene que ver con la particularidad de este tatuaje, por eso les decía, la dificultad estuvo en recorrer la cuestión del tatuaje y del nombre propio, con todo lo que ahí aparece para poder comenzar a articularlo.
Читать дальше