Además de la vivencia, en el plano representacional, consideramos dos conceptos que nos ayudan a describir las subjetividades de los individuos y cómo estas median su comprensión de la realidad y de los fenómenos que experimentan: las creencias y concepciones. Para Pajares (1992) y Nespor (1987, en Pajares, 1992), el estudio de las creencias es importante, ya que este constructo se considera un indicador sobre las decisiones que los individuos toman a lo largo de sus vidas; además, ejercen una importante influencia en la manera cómo las personas conceptualizan las tareas y la forma en que aprenden de la experiencia. Estas son entendidas como verdades personales indiscutibles que derivan de la experiencia o de la fantasía con un fuerte componente afectivo y evaluativo. Además, cumplen una importante función adaptativa al brindarles a los individuos su definición del mundo y de sí mismos. Debido a este fuerte componente afectivo y evaluativo, son muy resistentes al cambio y, por lo tanto, muy difíciles de modificar (Catalán, 2011). Las concepciones, por su parte, suponen un conjunto de posicionamientos sobre los fenómenos de la realidad vinculados a temáticas particulares que una persona sostiene. Si bien ambos constructos se utilizan para entender los elementos mediadores de la comprensión y acción de un individuo ante un fenómeno en particular, la diferencia entre ambos recae sobre el componente afectivo y evaluativo de las creencias. Ambos constructos nos son útiles para entender cómo las y los adolescentes representan la diversidad de situaciones a las que son expuestos y en las que se involucran, así como para describir su comprensión sobre estos fenómenos. Siguiendo lo que plantean algunos autores —como Thompson (1992)—, si bien desde algunas perspectivas se tiende a emprender el esfuerzo de distinguir creencias de concepciones, estas pueden trabajarse, analizarse y comprenderse en su interrelación o de manera conjunta. En nuestro caso, para el presente estudio, optamos por dicha vía.
Por otro lado, nuestra indagación parte de la constatación de una ausencia de modelos y teorías desarrolladas específicamente para la adolescencia peruana. Si bien, como hemos discutido, la mayor parte de las investigaciones se centra en adolescentes de sociedades WEIRD (Heine, 2016), la larga tradición de estudio desde la psicología sobre la adolescencia nos otorga, sin embargo, algunos modelos muy potentes que fueron investigados en diversas culturas. Nos mantenemos así en la tensión entre dialogar con estos modelos teóricos e identificar las particularidades de nuestro entorno, esfuerzo que algunos psicólogos culturales consideran clave para la comprensión de realidades como la nuestra. En algunas variables, esto fue posible en tanto existía una teoría muy legítima y validada cross-culturalmente, como en el caso de la teoría de desarrollo psicosocial de Erik Erikson en torno al tema de construcción de identidad. En otros casos, ello no fue posible, como en el de la indagación acerca de las concepciones y vivencias de la participación ciudadana. Consideramos que este diálogo fue fructífero. Antes que descartar modelos o teorías, nos preguntamos por sus límites y aspiramos a comprender qué tan explicativos son para nuestra realidad y qué tendría que afinarse o adaptarse para dar cuenta de ella en la teoría. Pero, al mismo tiempo, antes que aproximarnos a la vivencia de nuestra adolescencia de manera deficitaria e intentar entender qué les falta para acercarse a la teoría normativa, nos aproximamos a ellas y ellos desde sus particularidades, además de buscar comprender qué tan bien explicadas se encuentran sus vivencias desde dichos modelos teóricos.
3. El proyecto «Ser adolescente en el Perú»
Este proyecto nació en el marco del convenio de cooperación entre el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Dicho convenio se gestó para el proyecto con el mismo nombre, el cual tiene como objetivos:
1 Explorar y describir los principales elementos que están en la base de la vivencia de la adolescencia en tres regiones del Perú, a nivel de su: identidad psicosocial, bienestar subjetivo, género y sexualidad, ocupación futura, actividades más allá de la escuela, conectividad social, familia, pares y pareja, aprendizaje, cultura escolar, representaciones sociales de la adolescencia, mundo digital, visión de la ciudadanía y participación ciudadana y violencia.
2 Desarrollar, administrar y protocolizar para su uso un cuestionario que pueda ser administrado a adolescentes del Perú y que permita al Estado peruano, a través del Ministerio de Educación (Minedu), contar con un estado de la adolescencia en el país que facilite la toma de decisiones a nivel de política educativa.
La serie constituye el producto de la primera etapa de la investigación, la cual tuvo un abordaje cualitativo y es resultado de un esfuerzo sin precedentes en nuestro contexto por entender en profundidad la vivencia de la adolescencia en el país y su variabilidad a partir de las diversidades de grupos y contextos que lo conforman.
La secuencia de tomos de esta serie sigue una lógica brofenbreneriana. En el primer tomo, abordamos las variables que tienen que ver con el sujeto; en el segundo, nos centramos en el mundo relacional en la adolescencia; en el tercero, analizamos a la escuela y las actividades más allá de ella; por último, en el cuarto, abordamos los retos del entorno.
El proyecto de investigación, en su primera etapa, tuvo un abordaje cualitativo con un diseño fenomenológico y un análisis temático de la información recogida. Trabajamos con sesenta y seis participantes, de Lima (30), Cusco (18) y San Martín (18), de escuelas rurales y urbanas, varones y mujeres, de rendimiento alto, promedio y bajo, con buena y mala nota en conducta, que trabajen y que no. Esto se resume en el siguiente cuadro.
Cuadro 1. Participantes del estudio |
|
Lima |
Cusco |
San Martín |
Total |
Norte |
Centro |
Sur |
Urbano |
Rural |
Urbano |
Rural |
Mujeres |
4 |
4 |
6 |
5 |
4 |
5 |
5 |
33 |
Hombres |
4 |
6 |
6 |
5 |
4 |
4 |
4 |
33 |
Total |
8 |
10 |
12 |
10 |
8 |
9 |
9 |
66 |
Segundo grado |
4 |
6 |
6 |
5 |
4 |
4 |
4 |
33 |
Cuarto grado |
4 |
4 |
6 |
5 |
4 |
5 |
5 |
33 |
Total |
8 |
10 |
12 |
10 |
8 |
9 |
9 |
66 |
Alto rendimiento |
4 |
4 |
4 |
4 |
4 |
5 |
4 |
29 |
Bajo rendimiento |
- |
5 |
2 |
4 |
4 |
4 |
4 |
23 |
Rendimiento promedio |
4 |
1 |
4 |
1 |
- |
- |
1 |
11 |
Trabaja |
- |
- |
2 |
1 |
- |
- |
- |
3 |
Total |
8 |
10 |
12 |
10 |
8 |
9 |
9 |
66 |
Dado que el estudio cualitativo presentado aquí constituye un insumo para el desarrollo de un cuestionario que permita al Estado peruano, a través del Minedu, tener un estado de la adolescencia en el Perú, apuntamos a recoger información del estudiante «promedio» del servicio educativo. Entendemos que esos puntos medios suelen ser imaginarios, pero nos pareció crucial no atender a los extremos afluentes ni a los más precarios, en tanto ya existen estudios que los caracterizan —como el de Niños del Milenio (Cueto y otros, 2018), referido líneas arriba—. En tanto uno de los fines de la investigación es poder recoger la variabilidad cultural en la vivencia de la adolescencia en el Perú, elegimos tres regiones clásicamente consideradas diferentes en nuestro imaginario, pero también en sus orígenes culturales y que cumplieran con que se encuentren en el promedio del desempeño en términos educativos. Para la selección de regiones, distritos, escuelas y participantes se utilizaron una serie de criterios que permitieran caracterizar a este adolescente «promedio». Todo ello se detalla en el anexo 1 («Marco metodológico del proyecto») presente en cada tomo de esta serie.
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