Estrella Correa - Bilogía Las estrellas

Здесь есть возможность читать онлайн «Estrella Correa - Bilogía Las estrellas» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Bilogía Las estrellas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Bilogía Las estrellas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

¡Ya tenéis disponible al bilogía al completo!Nerea tiene una empresa de éxito, un marido que la quiere y una vida perfecta. Nerea quiere volver a ser feliz, y cree que, si tiene paciencia y lucha, todo volverá a ser como antes; pero no espera que su alrededor cambie tan rápido. Nada es como ella pensaba y sus sentimientos se transforman en algo que desconocía. Nerea tiene miedo, sin embargo, elige vivir.¿Y tú? ¿Serías capaz de saltar al vacío sin paracaídas y sin red?

Bilogía Las estrellas — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Bilogía Las estrellas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—¡Ay! ¿Qué? —pregunto.

—Que bajes de las estrellas, tenemos que irnos. Se me están congelando hasta los pelos del…

—No termines esa frase, por favor —le corta Carol.

—Iba a decir chumino.

—¿Y te parece correcto?

—No me parece mal —se encoge de hombros.

—Buenas noches —la voz de Pablo les corta la discusión. Las dos miran hacia él sin decir nada y casi babeando—. ¿Qué tal la cena? —me pregunta.

—Bien. Ya nos íbamos a casa —digo, tratando de largarme de allí, pero la jugada me sale muy mal (o muy bien, según se mire).

—Voy a casa de Cris. Si quieres, te llevo —se ofrece.

—Oh, no, gracias. Carol me acercará.

En esas veo cómo Ro le da un empujón a Carol, bastante fuerte, y ésta reacciona.

—Ehh, ohhh —mira el reloj de su muñeca—. Ne, cariño. Tengo mucha prisa. Andrés me necesita. Me acaba de llamar preguntando dónde estaba —¿Cómo? Qué mentirosa—, no puede bañar a los niños sin ayuda. Ya sabes… hombres… se ahogan en un vaso de agua… imagínate en una bañera… —sigue dando explicaciones mientras nuestra otra amiga se parte de la risa.

—Venga, pues eso. A este muchacho no le importa llevarte, ¿verdad? —le pregunta Ro, divertida.

Pablo se encoge de hombros y me mira.

—En absoluto.

—Esta bien, vamos. Mañana hablamos, perras —susurro esto último sin que Pablo me escuche

—Tengo el coche aparcado en la otra calle —me explica para que camine junto a él.

El frío envuelve la noche demasiado deprisa, cada vez que doy un paso, los vellos de la piel se me erizan. El pavimento, mojado de la humedad, resbala un poco y unas gotas comienzan a caer. La calle, casi desierta, enmudece a nuestro lado, sólo los pocos coches que cruzan la avenida rompen el agradable silencio.

—Ven, crucemos por aquí.

Lo sigo hasta el filo de la calzada por donde el tráfico rueda y miramos hacia un lado y al otro. De pronto me agarra la mano y tira de mí.

—Vamos, de prisa o nos atropellarán.

Corro junto a él los cuatro carriles hasta el otro lado sintiendo su piel contra mi piel. Cuando subimos a la acera, me suelta y sigue caminando, pero yo me quedo parada asimilando la electricidad que aún sube por mi brazo. Él se gira y me mira, extrañado.

—¿Ocurre algo?

—Ehh… no. No. Sólo… he creído perder alguna bolsa.

—Espera, vuelvo y…

—No, no es necesario. Las llevo todas.

Subimos a su coche y se introduce en el tráfico, suave. Me sorprende que conduzca un Audi deportivo de gama alta, pero en realidad no sé nada de él. Ni quiero, que conste.

Toquetea unos botones del volante y Himn for the weekend de Coldplay comienza a sonar a un volumen considerable. Lo baja un poco y se disculpa.

—Vaya, debes estar sordo si llevas siempre la música así de alta.

—¿Qué? ¡No te oigo! —bromea. Me mira y una sonrisa perfecta le cruza la cara. Pablo es guapo, pero guapo guapo. Esta noche y en este preciso momento me doy cuenta de la belleza de sus facciones sin llegar a ser perfectas. Aparta sus ojos de los míos y los vuelve a poner sobre la carretera. Unos minutos después suena otra canción, preciosa, pero nunca la había escuchado antes.

—Qué bonita. ¿Quiénes son?

—The Fox’s Lair.

—La guarida del zorro —musito.

Los escucho durante un minuto.

—Me gustan. Son buenos.

Pablo sonríe y sigue conduciendo. Cambia de marcha con agilidad y acelera. Me fijo en las venas que sobresalen por la piel de sus brazos y en los tatuajes de sus manos… aguanto un pequeño suspiro.

—A mí también me gusta el rock británico. Mi grupo favorito son los Beatles —suelto rápido, como si me hubiera preguntado y yo llevara más de dos minutos sin contestar. Cierro los ojos y giro la cara hacia la ventana, tratando de distraerme y obviar al hombre que tengo al lado. Me abstraigo con el alumbrado de la ciudad.

Mueve unos de sus dedos con agilidad y la canción Don´t let my down llega hasta mis oídos. Sonrío y apoyo la frente sobre el frío cristal, cierro los ojos y, durante unos minutos, el tiempo que tardamos en llegar, me siento simplemente tranquila. No quisiera moverme de allí. La calefacción del coche irradia el calor necesario, los acordes de una canción de The Beatles pausan los latidos de mi corazón y la compañía de Pablo me agrada tanto que me hace sentir bien, amparada… como si me abrazara con tan sólo estar a mi lado. Lo miro cuando el motor deja de rugir, tiene sus ojos puestos en mí.

—Si quieres, nos podemos quedar aquí, tengo la discografía completa —sugiere.

Me incorporo y me giro para desabrocharme el cinturón. Me agarra de la mano y me detiene.

—Lo digo en serio. No tengo prisa —susurra demasiado cerca de mí. No quiero hacerlo, pero no lo puedo evitar, miro sus labios y me pregunto, durante unos segundos, cómo sería besarlo.

—Será mejor que nos vayamos. Cristina te estará esperando —sugiero. Me bajo del coche como si dentro no pudiera respirar.

Abro la puerta del piso y él entra detrás de mí. Nos encontramos a Cristina tirada en el sofá tomando una cerveza.

—¿Dónde te habías metido? —le pregunta a Pablo, pasando de mí, mientras deja el botellín sobre la mesa.

—Hola, Pétalo —se acerca y le da un beso en la mejilla—. Carolina tenía hambre y fuimos a cenar algo —se encoge de hombros. La susodicha que le acompañaba esta noche tiene nombre. Carolina.

—Yo ya he cenado, gracias —le obsequia con una sonrisa forzada—. Podías haber avisado.

—No te enfades conmigo —se sienta junto a ella en el sofá y la abraza exagerado—. Pero tú no me dejas meterte mano —se burla. O eso creo.

Cristina le da un golpe en el pecho y se separa de él.

—Por eso sales con esa fresca, porque te deja meterte en sus bragas.

—Soy un hombre, ¿qué quieres?

—Lo que eres es un cerdo. ¿Quieres dejar de tirarte a todas tus groupies ?

Ellos siguen charlando como si yo no estuviera. Cuando me doy cuenta, mi hermana me habla directamente.

—Ne, ¿has cenado?

—Oh, si. He estado con las chicas.

—¿Qué llevas en las bolsas? —se levanta y camina hacia mí. Me quita una de ellas y saca lo que hay dentro.

—¡No! No lo abras… —trato de evitar que exponga el conjunto de lencería de color negro que he comprado en La Perla, pero no me da tiempo. Unas milésimas de segundo después (Cris siempre ha sido muy rápida) lo presenta delante de nosotros. (Delante de Pablo, para más señas).

—Vaya, vaya… Pero qué tenemos aquí… —abre los ojos, divertida.

Intento quitárselo a manotazos, pero ella me esquiva.

—Dámelo, no seas cría —consigo hacerme con él y lo guardo en su bolsa. La cara me va a explotar de calor. Por el rabillo del ojo veo a Pablo sonriendo.

—¿Tú para qué quieres eso? —pregunta Cristina.

—¿Y a ti qué te importa? —me escondo en la habitación muerta de la vergüenza.

Tiro las bolsas sobre la cama de ochenta centímetros y me siento. El móvil comienza a sonar.

Ro: «Dime que culito prieto ha parado en el

arcén y te ha quitado la ropa». 23:12.

Carol: «Tíratelo, pero todavía no.

No estás preparada». 23:13.

Ro: «Ya está la mamá responsable y aguafiestas.

Déjala que disfrute ahora que puede. Por cierto,

me suena mucho su cara, pero no sé de qué». 23:13.

Carol: «A lo mejor te lo has tirado

y ni te acuerdas». 23:14.

Ro: «¿Cómo no me iba a acordar

de un tío así? ¿Estamos locas?». 23:14.

Yo: «Voy a ducharme y a la cama. Mañana tengo una reunión a primera hora». 23:15 ✓✓

Ro: «¿Sigue ahí?». 23:15.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Bilogía Las estrellas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Bilogía Las estrellas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Bilogía Las estrellas»

Обсуждение, отзывы о книге «Bilogía Las estrellas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x