Estrella Correa - Bilogía Las estrellas

Здесь есть возможность читать онлайн «Estrella Correa - Bilogía Las estrellas» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Bilogía Las estrellas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Bilogía Las estrellas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

¡Ya tenéis disponible al bilogía al completo!Nerea tiene una empresa de éxito, un marido que la quiere y una vida perfecta. Nerea quiere volver a ser feliz, y cree que, si tiene paciencia y lucha, todo volverá a ser como antes; pero no espera que su alrededor cambie tan rápido. Nada es como ella pensaba y sus sentimientos se transforman en algo que desconocía. Nerea tiene miedo, sin embargo, elige vivir.¿Y tú? ¿Serías capaz de saltar al vacío sin paracaídas y sin red?

Bilogía Las estrellas — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Bilogía Las estrellas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Yo: «¿Quién?». 23:15 ✓✓

Ro: «El coco. ¿Quién va a ser?

Culito prieto ». 23:16.

Yo: «Supongo. No sé». 23:16 ✓✓

Carol: «Os dejo, Manel se ha despertado llorando.

Ne, no hagas caso de lo que te diga Ro. Es una libertina». 23:17.

Ro: «Mírala. Se va a follar con su señor marido

y dice que el niño está llorando. Buenas noches». 23.17.

Carol no contesta. Debe estar ocupada con… lo que sea.

Yo: «Te dejo. Me voy a dar una ducha». 23:18 ✓✓

Ro: «Me parece genial, pero dile a ese

tal Pablo que te enjabone, será más

divertido». 23:19.

Yo: «Hasta mañana». 23:20 ✓✓

Ignoro su propuesta.

Pongo el teléfono a cargar sobre la pequeñísima mesita de noche y cojo ropa para dirigirme al baño. En ese momento pienso en Sebastian y no estoy segura de por qué lo hago. Tal vez pensar en Carol con su marido, en Ro con su italiano… me entra morriña sin darme cuenta. Vuelvo a coger el móvil, abro la aplicación de WhatsApp y miro si Sebas está en línea. Lo encuentro conectado, así que, sin pensarlo, comienzo a escribir un mensaje ñoño que no me atrevo a contar, sólo admitiré que le confieso que lo echo mucho de menos. Por fortuna, alguien llama a la puerta y me hace volver a la realidad, impidiendo que lo envíe.

—¿Se puede? —escucho la voz de Pablo a través de la madera. Abre un poco y le digo que pase. Se queda debajo del vano.

—Voy a dormir aquí. Si quieres… —Por un momento creo (sueño) que va a proponerme un masaje. ¿Por qué lo pienso? Ni idea. Mi mente ya se disloca cuando Pablo anda cerca. Levanta el brazo para tocarse el cabello y unos oblicuos perfectos asoman bajo la camiseta. Trago con dificultad—. Mi casa está muy cerca de tus oficinas. Mañana puedo dejarte en Marqués de Cubas.

Lo del masaje es poco factible, pero… soñar es gratis ¿no?

—Vale, te lo agradezco —le ofrezco una media sonrisa. Me acaba de salvar de hacer el ridículo suplicándole a Sebastian una oportunidad. Debería darle las gracias o… besarle los pies, al menos.

—¿Estás bien?

—Si… Si. Nos vemos mañana —lo echo sin contemplaciones. No quiero meter la pata. Él asiente y se dispone a cerrar la puerta.

—Pablo. ¿Cómo sabes dónde trabajo? —caigo en la cuenta. Se gira y me mira.

—Pétalo… Digo… Cris me lo ha dicho.

—Oh, vale. Hasta mañana.

Me tiro sobre el colchón y decido no ducharme. Lo haré cuando me levante y así iré espabilada a las tres reuniones de mañana. Aparto el teléfono de mí y alejo la posibilidad de cogerlo y escribirle al que todavía es mi marido. Hacer la idiota no entra en mis planes, sin embargo, no me puedo negar cuánto me acuerdo de él, de su olor, de su presencia, incluso de sus manías. Diez años no se olvidan en unos días y yo siento un vacío enorme en mi interior que no logro llenar con nada. Refugiarme en el trabajo y en mis amigas consigue mantenerme a flote, pero yo noto que la balsa a la que me aferro puede hundirse en cualquier momento.

Me despierto temprano, como había planeado, y me da tiempo a darme un baño de media hora (con sales y jabones incluidos), interrumpido por Cristina y su mal humor mañanero. Me pongo un vestido gris de cuello alto y mangas largas con unas botas negras hasta las rodillas. El cabello suelto ondulado a la altura de los hombros. Entro en la cocina mirando la hora en mi reloj preferido, el que me regaló Sebastian las navidades anteriores. Faltan unos minutos para las ocho.

—Buenos días —la sonrisa de Pablo me corta la respiración. No recordaba que estaría aquí. Yo y mis lapsus mentales.

—Buenos días. Un café y nos vamos —digo.

—He pensado que podríamos desayunar de camino —propone.

—Tengo una reunión a las nueve en la Torre de Cristal.

—Para eso queda más de una hora. Vamos. Tenemos tiempo de sobra. —Pasa por mi lado, se pone la chaqueta, coge las llaves del coche de la mesita del salón y abre la puerta, quedándose a esperar a que yo salga. Lo miro y puedo observar su perfecto cuerpo de arriba abajo. Cuando paro en sus ojos, los encuentro escrutando los míos. Me resigno y salgo. Él cierra la puerta detrás de mí.

Arranca el coche y la música salta justo en la última canción que habíamos escuchado la noche anterior. Ahora sí que puedo recrearme, mientras Pablo mira concentrado la carretera y tararea al son de la música. Pecho y espalda ancha. Piernas y brazos fuertes. Robustas manos. Una poblada barba que no esconde sus masculinos labios y unos ojos azules que te dejan sin habla. La chaqueta de cuero que lleva sobre la camiseta blanca le queda como un guante…

—Puedes cambiar la música si quieres. Tal vez prefieras escuchar la radio.

—No importa. Esto está bien —dirijo mi vista al frente.

—¿Desde cuándo te gustan los Beatles? —pregunta.

—No sé… desde siempre.

—Creí que eras más de… las Spice Girls —sonríe, divertido, como si hubiera dicho algo que yo debería saber.

Las escuchaba de joven. No lo voy a negar, pero en cuanto pasaron de moda, se me olvidaron como tantas cosas que olvidamos cuando crecemos y dejamos de pensar que todo puede ser posible.

—Me gustaban, pero hace tanto tiempo de eso que parece que fue en otra vida.

—Vamos. No eres tan mayor.

—Lo dices porque aún eres muy joven.

—¿Cuántos años crees que tengo?

—La edad de Cristina. Está claro.

Se ríe y enseña esa dentadura blanca y perfecta que admiro y me embelesa.

—¿Y eso te supone un problema?

—¿Un problema para qué? —lo miro, extrañada. En ese momento se detiene a un lado de la calzada con movimientos ágiles y aparca.

—Hemos llegado —pone el freno de mano, apaga el motor, se quita el cinturón y se gira hacia mí—. Vas a tomar el mejor café de todo Madrid.

6

MIS OJOS, LOS TUYOS Y LOS DE ÉL

Pablo lleva razón, el café sabe exquisito, y fuerte, como a mí me gusta. Nos sentamos uno frente al otro en una mesita junto a una ventana pequeña repleta de macetitas con flores. El lugar, precioso, te hace sentir en el patio de tu abuela, en esa casita de pueblo blanco, acogedora y familiar. He de puntualizar que el mobiliario no está hecho a la medida de mi acompañante, sino más bien a la mía. Para que os hagáis una idea, mido poco más de metro y medio (vale, uno sesenta, ya está). En cambio, las piernas de Pablo casi no caben debajo de la mesa. Lo miro y sonrío.

—Entiendo que vienes por el café.

—Y por los dulces, no cabe duda —me devuelve el gesto, removiéndose sobre la silla, buscando la posición correcta que le permita sentarse del todo. Cuando lo consigue, toma su taza y bebe.

—Llevas razón, no entiendo por qué no conozco este sitio.

—Porque no me conocías a mí. Si me dejas, te enseñaré muchas más cosas increíbles.

Alto, vaquero.

—La tarta de melón está… —me llevo un trozo a la boca y lo saboreo, suspirando al final, ignorando lo que estoy segura que ha sido una propuesta en toda regla. Pablo no se anda con chiquitas, ya me he dado cuenta.

Se queda ensimismado a través de la ventana y giro la cara buscando eso tan importante en lo que fija la vista. No encuentro nada. No pasa nadie por la calle, la cafetería está tan escondida que por eso no la conocía. No es un lugar que se visite a menudo. Ni yo ni casi nadie. Muy poca gente pasa por allí.

—¿Te importa que nos terminemos el café fuera?

—Está comenzando a llover —observo.

—Por eso, me encanta el olor a tierra y asfalto mojado.

Me encojo de hombros y no le doy demasiadas vueltas. Cojo mi café y Pablo se hace cargo del suyo y del platito de tarta de melón. Abro la puerta de la calle y la aguanto para que él pueda pasar, pero la detiene con el pie y me indica, con una sonrisa, que las damas primero. Nos sentamos en una mesita que hay pegada a la pared, cubierta por un toldo de rayas rojas y blancas, esta vez lo hace a mi lado, dejando su cuerpo muy cerca del mío.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Bilogía Las estrellas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Bilogía Las estrellas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Bilogía Las estrellas»

Обсуждение, отзывы о книге «Bilogía Las estrellas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x