Más recientemente se ha insistido en la necesidad de articular el envejecimiento saludable y la equidad. Sadana et al. (2016), en una extensa revisión bibliográfica sobre la superposición de ambos temas, en la cual privilegian las publicaciones a partir de 2005 de países de ingresos bajos, medios y altos y la evidencia generada por la Comisión de la OMS sobre Determinantes Sociales de la Salud, aplicable al envejecimiento y la salud en todo el curso de la vida, basados en datos de 194 países, destacan las diferencias en la salud de los ancianos y consideran tres temas fundamentales: primero, los factores multinivel que contribuyen a las diferencias en el envejecimiento saludable, en todos los contextos; segundo, políticas o puntos de entrada potenciales para la acción que podrían servir para reducir inequidades en salud, y, tercero, nuevas áreas de investigación para abordar la causa de las inequidades persistentes y las lagunas en la evidencia sobre lo que se puede hacer para aumentar el envejecimiento saludable y la equidad en la salud.
Se propone un enfoque que reúne varias teorías que ayudan a identificar los factores que contribuyen a los niveles y la distribución de la salud en edades más avanzadas: a) causación biomédica (privilegiando la dotación genética, las funciones corporales y la atención médica); b) causalidad social (donde la posición social determina los niveles de salud y su distribución a través de factores intermedios); y c) perspectivas del curso de la vida (reconoce la importancia del tiempo y la trayectoria para comprender los vínculos causales entre las exposiciones y los resultados en el curso de vida de un individuo, a través de las generaciones y en las tendencias de salud y supervivencia de la población). Juntos, estos niveles forman un marco ecosocial, multinivel y multidominio para resaltar factores y vías plausibles hacia un envejecimiento saludable e identificar puntos de entrada para reducir las inequidades en la salud.
Una investigación sobre envejecimiento saludable, llevada a cabo por el grupo de Investigación en Gerontología y Geriatría de la Universidad de Caldas, establece la frecuencia del fenotipo de envejecimiento saludable de acuerdo con tres modelos (integrativo, biomédico y psicosocial) e identifica los factores predictores en cada uno de ellos. El modelo integrativo incluye salud fisiológica y metabólica, capacidad física, función cognoscitiva, bienestar psicológico y bienestar social (ver figura 7.3). El modelo biomédico incluye tres dimensiones: salud fisiológica y metabólica, función física y función cognoscitiva. Finalmente, el modelo psicosocial incluye función cognoscitiva, función psicológica y función social.
Figura 7.3 Dimensiones e indicadores de envejecimiento saludable
Fuente: Curcio, CL, Giraldo A, Gómez JF. Fenotipo de envejecimiento saludable en personas mayores de la ciudad de Manizales. Biomédica, 2020; 40 (1).
Este estudio presenta los primeros resultados de prevalencia del fenotipo de envejecimiento saludable en ancianos colombianos. 12,3% según el modelo integrativo que incluye las cinco dimensiones; 15,5% según el modelo biomédico el cual incluye tres dimensiones (salud fisiológica y metabólica, función física y función cognoscitiva), y aumenta a 66,3% según el modelo psicosocial que incluye función cognoscitiva, función psicológica y función social. Para los tres modelos los predictores independientes de envejecimiento saludable son tener buena y muy buena autopercepción de salud y tener satisfacción con el ingreso. Además, en el modelo psicosocial ser casado también predice envejecimiento saludable.
El término envejecimiento activo fue adoptado por la OMS a finales de los años noventa con la intención de transmitir un mensaje más completo que el del envejecimiento saludable y reconocer los factores que junto a la atención en salud, afectan la manera de envejecer de los individuos y las poblaciones, pone el interés sobre la relación entre actividad, salud, independencia y la posibilidad de envejecer bien. Se planteó ante la necesidad de formular políticas y planes de acción y fue adoptado en la II Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento (Madrid, 2002).
La OMS (2001) define el envejecimiento activo como el proceso en que se optimizan las oportunidades de salud, participación y seguridad a fin de mejorar la calidad de vida de las personas a medida que envejecen. En el ámbito de esta definición se insiste en que el término “activo” hace referencia, no solo a la capacidad para estar físicamente activo o participar como parte de la fuerza de trabajo, sino a una participación continua en aspectos económicos, políticos, sociales, culturales y espirituales.
Mediante sus tres pilares, salud, participación y seguridad, el plan de envejecimiento activo de la OMS ofrece una plataforma para el consenso a través de los diferentes sectores de la sociedad y a diferentes niveles. La OMS propone acciones en varios sectores además de los servicios de salud y sociales. Se necesitan acciones en economía, cultura, trabajo, seguridad social, vivienda, transporte, justicia y desarrollo urbano y rural. El sector de servicios de salud puede actuar como catalizador de la acción a través de otros sectores. Los ancianos deben formar parte de estas acciones en las fases de desarrollo, implementación y evaluación.
Envejecimiento activo es un concepto amplio que reúne de forma integrada y compleja la salud física de la persona, el estado psicológico y las relaciones con características destacables del ambiente. Cuando las personas envejecen, su calidad de vida está fuertemente determinada por su habilidad para mantener la autonomía y laindependencia, y por la esperanza de vida sana, es decir, la esperanza de vida sin enfermedad. Según la Organización Mun-dial de la Salud, el envejecimiento activo es el éxito de la influencia de diferentes variables constitucionales, ambientales y de estilos de vida que llevan al desarrollo de perfiles de menor riesgo de envejecimiento patológico.
El concepto se aplica tanto a las personas como a los grupos humanos. El envejecimiento activo permite a las personas realizar su potencial de bienestar físico, social y mental a lo largo del curso de vida y participar en la sociedad de acuerdo con sus derechos, necesidades, intereses, capacidades y oportunidades, mientras que la sociedad y el Estado les proporcionan protección, seguridad y cuidados adecuados cuando necesitan asistencia.
Según la Política Colombiana de Envejecimiento y Vejez (2015-2020) es importante destacar el papel de las familias como escenarios en los cuales se favorece el envejecimiento activo, en sus dimensiones de salud, participación y seguridad, tanto por la confluencia de tres o más generaciones en una familia como por la contribución de los ancianos a ella, a la comunidad y a la economía.
El modelo de envejecimiento activo de la OMS considera seis determinantes (ver figura 7.4), cada uno de los cuales incluye diversos aspectos: 1) determinantes relacionados con los servicios sociales y de salud, que incluyen la promoción de la salud y prevención de la enfermedad, servicios curativos, asistencia de larga duración y servicios de salud mental; 2) determinantes conductuales como el tabaquismo, la actividad física, la alimentación sana, el consumo de alcohol, el uso de medicamentos y el cumplimiento terapéutico; 3) determinantes relacionados con factores personales psicológicos, genéticos y biológicos; 4) determinantes relacionados con el entorno físico seguridad en la vivienda, caídas y ausencia de contaminación; 5) determinantes relacionados con el entorno social como apoyo social, violencia y abuso, educación y alfabetización; 6) determinantes económicos que incluyen ingresos, protección social y trabajo.
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