Para Yarbro Collins también resulta importante la composición septenaria, igual que lo fue para Gregorio López. Todo el material del libro se divide en grandes partes que incluyen la serie de siete elementos. Viendo el plan del libro expuesto más adelante, nos damos cuenta de que la parte ii señalada por la investigadora, aparece como la colección de las epístolas dirigidas a las siete iglesias; las partes iii, iv y vi son combinaciones séptuples de sellos, trompetas y cálices respectivamente; las partes v y vii contienen las siete visiones no numeradas (unnumbered, según la terminología de la misma Yarbro Collins, es decir, no calculadas por el autor del Apocalipsis):
1. Prólogo 1:1-8.
Prefacio 1:1-3
Prescripciones y bendiciones (sayings) 1:4-8
[El primer ciclo de visiones: el libro sellado][75]
2. Las siete epístolas 1:9-3:22
3. Los siete sellos 4:1-8:5
4. Las siete trompetas 8:2-11.19
[El segundo ciclo de visiones: El libro abierto]
5. Las siete visiones no numeradas 12:1-15:4
6. Los siete cálices 15:1-16.20
El apéndice sobre Babilonia 17:1-19.10
7. Las siete visiones no numeradas 19.11-22:5
El apéndice sobre Jerusalén 21:9-22.5
8. Epílogo 22:6-21
Las palabras [de conclusión] 22:6-20
Las bendiciones (sayings) 22:21[76]
Así que, basándonos en el plan presentado arriba, podemos ver claramente que todo el libro de la Revelación, salvo el prólogo y el epílogo, se encuentra dividido en ciertas unidades séptuples, que, a su vez, son de mucha importancia temática y cronológica. Podemos afirmar que la intuición de Gregorio López reflejada en sus palabras “comprehéndese todos en tres sietes” es productiva y actual, ya que la composición septenaria siempre aparece como la unidad más importante.
La composición quiástica, mencionada por Domingo Muñoz León, ha sido objeto de múltiples investigaciones a pesar de su carácter cuestionable. Entre otros, basta mencionar a Elisabeth Schüssler Fiorenza, quien usó esa composición para proponer su propio esquema estructural del libro del Apocalipsis. Ese plan también contiene siete partes. Las tres últimas de ellas aparecen como paralelos estructurales a las tres primeras partes: la primera sección es correspondiente de la última, la segunda de la penúltima, etcétera. Esta propuesta estructural impide la interpretación articulada del contenido del libro y de su dramatismo; de todos modos, parece oportuno enfatizar la posición central de los capítulos 11-13 por la intensidad de persecuciones y de visiones apocalípticas (según Gregorio López, esos capítulos se refieren cronológicamente a las persecuciones de Septimio Severo, Maximino y Decio y Valeriano, respectivamente). Veamos el esquema presentado por Schüssler-Fiorenza:
A. Prólogo y salutaciones epistolares 1:1-8
El título 1:1-3
Saludos 1:4-6
Epígrafe 1: 7-8
B. La descripción retórica de las condiciones en que se encontraban las ciudades de Asia Menor 1:9 -3:22.
El autor frente a la situación 1:9-10.
La visión profética como dedicación 1:11- 20.
Las epístolas proféticas a las siete comunidades 2:1-3:22.
C. La apertura del libro sellado: el desastre del Éxodo 4:19:21; 11:15-19
El juicio celestial y el libro sellado 4:1-5:14
Las plagas cósmicas: los siete sellos 6:1-8:1
Las plagas cósmicas: las siete trompetas 8:2-9:21; 11:15-19.
D. El rollo agridulce: la guerra contra la comunidad 10:1-15:4
El ángel encargó a san Juan que profetizara 10:1-11:14
La interpretación profética 12:1-14:5
La liberación escatológica 14:6-15:4
C’. La huida de las persecuciones de Babilonia/Roma 15:5-19.10
Las plagas cósmicas: los siete cálices 15:5-16:21
Roma y su poder 17:1-18
El juicio de Roma 18:1-19:10
B’. La liberación del mal y la ciudad de Dios 19:11-22:9
La liberación de los poderes del mal 19:11-20:15
El mundo liberado por Dios 21:1-8
Otra ciudad – la capital de Dios 21:9-22.9
A’. El epílogo y la conclusión epistolar 22:10-21
Los dichos proféticos 22: 10-17
La conclusión epistolar 22: 18-21.[77]
La propuesta de estructuración resulta forzada, sobre todo por el desplazamiento de algunos fragmentos de su propio lugar a otra posición y así lograr la concordancia deseada. El fragmento 11:15-19 que describe la séptima trompeta y las voces celestiales que le siguieron, se ha llevado de la sección D a la sección C para guardar la unidad del ciclo de trompetas. Lo mismo ocurre en la sección C’, donde se inserta el fragmento 15.1 (tomado de la sección D) con el objetivo de mantener la unidad del ciclo de cálices; aquí hay que notar que esos desplazamientos resultan innecesarios; por ejemplo, no hay obstáculo para que la sección D concluyera con el final del capítulo 14. La única ventaja de la estructuración propuesta por Schlüssler-Fiorenza consiste en el intento de enfatizar el carácter excepcional del capítulo 10, en donde el ángel pasa el “rollo agridulce” a san Juan para que lo comiera y para que se llenara del espíritu profético, un motivo muy conocido por los libros proféticos veterotestamentarios.
Es evidente el carácter destacado de este capítulo sin necesidad de recurrir a los mecanismos complicados de la composición quiástica. El capítulo 10 es uno de los centrales, y es de notar que Gregorio López también lo destaca por su posición inhabitual. En el sistema cronológico lineal elaborado por López el capítulo 10 aparece como un punto de ruptura y al mismo tiempo como un nexo que vincula el capítulo 9, en donde se trataba, según el plan cronológico de López, del reinado de Marco Aurelio, Cómodo y el golpe de Estado organizado por Pertinaz, con el capítulo 11, en donde se lee sobre las persecuciones de Severo. El carácter transitorio y vinculante del capítulo 10 resulta, según el plan de Gregorio López, más evidente todavía, porque en el capítulo anterior se trataba de las plagas que causaron los falsos profetas, sobre todo Montano. El capítulo 10 aparece en este sentido como una contraposición al capítulo anterior; mientras que el capítulo 9 versa sobre los falsos profetas, en el 10 se trata la vocación profética verdadera de san Juan y se expone la genealogía de los profetas verdaderos de la Iglesia cuya sucesión se remonta al mismo san Juan: Justino el Filósofo, Policarpo de Esmirna e Ireneo de Lyon;[78] se mencionan también otros autores antiguos, como Dionisio de Alejandría, quien vinculó algunas profecías del Apocalipsis con la época del emperador Valeriano y así prefiguró el enfoque historicista elaborado posteriormente por Gregorio López.[79] San Juan mismo, según la interpretación de Gregorio López, debió de haber prefigurado la historia general de las persecuciones, porque él mismo fue víctima por parte de Cerinto y otros herejes; por eso el apóstol tuvo que comer el “rollo agridulce” para llevar a cabo su servicio profético que conlleva el riesgo de sufrir el martirio;[80] así que san Juan aparece como inspirador y predecesor de los mártires futuros, como san Policarpo de Esmirna o el discípulo de este último, san Ireneo de Lyon.
Para Gregorio López el capítulo 10 es una “bisagra cronológica”, evidente porque en el siguiente se tratará sobre las persecuciones de Septimio Severo, con las cuales, según la idea de López, se tiene que asociar la voz de la séptima trompeta; así que las de Severo marcaron la etapa final de las persecuciones como tales, pero en realidad no sucedió así, al contrario, inauguraron otros ciclos persecutorios. Gregorio López explica esa contradicción al decir que todas las profecías referentes al fin de las persecuciones en la época de Severo se referían en realidad a la cesación temporal de la tormenta; para eso sirvió el capítulo 10, para vincular las secciones anteriores del libro del Apocalipsis,
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