Roberto Badenas - Encuentros inolvidables
Здесь есть возможность читать онлайн «Roberto Badenas - Encuentros inolvidables» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Encuentros inolvidables
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Encuentros inolvidables: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Encuentros inolvidables»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Encuentros inolvidables — читать онлайн ознакомительный отрывок
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Encuentros inolvidables», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
El resto del auditorio son gentes de clase media, campesinos, obreros, amas de casa con sus niños; un enjambre de pobres, mendigos y enfermos; y muchos jóvenes. Son gente común, cada uno con su historia a cuestas, arrastrando problemas familiares y conflictos personales, amores y odios, heridas e ilusiones, pasiones y temores, frustraciones y esperanzas.
Entre aquella multitud de curiosos, indiferentes, inquietos o resignados, no muy distintos a ellos, esperan también dos pescadores, Juan y Andrés; una mujer de profesión dudosa, llamada María; un joven doctor en derecho preocupado por su futuro; un banquero de turbio historial; un enfermo desahuciado, que se cree poseído por el diablo; y unos muchachos muy sanos en busca de un ideal…
El fondo de sus miradas delata insatisfacciones similares y luchas afines. Todos quisieran superar su mediocridad, sus callejones sin salida, aquella rutina gris que arrastran sin saber por qué. Han venido buscando aliciente y esperanza. Porque presienten que vivir puede ser algo más que trabajar o estar en el paro, sufrir y divertirse. Están ahí porque quisieran encontrar lo que les falta. Han venido a orillas del Jordán a escuchar la palabra de Dios de boca del profeta…
En cuanto el Bautista aparece sobre las rocas, un silencio expectante sobrecoge a los presentes. Ese fulgor en su mirada es el de un enviado de Dios. Hijo único de un venerable sacerdote, ha renunciado a la vida fácil del templo para seguir su arriesgada vocación. El Espíritu le revela la palabra en el desierto, él la proclama a las masas con toda la fuerza de su juventud.
Juan es la conciencia insobornable del que no teme a nada ni a nadie: ni al gobierno, ni al clero, ni al pueblo. Tanto fustiga los vicios más comunes de la plebe como condena los crímenes más secretos de los poderosos. Tiene la elocuencia irresistible de quien proclama la verdad. Su mensaje es claro, sencillo y directo: «Dios nos va a visitar. El reino del Mesías se está acercando. Preparaos para recibirlo».
Juan es un alma fuerte, pero sensible ante el sufrimiento y la injusticia. Se indigna y compadece al mismo tiempo. Sus palabras reprenden a unos y animan a otros. Su proclamación no tiene el pesimismo amargo de las aves de mal agüero. Más que un reformador, el Bautista es un mensajero de esperanza.
Juan cita al profeta Isaías y compara a sus oyentes con el desierto que los rodea: un yermo agreste que debe ser trabajado para convertirse en campo fértil o en camino transitable por el que «viene uno más fuerte». Porque el Señor se acerca, como el campesino que «recogerá el trigo en su granero y quemará la paja en fuego» (Lucas 3: 16-17); o como el rey a visitar a sus súbditos que han de preparar el camino y allanar el sendero para que pueda llegar:
—Voz del que clama en el desierto: «Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas. Todo valle se rellenará y se bajará todo monte y collado; los caminos torcidos serán enderezados, y los caminos ásperos allanados, y verá toda carne la salvación de Dios»
(Lucas 3: 4-6).
Su mensaje, incontenible, penetra en la conciencia de sus oyentes hasta turbar la indiferencia de unos, irritar el fanatismo de otros, y encender la inquietud espiritual en algunos que se preguntan:
–¿Cómo nos hallará el Mesías cuando venga? ¿Seremos trigo o paja, pedregal o camino?
A los representantes del poder establecido, que se cierran a cualquier reforma, les dirá:
—¡Generación de víboras!, ¿quién os enseñó a huir de la ira venidera? Producid, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no penséis decir dentro de vosotros mismos: «A Abraham tenemos por padre», porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. Además, el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego (Mateo 3: 7-10).
La voz dura del profeta se suaviza ante los seres afligidos y resuena entre las piedras como un grito de liberación. Los despreciados por la gente «decente», conscientes de su necesidad, son los primeros en reaccionar.
—¿Qué haremos?— preguntan los publicanos.
—Dejad la codicia. No exijáis más de lo justo. Descubrid la solidaridad.
—¿Qué haremos?— preguntan los militares, que saben hasta qué punto corrompe el poder.
—Dejad la violencia. No abuséis de la fuerza. Vivid en fraternidad.
—¿Qué haremos?— sigue preguntando la gente.
—Dejad el egoísmo. Compartid con los que no tienen nada. Probad
la generosidad.
La poderosa voz sigue vibrando en el aire:
–Arrepentíos. Cambiad de rumbo. Cesad de dar vueltas en el desierto y avanzad de una vez hacia la tierra prometida, tras el Salvador que está a punto de llegar. Puesto que todos estamos contaminados por el mal, necesitamos limpiarnos. El bautismo simboliza la purificación. Si queréis restablecer vuestra armonía con Dios, entrad en el agua.
Juan ha terminado de hablar. En silencio desciende hasta el centro del río. Algunos sienten que en su interior arde una nueva llama e intuyen que la vida y la esperanza quieren renacer.
Tras un momento de recogimiento, un soldado deja en el suelo su armadura y entra en el Jordán. Después lo sigue un publicano. Tras él, dos mujeres. A continuación, unos muchachos se acercan resueltamente a la orilla. Pero algo los retiene…
Ante ellos, un hombre joven, a quien no habían visto llegar, se despoja de su túnica. Por la musculatura de sus hombros y brazos podría tratarse de un atleta o de un carpintero. Pero hay en él algo fuera de lo común que llama poderosamente la atención. Su rostro juvenil, curtido por la intemperie, refleja una serenidad tal, una integridad, una fuerza, una nobleza de carácter que no habían visto jamás en nadie, y que eclipsa incluso al Bautista. Su presencia inspira admiración y respeto. Como si irradiase una atmósfera sobrenatural.
Todos los ojos están fijos en el extraño desconocido. El mismo Juan se ha quedado paralizado. Al ver que avanza hacia él, lo detiene. Ha descubierto quién es: Jesús de Nazaret. Y exclama:
–He aquí el Mesías esperado, el salvador del mundo. A él os conviene seguir y no a mí (Juan 1: 15, 29-34).
El Bautista está desconcertado, porque Jesús sigue acercándose:
–Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Yo solo bautizo en agua. Tú puedes bautizarnos en el Espíritu Santo (Mateo 3: 11).
Pero Jesús ya está en medio del río.
–Sí, Juan. Aunque no lo comprendas, yo también quiero ser bautizado (Mateo 3: 13-15). Hoy empieza también para mí una etapa nueva, la más importante en mi vida.
Con mano temblorosa, Juan lo sumerge. Al volver a la superficie, Jesús permanece ensimismado por un momento. El agua resplandece a su alrededor, como iluminada por un rayo del cielo. Las nubes se entreabren. Hay un revuelo de luz. Un trueno rasga el silencio y se oye una voz que dice:
–Este es mi Hijo amado, en quien me complazco (Mateo 3: 16-17).
Al pasar a su lado, saliendo del agua, algunos sintieron que Jesús los miraba, que con su gesto los invitaba a rehacer sus vidas, que había entrado en el Jordán por solidaridad con ellos, y que había orado por ellos.
Más tarde, cuando impulsados por su ejemplo viviesen la experiencia del bautismo, todavía recordarían en el fondo de su ser el cielo abierto y la voz de Dios que les decía, también a ellos:
–Tú eres mi hijo amado. Estoy satisfecho de ti.
Aunque al salir del río Jesús desapareció en la distancia, presintieron que él sería el maestro que andaban buscando, y que nada llenaría su ausencia hasta volver a encontrarlo.
De noche
¿Que he de… renacer?
La débil claridad de la luna todavía iluminaba las desiertas calles. Enfundado en su capa, avanzaba con cautela para evitar cruzarse con nadie. La vida en la gran ciudad le había enseñado a desconfiar de las sombras. Sin embargo, prefería el riesgo de la oscuridad a que alguien descubriera con quién iba a encontrarse aquella noche. Solo su impaciencia era más fuerte que sus temores.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Encuentros inolvidables»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Encuentros inolvidables» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Encuentros inolvidables» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.