En el caso del folklore, esta ineficacia aparece agravada por una frondosa literatura cultivada en toda clase de publicaciones de las provincias y de la capital. Esta inmensa e inútil literatura prolifera, cada vez con mayor fecundidad, a causa del equivocado concepto que se tiene del folklore y de la peligrosa y tenaz convicción que ha sido difundida en el sentido de que los “temas” folklóricos pueden ser y deben ser aprovechados para la composición literaria; pues, de este modo, tales composiciones tienen, además de valor artístico, interés científico, y por añadidura valor “nacionalista”. Y en realidad, es que casi la totalidad de esa literatura no tiene realmente valor de ninguna especie, pues el valor científico del dato folklórico es totalmente destruido por la fútil y negativa recreación personal de los autores. (2009, p. 18)
De este modo se ha trabajado también el personaje niño, como si fuera un querubín sonrosado y soñador a la usanza de un antiguo cromo. Ojalá me refiriera a la literatura de hace un siglo, pero no. No solo es influencia de una época sino de la entelequia que tienen algunos improvisados escritores o maestros y maestras que no consiguen admitir las travesuras ni los sudores de un niño real. El concepto de infancia o de adolescencia es, mal que bien, una construcción social en la que participamos todos los que formamos parte del entorno de un chico o una chica. Muchos adultos, sobre todo educadores, parecen empeñarse en extender esa brecha generacional y muchas veces la literatura infantil sirve de aliada pedagógica para “enmendar” una nueva generación, según los virtuosos modelos de escritores obstinados en plasmar una retórica nostalgia, o simplemente ávidos de sus regalías de autor.
Tradiciones, recopilaciones y antologías
Para beneficio de nuestra tradición literaria, por supuesto debemos destacar a algunos escritores clásicos animados por nobles motivos artísticos: Ricardo Palma y sus Tradiciones peruanas (bautizadas así desde su edición de 1890 y que reúne cerca de quinientos textos referidos a la historia peruana); Adolfo Vienrich y sus tres libros de relatos regionales titulados Azucenas quechuas (1905), Fábulas quechuas (1906) y Apólogos quechuas (1906). Un tiempo después, José María Arguedas publicó Canto Kechwa (1934) y Canciones y cuentos del pueblo quechua (1949), que agrupa poemas, narraciones y canciones anónimas del universo indígena. De los cuatro cuentos que integran el segundo libro, “El lagarto” es, a mi gusto, un relato preponderante. El también escritor y etnólogo Arturo Jiménez Borja recopila muy bellos relatos en sus libros Cuentos Peruanos (1937), Cuentos y leyendas del Perú (1940) e Imagen del mundo aborigen (1973).
Y llegamos de este modo, casi sin proponernos, al género de la antología de literatura para niños. Me refiero al selecto inventario que realiza un especialista —o más de uno— de la variada producción literaria y que respeta algunas consideraciones, que pueden ser de orden temático o estilístico. Las buenas antologías suelen desempeñar un papel trascendente en la formación del concepto y de la valoración de cierta literatura. Mencionaré las principales antologías de literatura infantil que conozco, publicadas en el Perú desde los años cincuenta hasta la década del 1980.
Florián, Mario. Poesía infantil. Lima: Edición GUE Bartolomé Herrera, 1956.
Salazar Bondy, Sebastián. Cuentos infantiles peruanos. Lima: Editorial Rumbos Nuevos, 1958. Enseguida aparece la segunda edición. Lima: Librería Editorial Juan Mejía Baca & Editorial Rumbos Nuevos, 1958.
Sologuren, Javier. Cuentos y leyendas infantiles. Lima: Librería Editorial Juan Mejía Baca & Editorial Rumbos Nuevos, 1958. Años después aparece la segunda edición. Lima: Ediciones de La Rama Florida, 1964. (Carátula del autor).
Florián, Mario. Poesía para niños. Lima: Biblioteca Básica Peruana. Ediciones del Ministerio de Educación Pública, 1961.
Bonilla Amado, José. Cuentos infantiles peruanos . Lima: Ediciones Nuevo Mundo, 1963. Poco después aparece la segunda edición. Lima: Ediciones del Nuevo Mundo, 1970. (Carátula de Alfredo Ruiz Rosas e ilustraciones de Rolando Cisneros).
Cabel, Jesús. Poesía infantil peruana . Lima: Edición UNMSM, 1963.
Cerna Guardia, Rosa. Los niños del Perú y sus poetas . Lima: Editorial Nueva Educación, 1976. (Ilustraciones de Alicia Ferrarone y Marianela Cerna).
Rosario Vidal, Roberto. La barquita de papel. (Poemas y cuentos para niños). Lima: Conaim, 1979.
Organización Internacional del Libro Juvenil - IBBY, Cuentos infantiles del Perú. Lima: Ediciones de la Sección Peruana de la Organización Internacional del Libro Juvenil-IBBY, 1964.
Salas, Luzmán. Antología de la literatura infantil cajamarquina. Lima: Lluvia Editores, 1981.
Soracel, Lourdes y Víctor. Cuentos infantiles peruanos. Lima: Editorial Ricchay Perú, 1982. (Volumen compartido con Cuentos infantiles universales , de los mismos autores, pseudónimos de Teresa y Fernando Lecaros).
Zúñiga Segura, Carlos. Poemas para niños: antología. Lima: Ediciones Capulí, 1983.
Lozano Alvarado, Saniel. Patio de recreo. Trujillo: Editorial Sudamericana, 1984.
En abril de 1983 publiqué a mimeógrafo, en los talleres del Colegio Los Reyes Rojos, dos antologías contemporáneas —una de cuento y otra de poesía— con carátulas e ilustraciones de mis alumnos de quinto grado de primaria. Creo que esa era una virtud: todos los textos habían sido trabajos en el aula y las ilustraciones de los chicos y chicas constituían conjuntamente una recreación de su lectura. Y en 1988, con el sello Editorial Colmillo Blanco, la selección de narrativa breve titulada Puro cuento , integrada por once relatos a manera de una alineación futbolística; al año siguiente publiqué la antología Reino animal: poesía peruana, reunión de sesenta poemas alusivos a la zoología, desde la poesía aborigen hasta el siglo XX.
De la presente relación debo destacar el trabajo de Javier Sologuren, quien realiza una antología de literatura infantil universal y al lado de cuentos populares de procedencia árabe, asiática y nórdica incluye dos fábulas quechuas: “El sapo y la zorra” y “El zorro y el Huaychao”. Más adelante, dentro de la literatura moderna, entre escritores de la magnitud de Oscar Wilde, León Tolstoi y Hans Christian Andersen considera a Ricardo Palma (“Los ratones de Fray Martín”), Carlota Carvallo de Núñez (“La flauta maravillosa”) y Francisco Izquierdo Ríos (“Zenón el pescador”), confiriendo implícitamente a nuestra literatura infantil una envergadura equivalente.
También debo subrayar la antología de Sebastián Salazar Bondy por sus criterios y contenido. Se abre con un prólogo dirigido al niño (incluido en las Lecturas Ejemplares 1 de esta Primera Unidad), que sugiere un interés por desescolarizar la lectura y trasladarla al hogar; y se cierra con un “Epílogo para el maestro”, que ofrece explicaciones didácticas y profundas para comprometer al docente en la tarea complementaria de corregir falencias culturales y asumir este libro como “una solución de emergencia”. La otra virtud de esta antología es el conocimiento que evidencia el autor, gracias a una muestra de gran amplitud temporal y versatilidad estilística que va desde la literatura folklórica hasta Enrique Congrains Martín —con la adaptación del cuento “El niño de junto al cielo”, de Lima, hora cero (1954)—, pasando por autores aunque poco nombrados muy justificados como José Portugal Catacora y María Wiesse.
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